Capítulo 5

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Mi mundo al completo se descolocó cuando su boca me devoró de una forma salvaje. Su lengua se internó entre mis labios aprovechando la sorpresa, la sentía deslizarse por la mía, ambas luchando por ganar terreno y en esa ocasión, poco tenía que hacer, Alekséi tomó el mando. Una de sus manos apretó mi nuca, obligándome a acercarme a su rostro, penetrando más en mi cavidad. Probablemente, si sus dedos no estuvieran clavándose en la parte trasera de mi cuello, llegando incluso a lastimarme, no me habría creído que eso estuviera ocurriendo realmente, y joder, era incluso mejor de lo que mi mente calenturienta imaginó. Era explosivo.  

El ruso fue quien tomó la decisión de apartarse, dejándome deseosa, jadeante y muda. Rellenó su copa, bebiéndosela en completo silencio. Él parecía tan sorprendido de su acto como yo. Siendo sincera, esperaba que cayera, no obstante, no lo esperaba tan pronto.  

Después de varios segundos en los que ambos nos negábamos a hablar, carraspeé, sobreponiéndome de aquel beso.  

—Supongo que la respuesta a mi pregunta es que ha ganado tu amigo—Dije, captando la atención de los ojos azules.  

No estaba muy contento que digamos, aunque lo entendía; a mi tampoco me gustaba perder. Lentamente agarró la botella de Whisky y se sirvió la siguiente. Los movimientos fueron premeditadamente lentos, obligándome a observar como aquella boca que hacía escasos minutos devoraba la mía se cerraba sobre el cristal, como la tentadora nuez se movía al tragar o como con la lengua saboreaba el liquido sobrante de los labios. La imagen me hizo darme cuenta de la calentura que llevaba y sin más remedio apreté los muslos, cerrando los parpados al sentir el pinchazo de placer que me recorrió tan solo con aquel leve roce.  

—Vamos—Oí que decía, poniéndose en pie y agarrándome del brazo.  

Sin esperar mi reacción tiró de mi, arrastrándome a la parte trasera del local. Poco le importó que apenas pudiera caminar: entre mis piernas temblorosas y mis altos tacones mis pasos se convertían en los mismos tumbos que daba una borracha. Al llegar a una puerta la abrió de mala gana y sin dejarme estudiar la habitación que nos rodeaba me empujó contra la pared, haciéndome apoyar las manos en ella para evitar el golpe . Mis pulsaciones aumentaron de forma preocupante al sentir sus manos en mi caderas y su boca en mi cuello.  

—¿Esto es lo que querías?—Preguntó, restregando la notable erección en mi trasero.  

De forma compulsiva tragué saliva. Mi piel ardía, mi cuerpo era un puñetero volcán a punto de estallar. El ruso no fue nada delicado; subió la falda del vestido hasta mi cintura y, sin necesidad de mirarlo, supe que se tomó unos segundos para observar mis glúteos. No me hacía falta una bola mágica para prever que en aquel encuentro no habrían sutilezas; Alekséi estaba cabreado y aquella era una forma bastante buena de desquitarse.  

Su rodilla se internó entre las mías, separándomelas. Sus dientes mordisqueaban mi cuello o el hombro, produciéndome mil corrientes eléctricas. Di un pequeño brinco al notar la palma de su mano en mi sexo, sobre las diminutas bragas.  

—¿Es qué el gato te ha comido la lengua? Te he hecho un pregunta.—Insistió, presionado en el lugar justo, arrancándome un largo gemido.  

—Sí—Jadeé como pude.  

A mis espaldas el soltó una malévola risita que lo único que consiguió fue calentarme más. 

—Parece que ahora la pelirroja no es tan valiente.  

Me gustaría decir que me giré y le crucé la cara con una sonora bofetada para luego besarle y seguir por donde íbamos, tristemente eso no fue lo que ocurrió. Expertamente sus dedos acariciaron mi clítoris por encima de la tela, haciendo que me olvidara de todas las ideas previas. De pronto y sin avisar, su toque cesó y en un visto y no visto mis braguitas fueron trozos de encaje inservibles. ¡Me había roto una de mis bragas favoritas! Y posiblemente, si hubiera sido otro tío le habría pateado las pelotas.  

Probablemente nuncaWhere stories live. Discover now