Abrió rápidamente su móvil deseando que aquello que se estaba imaginando no estuviera en el aparato. Un pequeño texto cubrió toda la pantalla del móvil obligándole a leer el contenido del mismo. Era un mensaje corto y claro, no hacía falta que el artista firmara su obra. Aquellas palabras solo podían haber sido pronunciadas por una persona en concreto en aquella situación.

Leyó el mensaje varias veces hasta asegurarse de que lo que estaba leyendo era lo correcto; "Sabía que lo harías"

Aquel desgraciado había estado en su habitación y seguramente solo había venido para dejarle ese engreído mensaje de victoria. Lo que no se preguntaba era cómo lo había logrado. Kageyama estuvo en todo momento con él y se habría dado cuenta en seguida de la presencia de otra persona en la sala, por otro lado, dado sus circunstancias ninguno de los enfermeros habría dejado que nadie entrara en la habitación mientras él dormía, a excepción de sus familiares y gente autorizada por ésta.

Algo no cuadraba en todo aquello. Contempló el brazo donde anteriormente había tenido puesta aquella molesta vía. Desde luego, algo no encajaba, estaba completamente seguro de que esa escena de los médicos y las enfermeras no había sido un sueño.

-Me han mentid... -Un increíble estruendo procedente de la puerta lo sacó de sus hipótesis mentales y guardó ambos móviles en el bolsillo delantero de su mochila justo a tiempo.

Una pequeña niña de pelo anaranjado, sujeto por dos pequeñas y revoltosas coletas a cada lado de la cabeza, se abalanzó sobre él para abrazarle.

-Hermaniiitoooo -gritó eufórica la niña. Había pasado mucho tiempo desde que se habían visto, ninguno de sus padres quería ver como Natsu reaccionaria al ver a su querido hermano en un estado psicológico tan crítico -¿Ya no te duele el estómago?

Hinata arqueó una ceja y miró a sus padres. Éstos sacudieron la cabeza y sonrieron. El pelirrojo frunció el ceño y volvió a dirigir su mirada a la niña.

-¿Quieres que saltemos a la comba cuando lleguemos a casa? -le dijo, acariciando su pelo con cariño mientras le dedicaba una deslumbrante sonrisa. Ahora que Natsu ya no corría peligro, lo único que podía hacer es pasar más tiempo con ella para recuperar los días perdidos.

Natsu pegó un gran brinco de alegría y se subió a la espalda de Hinata para que le llevara a cuestas.

-La capitana Natsu te ordena que me lleves a caballito -dijo la niña, empezando un absurdo juego para pasar el rato. Ambos padres se reían desde su sitio, observando como la vida de su familia estaba volviendo de nuevo a la normalidad.

-Como ordene -contestó Hinata siguiéndole el juego.

"Si vas a golpearlo, hazlo hasta que se rompa"

-¿¡Cómo se te ocurre hacer tal cosa!? ¿¡Quieres condenarnos a ambos o qué!? -gritó malhumorada la chica mientras se dedicaba a dar cortos paseos por la sala.

El otro chico dio un soplido apartándose el flequillo de la cara. Le agotaba mucho tener conversaciones con esa chica, era demasiado perfeccionista.

-Yo por mi parte ya estoy acabado, así que tampoco importa mucho -comentó mientras se balanceaba en la silla de madera. No tenía sentido ser tan chisquillosos cuando ya no había vuelta atrás. Rodó los ojos y clavó su vista de nuevo en la impaciente chica que se seguía moviendo de un lado a otro.

-Sabes que dentro de tres días volvemos a Hokkaido ¿verdad? -le incriminó la muchacha con una mirada gélida.

El albino se levantó de la silla de un salto, se peinó vagamente y estiró sus extremidades resentidas por la forma de la silla.

DesmoronamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora