El resultado

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Llegamos por fin al lugar, está al lado de la escuela y tiene conexión interna con ésta. Mi apellido es Austin, así que no tendré que esperar demasiado tiempo para saber mi resultado. Estoy asustada y nerviosa, ni siquiera puedo sostener una conversación amena con John, Mark o Caroline, quienes fuman cigarrillos. Unas chicas cordialidad, juegan una ronda sentadas en el suelo y Peter acosa a un abnegado, qué raro. De repente, oigo mi nombre. Me pongo de pie, y voy hacia la habitación. Es un hombre de Abnegación.

- Buenos días. – saluda, amablemente. – Siéntate, por favor.

- Con permiso. – cierro la puerta. La habitación es amplia, con espejos a su alrededor y una silla en medio que me recuerda a mis peores momentos con el dentista.

- Te conectaré estos electrodos. – dice, cuando ya estoy sentada en la silla. Él procede a poner uno a cada lado de mi sien. – Y, cuando yo te avise, te tomas esto. – me da una copita con un líquido de color azul. - Esto te internará en una simulación, y el resto lo haces tú.

- Está bien. – contesto, mi respiración comienza a traicionarme. Él ingresa unos datos en la computadora.

- Ahora. – me dice, y yo bebo el líquido, esperando que tenga un sabor desagradable, pero me llevo la sorpresa que es como agua pura. Él me quita la copa, una vez he terminado su contenido. Me recuesto y espero. Cierro mis ojos, pues estoy un poco mareada de los nervios. De repente, una voz femenina resuena.

- Elige.

Abro mis ojos, un poco asustada, y estoy sola en la habitación. A mi lado, hay una mesa con dos platos, uno tiene un trozo de queso y el otro un cuchillo largo. Me llama la atención el cuchillo, por su exuberante tamaño, y lo cojo de la mesa. Todo desaparece, incluso el cuchillo. Estoy en un bus, de pie, tal como esta mañana, y sentado enfrente de mí, hay un hombre que tiene cicatrices por todo el cuerpo, son cicatrices de quemaduras. Lee un periódico, y cuando lo cierra, sonríe con tristeza al hombre que está en primera plana. Yo conozco a ese hombre. Voltea a verme, y es como si leyera mi mente.

- ¿Conoces a este hombre? – me dice, tranquilo. – Él fue el causante de esto. – señala las cicatrices de su cara. Yo no sé qué responder. Con la verdad, Maud, con la verdad. Pero él parece amenazante, luego de que no ve respuesta alguna en mí. - ¿Lo conoces? – insiste. Y empiezo a sudar. Soy mala mintiendo, pero él me va a hacer algo, si le digo la verdad. - ¡Te estoy preguntando! – grita, y se pone de pie. - ¡Yo sé que lo conoces! ¡Dime!

- ¡No, no lo conozco! – grito, asustada. Cuando miro, estoy de nuevo en la sala de la prueba, estoy a la espera de que el hombre quemado aparezca y me golpee.

- Tranquila. – me dice, el hombre Abnegación. – Ya terminó. – A pesar de que me habla con calma, su mirada no inspira lo mismo.

- ¿Sucede algo? – le pregunto.

- No. – responde, viendo hacia los datos del programa, y se aleja.

- Miente. – le respondo, un poco alterada. - ¿Cuál fue mi resultado?

- Verdad.

- ¿Qué? - le digo desconcertada.

- ¿Esperabas algo más?

- No... es que... no puede ser ese mi resultado. ¡Mentí cuando el hombre preguntaba!

- Escucha. – me dice, acercándose demasiado a mí, y comienza a hablar bajo. – Tus resultados no fueron concluyentes.

- ¿Qué? – no entiendo lo que quiere decir, pero creo que no es algo bueno por sus gestos. - ¿Qué significa?

- Tus resultados fueron Verdad, Osadía y Erudición.

Una historia DivergenteWhere stories live. Discover now