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Las sirenas policiacas se escucharon afuera. James corrió a abrir la puerta.

–¿Familia Mester? –Preguntó el oficial. James asintió.

–Si, por favor, pasen. –Pidió. 5 oficiales de policía entraron a la casa. Lizbeth se paró del sillón y caminó hasta ellos.

–Recibimos la llamada sobre el paradero de su hija, ¿Hace cuanto debería haber llegado a casa? –Preguntó uno de ellos.

–Ella debió haber vuelto a las 4 de sus clases de modejale... –La voz de Lizbeth se entrecortó. –Ya fuimos allá, cuando salieron a comer, no regresó. Nadie la vió desde entonces, ¡Han pasado 2 horas! No contesta su celular, nadie sabe donde está... –Una lágrima invadió el rostro de su madre. James la abrazó, para calmarla.

–Tranquila, señora. La encontraremos. –Prometió el policía. –¿Dónde está su esposo? –Preguntó.

–El está en Washington, DC. Por cuestiones de trabajo... –Dijo James.

–¿En qué trabaja? –Preguntó.

–Es dueño de la compañía US BANCORP señor. –Le informó James. El policía se calló por un momento. Pareció realmente sorprendido al escuchar eso. Le dijo algo en voz baja a otro oficial.

–La buscaremos todo lo que resta del día. Si ella no aparece, esto se habrá convertido en... un secuestro.



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Afuera de la casa se escuchó un portazo. Justin se asomó por la ventana, era él.

–Ethan- Le habló. –Richard llegó, llama a los chicos. Traeré a la chica. –Pidió. 

Ethan que estaba sentado en la sala, asintió. Justin guardó su labtop y rápidamente tiró las latas de cerveza a la basura. Richard no podía encontrar nada fuera de lugar. Corrió hasta el sótano. Bajó y encendió la luz. Ella dormía. Se acercó lentamente, para no despertarla. Empezó por desatarle una mano. Ella entreabrió los ojos al sentir que alguien la tocaba.

–No, ¡No!- Dijo ella, asustada. Justin dejó de desatarle el nudo y la observó. Estaba a unos centímetros de su rostro, pues se tuvo que subir a la cama para desatarla.

–Shhh- Pidió él. –No te haré daño. –Prometió.

–No me toques, por favor. –Rogó ella. Justin terminó de desatarle una mano, ella no se movió. Él pudo observar que la cuerda le había provocado leves heridas.

–Voy a desatarte. No intentes huir, o las cosas saldrán mal, ¿De acuerdo? –Pidió él. 

Ella se quedó callada. Su respiración se agitó mucho. Ahora Justin le desató la otra mano. Ella soltó un leve quejido. Se sobó las muñecas de ambas manos, le dolían muchísimo. Tenía cortes por la cuerda tan apretada. Justin llegó hasta sus pies. Le desató uno. La observó... se miraron. Luego, más lento, le desató el otro. Pero oh... apenas lo hizo, ella se puso de pié y corrió hasta las escaleras. Al parecer ya lo tenía planeado. Justin se sorprendió ante su movimiento tan rápido.

–¡Detente! –Gritó él. Ella iba a mitad de las escaleras, cuando él la tomó de la cintura con fuerza. Ella soltó un grito. Justin la apretó a su cuerpo. Ahora ella estaba entre él y la pared. Le tapó la boca agresivamente. La mandíbula de Justin se apretó de nuevo. Estaba enojado, muy enojado. La observó profundamente. Ojos miel con ojos azules... se perdieron por milésimas de segundo.

–No grites. –Pidió él, sin destaparle la boca. Seguía aferrándola a su cuerpo. Sus respiraciones estaban agitadas por haber corrido tan rápido. –Te dije que no intentaras huir, joder. ¡Hazme caso! –La regañó. 

Detrás de los Mester. 1temDonde viven las historias. Descúbrelo ahora