Capítulo 15

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15

La actitud de Alekséi cambió radicalmente, pasando de ser juguetón y divertido a abstraído y serio. El ruido del bar en contraste con nuestro silencio chocaba. Mi cabeza comenzó a buscar algún motivo por el que ruso diera ese cambio drástico, sin llegar a una salida válida, por lo que terminé optando por la opción más fácil; preguntar.

—¿Se puede saber que te pasa?—Su mirada por fin volvió a la mía, aunque seguía a kilómetros de distancia de allí.

—¿Por qué lo dices?

Agarró su botellín de cerveza, como si la conversación no fuera con él y le dio un trago. Yo permanecí callada, observándolo, esperando a que su atención regresara a mí.

—No lo sé—Dije imitando su desinterés, deslizando la yema del dedo por el borde de mi vaso—Quizás te han vuelto a meter el palo en el culo —Ni siquiera se inmutó ante mi osado comentario. Inspiré profundamente, relajándome o probablemente lo hubiera zarandeado hasta que escupiera lo que fuera que se estaba callando.

—Hoy llegó mi hermana—Soltó al fin, después de varios segundos—llevaba varios años sin verla.

Alcé una ceja sin entender nada. Sabía de buena tinta que al ruso se le caía la baba por su hermana, así que no encontraba ningún motivo por el que tuviera que tener esa actitud.

—¿Y donde está el lado malo?

Suspiró y me enfrentó.

—No, no hay lado malo, simplemente me ha sorprendido su compañía.

—¿A qué te refieres?

—Su novia. Su novia me ha desconcertado.

Mi cara debió ser un poema, porque hasta el propio Alekséi frunció el cejo.

—¿Tú hermana es lesbiana?—Asintió y yo me mordí el cachete para no reírme— Intuyo que no lo sabías—Volvió a afirmar y esa vez no pude contener la risa.

—No entiendo que te hace tanta gracia—Graznó herido.

Fui calmando mi sofocante risa hasta que hubo desaparecido y me apresuré a recomponerme. Le di un sorbo al té helado, disfrutando del sabor a limón y tras dejar el vaso en la mesa lo miré de frente.

—Lo siento, es que no te tenía por alguien tan...—me mordí el labio inferior, buscando la palabra indicada para definirlo—... tan anticuado.

El ruso resopló a la vez que negaba con la cabeza.

—No es lo que estás pensando. No tengo nada contra los homosexuales. Es más, pienso que cada quien debe hacer y deshacer lo que quiera con su cuerpo. La gente debe ser libre para elegir de quien se enamora o con quien se acuesta. Es solo que... me sorprendió.

De algún modo la ternura que sentía por ese hombre se acrecentó y así lo demostró mi sonrisa. Lo más extraño de todo no era el contenido de lo que me estaba contando, si no que me lo estaba contando. El ruso comenzaba a confiar en mí, o al menos eso parecía, y sinceramente, mentiría si dijera que no encontraba una gran satisfacción en ello.

—¿Qué?—Inquirió al ver que lo observa pero no me pronunciaba—¿Está pensando que soy idiota?

—En absoluto. Creo que tú reacción es lógica; la sorpresa no es mala, solo una respuesta de aquello que no esperamos.

Alekséi alzó tanto las cejas que casi tocaban el nacimiento de su pelo.

—Tienes la oportunidad perfecta para meterte conmigo, decirme cualquier barbaridad y... no lo haces. Eso si es sorprendente.

Probablemente nuncaWhere stories live. Discover now