Venganza

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La puerta se había cerrado antes de dejarle articular palabra alguna sobre la situación, se hubiera esperado de todo menos aquello, aún estaba confuso y aturdido, no se lo podía creer del todo.

¿Hinata le había dado un beso? 

Su pulso se aceleraba con tan solo recordarlo, su relación era estrecha, y esas cosas, pero no tanto, bien es cierto que últimamente había sentido una ligera atracción hacia Hinata, pero no estaba seguro de si era la misma que la que el otro chico le había expresado, con todo el lío del incidente se sentía sobreprotector con el pequeño, eso era seguro, tenía la necesidad de estar a su lado y vigilarle. 

De todos modos, es lo que haría todo buen amigo ¿no? 

También existía la posibilidad de que Hinata le estuviera tan agradecido que no encontrara otra forma de agradecérselo, algo extraño, pero agradecimiento al fin y al cabo. La verdad era que no le había desagradado en absoluto, posiblemente, si hubiera sido otra persona las cosas hubieran cambiado. 

Espera. 

Eso significaría que Kageyama, el mismísimo rey de la cancha, ¿estaba enamorado del idiota de Hinata? No, no, no. Que no le haya desagradado no significaba que le gustara ni nada por el estilo, son dos chicos, pero sobre todo, él no conocía el verdadero sentido del amor hasta hace poco, posiblemente si hace unos meses le hubieran preguntado el significado de esa palabra habría dicho que es algún tipo de comida. 

Es imposible que de repente tuviese ese tipo de sentimientos, y menos por Hinata. Pero, ¿y si el Sol al que se refería Suga era en realidad esto? En cierto modo, cada vez que se encontraba con Hinata, el Sol, la tensión de la situación, la tormenta, desaparecía mínimamente.

Kageyama dio la vuelta en dirección a su casa, intentando no dar más vueltas a la situación, había sido un día largo y diverso, lo que más necesitaba ahora era descansar para despejar su mente, y disipar todas esas dudas sobre sus sentimientos. 

Ese día tenía que terminar rápido para que nada ni nadie pudiera fastidiarlo. Pensando en eso, aceleró el paso, casi corriendo, para llegar a la parada de autobús lo antes posible, no sabía por qué se encontraba tan ansioso de repente, su pulso seguía acelerado y su rostro estaba de un notable color rojo. Olvidar aquello iba a ser más difícil de lo que creía. 

Hizo el trasbordo y, rápidamente, llegó a su barrio donde, ya agotado, bajó el ritmo y con tranquilizad se dirigió a su casa. La oscuridad ya estaba empezando a inundar la calle; por lo que la tenue luz de las farolas era lo único que le daba un poco de visibilidad, debido a esto, no se percató de la silueta situada a unos pocos metros de él. Al principio no la había visto pero según se iba acercando, la silueta se iba enfocando en su mente hasta poder distinguir la figura de una chica. 

Se extrañó al ver una chica a estas horas por la calle, pero para evitar malentendidos, simplemente ignoró su presencia y continuó su camino. La chica, que se encontraba apoyada contra una farola, se colocó en medio del camino irrumpiendo el paso al moreno. Debajo de la luz de la farola pudo distinguir bien el uniforme femenino de Karasuno y la cara de la chica, esto último le costó un poco, pero el rostro de esa chica no se iría de su mente tan fácilmente.

-Buenas noches, Kageyama-kun —la chica le ofreció una dulce sonrisa a lo que Kageyama solamente dibujo una mueca neutra en su rostro.

-¿Qué haces a estas horas por aquí sola? —preguntó el moreno intentando ser amable. 

La chica se acarició un mechón de pelo, ocultando con vergüenzamedio rostro  en él.

-¿No puedo venir a verte...? —lo miró con unos ojos lastimeros como si hubiera dado una patada a un cachorro indefenso. 

DesmoronamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora