Inicio 2ª parte

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Inicio. Segundo día. Miércoles. Hora del entrenamiento

Desde el fondo de la cancha se podía oír al entrenador dando órdenes a sus jugadores. Haciendo lo que éste les mandaba, se colocaron en dos filas para empezar las prácticas de remates y rápidos. La concentración del equipo estaba más elevada de lo normal y era un momento perfecto para aprovecharse de esa situación.

-Kageyama, te quiero ver en dos practicando rápidos con Hinata, Narita y Tsukishima. Sugawara, a ti en tres practicando los remates con el resto. Mientras, a Nishinoya le quiero ver recepcionando los rápidos del grupo de Kageyama –dio una fuerte palmada y entregó los balones a sus jugadores, para que empezaran con el entrenamiento –Dentro de un rato, cambiáis de colocadores.

El grupo de Kageyama se colocó de modo que Tsukishima sería el primero y Hinata el último. Fue extraño y todos lo notaron, pero Hinata no estaba de humor como para andar discutiendo con Tsukishima así que, simplemente, le cedió el primer puesto. En aquellos momentos, no disponía de la valentía suficiente como para estar delante de su colocador sin que los nervios le jugaran una mala pasada.

No había pasado mucho tiempo desde el incidente de Kai, y la cabeza de Hinata no estaba para nada concentrada en el entrenamiento. Pero lo peor no era eso, no podía ni mirar a Kageyama a la cara, no sabía la razón, pero simplemente algo en su interior se lo impedía, ¿sentimiento de culpa? ¿Traición? ¿Vergüenza? No lo sabía, y tampoco necesitaba una respuesta. Había estado evadiendo a su compañero todo el tiempo que le fue posible, pero cuando se trataba de practicar rápidos, no tuvo más remedio que formar grupo con él.

Sin que se diera cuenta, su turno llegó. Estaba tan concentrado en sus pensamientos, que solo un grito de Kageyama lo hizo volver a la realidad.

-Idiota, no te quedes ahí parado –gruñó Kageyama.

-Si... -murmuró el pelirrojo en respuesta.

Agitó su cabeza, se dio dos pequeñas bofetadas en el rostro y salió de su posición. No se percató de ello, pero empezó la carrera demasiado lejos y fuera de la cancha. Lo que provocó que al mirar el balón, sus ojos se encontraran con el cuerpo de Kageyama. Le miró las manos, perdiendo de vista la pelota y yendo directo hasta el chico, para luego chocarse de bruces contra él. Su cuerpo no le obedecía, su cabeza estaba en las nubes y su corazón iba demasiado rápido. Su cerebro dejó de responder en cuando encontró el rostro del colocador en su campo de visión. Por un momento, el rostro de Kai apareció en su mente, mirándolo con aquella mirada lujuriosa que tanto asco le daba.

Ahora mismo, lo único que deseaba era salir de allí. Irse corriendo y gritar al aire para liberar todo el estrés que tenía acumulado.

-¡Hinata, joder! ¿Qué coño te pasa hoy? –gritó malhumorado el moreno, intentando quitarse al central de encima.

Hinata había chocado completamente de frente, y sus cuerpos estaban uno encima del otro. El pelirrojo tenía su cabeza sobre el pecho de Kageyama y sus brazos y piernas se encontraban enredados con los del otro. El golpe en la cabeza lo dejó aturdido unos segundos hasta que pudo hablar.

-L-lo siento... -le susurró al oído, para que nadie más pudiera oírlo.

Kageyama con el ceño fruncido lo miró, cogiéndolo de los hombros para quitárselo de encima. Pero la expresión del muchacho en aquellos momentos lo dejó sin palabras.

No estaba llorando, jamás lo haría en un situación como esa, aun le quedaba algo de orgullo ante sus compañeros de equipo. En su lugar, una increíble mueca de rabia adornaba su rostro.

-¿¡Estáis bien!? –preguntó Suga, preocupado.

-Sí, no pasa nada –le contestó Kageyama.

DesmoronamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora