3. ¿Dibujando sirenas?

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Había pasado una semana desde mi llegada.
Era lunes por la mañana y estaba preparándome para ir a la escuela.
Cuando termine de arreglarme (ducharme, ponerme ropa) y desayunar, subí a mi bicicleta, ya que la escuela no estaba muy lejos y empecé a pedalear a toda prisa.
Demonios, iba a llegar tarde.

                  ♢♢♢

Abrí la puerta del aula tratando de no hacer mucho ruido, pero la maldita puerta no hizo más que contradecirme rechinando lo más alto posible ocasionando que todo la clase me volteara a ver.
—Oh, pasa... Tú debes ser ¿Raven? La nueva alumna—dijo la maestra con una voz suave.

—Ah, sí... Soy Raven, perdón por la tardanza. N-No... Lo siento—
Sentía como el calor subía por mis mejillas. Sabía que toda la clase me estaba viendo. Más que saberlo, lo sentía.
         
            
La clase transcurrió con normalidad, yo sabía que las demás chicas murmuraban acerca de mi, y la verdad... No me importaba.
Al sonar el timbre tome mis cosas para dirigirme a mi casillero, pero había alguien detrás mío, siguiéndome.
—¡Oye!—una chica de un bonito cabello color Aqua que no había visto hasta ahora me sonrió—soy Alice, mucho gusto. Me preguntaba si necesitabas mi ayuda ¿Te gusta dibujar—se percató de mis garabatos al deslizarse una hoja de mi libreta.
—Ah, sí. Gracias, si, me encantaría tu ayuda Alice—dije cerrando mi casillero.

—Entonces vamos con Junko de seguro está en el "lugar" dibujando sirenas—dijo formando unas comillas con sus manos llenas de rayones.

–¿El "lugar"?—pregunté con una cara de confusión.
—Ya lo verás.
Cuando llegamos al jardín, en una esquina, al lado de un árbol, más alejado; me percaté en seguida de la presencia de una hermosa chica. Tenía el cabello rojizo y su piel era blanca. Era hermosa.
Cuando nos acercamos un poco más pude darme cuenta de que estaba, efectivamente, dibujando sirenas, dibuja muy bien, a decir verdad.
Nos hizo una señal con el dedo, expresándonos que esperáramos un momento.
Cuando por fin cerro su libreta y de levanto, pude verla a los ojos. ¡Jesucristo! Tenía unos ojos preciosos, para ser exacta, verdes.
—Ah...—Las palabras no me salían ¿qué debía decir? ¿Qué sonaría más apropiado?—Hola, S-Soy Raven, gusto en conocerte—extendí mi mano.
—Junko, el gusto es mío—dijo rechazando mi mano y cambiando el apretón por un delicado abrazo. A ese paso no tardaría en salir lastimada.
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Nota: probablemente hayas terminado de leer él capítulo, gracias por leer! Espero que te esté gustando la historia...
-TG

Las cosas que pasan.Où les histoires vivent. Découvrez maintenant