Capítulo 5

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―¿Tenes una casa acá? ―Me quedé boquiabierta.

―Claro. ―Dijo él mientras me miraba. ―Soy un hombre de negocios, y por tanto precavido. Procuro tener una casa en los lugares adonde más viajo.

―Eso habla bien de ti. ―Dije mientras subíamos a un taxi.

El se limito a asentir y darle la dirección al taxista.

Julian había dicho que el trayecto del aeropuerto a su casa era largo, que tomaba alrededor de 50 minutos llegar. Para no aburrirme decidí bajar el cristal de la ventanilla y sentir la brisa del mar.

―¡Wow que linda casa! ―Exclame cuando ante mis ojos apareció una casa lujosa, no muy grande pero bonita. Lucia demasiado cálida a causa de los colores veraniegos.

Julian se acerco a mi ventanilla y miró através de ella.

―Me alegra que te guste, porque ahí es donde nos quedaremos. ―Dijo el sonriendo.

―¿Esa…esa es tu…casa? ―Pregunté balbuceando.

―Desde ahora, nuestra casa. ―Tomo mi mano y la apretó con cuidado.

Sentí como una corriente eléctrica recorría todo mi cuerpo.

Al bajar del taxi, el aún sostenía mi mano y el amable conductor hizo el favorde bajar las maletas. Julian soltó mi mano y le dio un par de billetes al hombre, luego, juntos caminamos hasta el gran portón de la casa. Julian introdujo unos números y este se abrió. Caminamos hasta la puerta de la casa, cuando el introdujo la llave, una sensación de alegría apareció en mi cara. Podía apostar que la casa era preciosa, al igual que la de Nueva York.

El me cedió el paso y apenas había entrado cuando me quede paraliza ante tanta belleza.

―¿Linda, no? ―Pregunto el mientras ponía las maletas a un lado.

―Demasiado linda, diría yo. ―Caminé hacia la sala de estar.

―Me ha llevado un par de años de trabajo construirla. He necesitado miles y miles de dólares, pero han valido la pena. ―Camino hacia donde yo estaba y encendió el aire acondicionado. ―A pesar de que solo es de un piso, cuenta con dos habitaciones, perfectas para nuestra situación. ―Soltó una risa

―Si. ―Dije riendo. ―¿Acaso ya predecías que te casarías con una mujer que no dormiría en el mismo cuarto que tú?

―No, para nada. Siempre pensé que mi esposa y yo dormiríamos juntos, pero ya ves las cosas cambian. ―Sonrío con pesar.

―Si que lo hacen. ―Desvie la mirada. ―¿Podrías mostrarme la casa entera?

Lo hizo. El me llevó por un extenso recorrido. Sin duda alguna él amaba esta casa, se sentía orgulloso de haberla construido con todo el esfuerzo que hacia en su empresa. Había una piscina, era de gran tamaño y el fondo era azul, desde ahí se podía observar la playa. Luego me llevo a la que sería mi habitación, era preciosa, la paredes eran color arena. En seguida me mostro su habitación y dijo que como él sí tenía televisión yo era bienvenida a cualquier hora del día.

―Bueno tomaré una ducha. ―Dijo mientras abría la llave de la regadera. ―Tengo que ir a la empresa.

―Pensé que no irías hasta mañana. ―Le pasé una toalla.

―No, entre más rápido acuda, mejor. Me gustaría que me acompañaras, así, al salir de la empresa podríamos ir a comer a algún restaurante.

―No te molestes, yo puedo comer aquí. ―Dije con media sonrisa. ―Además, si te acompañara a la empresa, solo sería un estorbo.

―Te equivocas, tu nunca serás un estorbo para mi. ―Me miro con sus lindos ojos.

―Aun así, creo que será mejor que me quede aquí a desempacar mis cosas. ―Hice una mueca. ―Pero podrías avisarme cuando salgas de la empresa, yo podría ir y después, si quieres, vamos juntos a comer.

―Mejor yo vengo por ti. ―Dijo el mientras se quitaba la camisa.

Por mas que trate de no mirarlo, me fue imposible al igual que evitar que mis mejillas se pusieran rojas y que comenzará a hablar torpemente.

―Es…está bien… digo si es que… que no es una molestia para ti… porque si lo es… yo puedo comer en algún lado…no muy lejos de aquí...pero bueno vos…vos decides.

Julian rio ante mi actitud, era increíblemente inocente, solo con verlo sin camisa me había sonrojado y eso a él le causaba gracia. Caminó hacia mi y la estrecho entre suz brazos.

―Eres tan tierna. ―Me susurro al oído.

Sentí como mis rodillas temblaban, era como si no pudieran sostenerme más.

―Sabes… emmm…no…es muy común que reciba el abrazo de alguien sin camisa. ―Dije temblando.

―Acostúmbrate. ―Dijo el mientras me daba un beso en la mejilla.

―Creo que no podré. ―Me alejé de el. ―Bueno te dejo para que te arregles, no quiero que por mi culpa llegues tarde. ―Salí casi casi corriendo de la habitación.

Julian lanzó una carcajada bastante audible y eso hizo que me sonrojara aun más.

No tardo mucho en salir de su habitación. Lucía atractivo, vestía un traje y el calzado Italiano que yo había empacado.

―¿No te gustan las corbatas? ― por que no llevaba puesta una.

―Si, pero no empacaste una. ―Sonrió

―Que tonta, me olvide. ―Dije rodando los ojos

―Al menos te molestaste en empacar otras cosas. ―Metió el celular en su bolsillo. ―Me hubiera gustado ver tu cara cuando te topaste con mi ropa interior. ―Lanzo una mirada traviesa

Reí y me sonrojé demasiado. —Ya me viste así antes. ―Reí.

―Tienes razón. ―Posó su pequeña boca en mi frente. ―Regresaré lo más pronto posible.

―Que te vaya bien, Julian. ―Dije olfateando el perfume tan delicioso que llevaba.

―Gracias. ―A continuación abrió un cajón y saco unas llaves, lo miré confundida. ―Tengo un lindo convertible esperándome en la parte trasera. ―Dijo con un brillo en sus ojos. ―Te gustara, estoy seguro de ello.

Yo solo le sonreí y el salió. Pude ver como un coche salía de la casa, si que era elegante, era color negro. Julian aceleró y pronto desapareció de mi vista.

Fui a mi habitación a desempacar mis cosas y una vez que termine me recosté boca arriba mientras observaba el techo. Recordé el beso que Julian había puesto en mi mejilla y después recordé el de mi frente. Curiosamente no me había besado en la boca, aun cuando la boda término y se escucho: Puede besar a la novia, el solo rozo mis labios, eso era lo más cercano a un beso que había recibido de él. ¿Por qué no me quería besar? Fue lo último que pensé antes de que mis ojos se cerraran y cayera en un profundo sueño.

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