Jeanine Matthews en Osadía

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Drew grita. Me despierto sobresaltada, y atormentada pues creo que alguien lo está torturando. Es la segunda vez que lo hace esta noche, y viene gritando desde el lunes. Hoy es sábado, o... ya debe serlo. Aún faltan tres días para terminar este martirio de las simulaciones. Me he enfrentado a cuatro miedos más: insectos por montón, devorándome y metiéndose por todos lados. Incendio. El tercer miedo ha sido la velocidad. Y el de este viernes, ha sido matar a alguien, por primera vez. Maté a Ariana, por orden de Eric. Y, Cuatro me volvió a cuestionar sobre mi resultado en la Prueba de Aptitud.

Parece que mi cuerpo está poco dispuesto para dormir, así que me levanto y salgo de la habitación. Hay algunas luces tenues encendidas. Es la una o dos de la mañana, quién sabe. Voy descalza con el afán de sentirme viva y recobrar un poco la calma de tantos pensamientos, simulaciones y las pesadillas que éstas causan. Necesito agua; tal vez el comedor esté abierto para todos los iniciados que están siendo torturados mentalmente. Voy por los pasillos que me llevan al Abismo, y luego al Pozo; pero, antes de que llegue al Abismo, escucho voces.

- Por ahora, no ha habido ningún indicio al respecto. – dice una voz rasposa, que cuando es así de suave, suena sensual y provocativa. Un escalofrío recorre mis piernas y sube hasta mi cuello. Eric.

- Bueno, todavía es muy pronto para ver nada. – le responde alguien. Es una voz femenina; una mujer mayor. Es fría y me parece conocida. – el entrenamiento de combate no revela nada. – continúa diciendo la mujer. – Sin embargo, las simulaciones dejan al descubierto quiénes son los rebeldes Divergentes, si los hay. Así que tendremos que examinar las grabaciones varias veces para estar seguros.

Siento un peso en el pecho, algo que me deja helada. Eric y esa mujer son los encargados de matar a todos los Divergentes. Hay cinco líderes en esta Facción, ella debe ser parte del liderazgo, pero... ¿quién es? Inclino mi espalda hacia adelante, despacio para poder ver algo.

- No olvides por qué te eligió Max. – dice ella. – Tu prioridad siempre debe ser encontrarlos. Siempre. – resalta la última palabra.

- No se me olvida.

Intento hacerme más al frente, para ver quién habla con Eric; están a punto de cruzar una esquina y solo alcanzo a ver un destello rubio, cuando alguien me agarra por la espalda, tapando mi boca. Doy un codazo, pero le doy al aire, pego con el otro codo y logro dar en algo que creo ha sido el abdomen de alguien. Mi atacante me suelta, y volteo. Es Cuatro, doblado por el golpe.

- ¿No pudiste simplemente hablarme? – le digo agitada. – ¿Estás bien? – le tomo el hombro.

- Sí. – me dice en silencio. – Me había salvado de tus golpes. Pensé que Eric exageraba con su mejilla el domingo. – solo logro esbozar una sonrisa. En fin, ¿qué haces aquí? – dice, un poco repuesto.

- Venía al comedor.

- ¿Y, no lograste pasar de esa pared? – me pregunta, levantando una ceja.

- No, yo... bueno... ah, ¿para qué mentirte? Escuché la voz de Eric, y quise ver con quién hablaba.

- ¿Celos? – dice, con esa misma sonrisa orgullosa.

- Vete al diablo. – le digo, seria. – Mi relación con él, no es como la tuya con Ariana. Estamos a mano, querido instructor.

- Por ahora. – me dice, cruzándose de brazos.

- ¿Quién era ella, Cuatro? – le pregunto, volviendo a mi seriedad y angustia.

- ¿Por qué te preocupa?

Una historia DivergenteWhere stories live. Discover now