La historia de dos hermanos

335 42 18
                                    


La visión de Sun Gi estaba bloqueada por el saco que tenía en la cabeza, tan sólo sentía el movimiento del bote donde la llevaban, luego como un sujeto la cargaba de nuevo en su hombro y avanzaba. Ya había pasado por eso una vez y tenía tan mala suerte que ya sería una costumbre. El hombre la depositó en una superficie suave y acolchada, la sintió con sus manos y supo que era una cama. Escuchó una puerta cerrarse, luego alguien se sentó a su lado, estaba muy asustada cuando sintió unas manos a la altura de su cuello que tomaron el saco que tenía puesto y lo quitaba sintiéndose aliviada por el rostro que vio frente a ella.

-¿Me extrañaste? – el capitán Wuno la miraba con una sonrisa amable.

La chica se enderezó para quedar sentada a su lado.

-N-no entiendo ¿Por qué estoy aquí?

-Te estoy rescatando. Te hice una promesa que te llevaría a isla de Reyes y la cumpliré. Luego me darás esa botella de ron y quedamos a mano – volvió a sonreír.

Por instinto, Sun Gi se abalanzó al chico para abrazarlo y éste le devolvió el gesto. Sus ojos se llenaron de lágrimas de alegría y agradecimiento hacia él por haberla sacado de ese navío y alejado de esos piratas. Aunque Wuno también era uno, lo sentía diferente, quizás era de esos a los que les gusta las riquezas, el alcohol y la vida desenfrenada pero que no le haría daño a nadie. La hacía sentir segura y le transmitía confianza, algo que pensó era totalmente descabellado.

-Muchas gracias.

-Es un placer poder ayudarte arrancándote de las garras de mi hermano. Te la habrá puesto muy difícil ¿No?

-No tienes idea – se separó y le regaló una sonrisa. Sus lágrimas caían y Wuno se las secó con un suave tacto de su mano que la estremeció - ¿Pero por qué tenías que haberme traído de esa forma?

-Si no hubiese sido aburrido – rió divertido – Debes estar muy cansada y seguro no has dormido bien. Dejaré que tomes una siesta en mi cama, te hará bien.

-Sí, de hecho. Muchas gracias de nuevo – hizo una leve reverencia con la cabeza.

-No hay problema – se acercó a Sun Gi dejando un beso en su frente.

La chica de pronto sintió una corriente eléctrica, nunca un hombre la había besado, con excepción de los besos de buenas noches que le daba su padre en la frente pero esto era algo completamente distinto. Wuno al ver la expresión de shock de la chica rió en silencio y luego salió del camarote para dejarla descansar. Después de varios segundos, la chica volvió a aterrizar y sacudió su cabeza dejando pasar lo que acababa de ocurrir, era un simple beso en la frente, no significaba más nada. Gateó hasta llegar a la cabecera en donde acostó su cuerpo en ese suave y cómodo colchón y enterró su cabeza en la acolchada almohada. Extrañaba tanto estar en una cama, acurrucada en las sábanas, esas que tenían la agradable fragancia de su dueño que en cierta forma la embelesaba. Observó la habitación, similar a la de Zico pero mucho más sobria y menos cargada, en el cuarto del otro predominaban colores llamativos como el rojo, dorado y violeta en cambio en la que se encontraba ahora los tonos azules, beige y café eran los protagonistas, los únicos puntos de color que habían eran unas plumas de unos móviles que colgaban del techo. A pesar de que Zico y Wuno eran hermanos, tenían gustos muy diferentes, el menor era más tosco mientras el mayor tenía más clase y elegancia a pesar de ser un pirata.

Sun Gi se acurrucó en las sábanas, dejó que el suave movimiento del barco y el sonido del oleaje la arrullaran hasta que cayó profundamente en los brazos de Morfeo. Nada podría arruinar su sueño, nada podría hacer que sus cansados ojos se abrieran, ni que pasaran por en medio de una tormenta, ni que el navío fuera atacado por los cañones de otro, ni si quiera el suave contacto de esos largos dedos que se movían por su rostro delineando sus finas facciones la harían despertar. No fue sino hasta que sintió un suave cosquilleo en su mejilla que abrió los ojos.

Seven SeasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora