* Treinta. ♥El fin ♥

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-Entonces, ¿qué pasó después, maestra? -la pequeña chica, la cual se encontraba sentada en el frente me preguntó con impaciencia.

Le sonreí al montón de chicos que se encontraban sentados frente a mi. Pude ver como el reloj que se encontraba colgado en la pared marcaba las 3:00 en punto, lo cual significaba que era hora de que los chicos se fueran a sus casas. La mejor hora del día, para ser sincera.

Les dí una última sonrisa antes de ponerme de pie. Ellos resoplaron con decepción. Parecía que no se irían hasta que yo concluyera.   -Tendrán que esperar hasta mañana, chicos. -solté una risa. -Es hora de que tomen sus cosas y vallan a casa. Ya es tarde, chicos.

El sonido de las sillas arrastrándose inundó la habitación. Era como música para mis oídos. No me mal entiendan, no es que odiara mi trabajo, pero la secundaria era una verdadera jungla. Ví como Grace se acercaba tímidamente a mi escritorio mientras sostenía el libro cerrado contra su pecho.

-Maestra,¿Lacey y Ashton terminaron juntos? -me preguntó. Y por la esperanza que mostraban sus ojos podía decir que era una fanática de los finales felices.

Le sonreí. -¿Qué es lo que crees tú, Grace?

-La verdad, no lo sé. -dijo mientras se mordía su labio con nerviosismo. -Pero enserio espero que pudieran arreglar su situación.

Siempre amé los Jueves, era los días en que dejábamos las clases a un lado para contar historias. Usualmente los chicos contaban sus historias. Pero hoy decidí que no sería mala idea que contara una mía.

Siempre me había gustado contar la historia de Ashton y Lacey, me recordaba de como el mayor problema de los adolescentes es perder la virginidad y averiguar por qué los profesores de Educación Física son tan raros. Me gusta recordar las noches en las que me sentaba junto al chico que amaba tanto, a platicar de cualquier cosa. Bueno, siempre he creído que los adolescentes necesitan siempre más ayuda de lo que aceptan. Y me gustaba ser yo quien pudiera ayudarlos a atravesar cosas que yo ya había vivido.

Y lo hacía cada día. Diariamente veía a esas Lacey's, luchando para poder ser notadas por los Ashton's, los capitanes del equipo, los cuales, siempre estaban con una chica a su lado. Me hacía triste el ver que no todas las Lacey, tenía a su Ashton. Toda chica merece a ese chico que sea capaz de cambiar por ti. Y yo estaba muy agradecida de poder tenerlo.

Al estacionar mi carro, me sorprendió ver el Porsche negro aparcado a un lado. Tomé los papeles que se encontraban en el asiento del pasajero y bajé del carro.

Al cerrar la gran puerta de madera me encontré con Max, con su cabello un poco alborotado y su suéter arrugado. -Creí que llegarías más tarde.

Seguí a Max por el largo corredor hasta llegar a las grandes escaleras de madera. Colgué mi abrigo negro en el perchero y rodé los ojos mientras observaba como Max desaparecía de mi vista.

Las cosas con Max siempre eran así, siempre tenía grandes cambios de humor y ya no hablábamos tanto como solíamos hacerlo. Pero no había mucho que pudiera hacer. Tenía la esperanza de que fuera algo pasajero. Con un suspiro, arrastré mis tacones escaleras arriba y me tumbé a la cama king size, la cual se encontraba en medio de la habitación, iluminada por la tenue luz del sol.

Escuché el sonido de la ducha detenerse y cerré los ojos mientras disfrutaba del silencio. Para cuando abrí los ojos, todo estaba en completa oscuridad, sólo el silencio había permanecido. Prendí la lampara que se encontraba en mi mesita de noche y sonreí al verlo dormir tan pacíficamente a mi lado. Me sentí horrible con tan sólo pensar lo temprano que tenía que levantarse mañana, de hecho, también me sentía horrible al pensar  que me esperaba un largo día mañana. Supongo que ser esposa de un jugador de fútbol tenía sus desventajas. ¿Cierto?

Educación Sexual. ♥Ashton Irwin♥ *Editada*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora