Capítulo 13

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                                                                                                   13

Permanecí inmóvil, mirando asombrada al ruso. Le plantó cara a Martín en lugar de aceptar su consejo, tal y como pensé que haría. Al fin y al cabo Alekséi nunca tenía la mejor de las imágenes de mí. Creí que llegaría a la conclusión de que Martín fue uno de mis antiguos amantes que salió herido por mi culpa. Cuando la verdad era bien distinta.

—Quizás no debí interceder...—Murmuró con la vista fija en un punto que no era yo.

El nudo de mi garganta por poco me ahoga el pensar que se estaba arrepintiendo y había llegado a la conclusión errónea.

—En realidad te agradezco lo que has hecho—Por fin obtuve la atención de sus claros ojos—Martín fue un antiguo socio de MOAN con el que tuve...algo. Pero nunca fue más que sexo. Él creyó que mis negativas a algo más se transformarían mágicamente en afirmativas, por lo qué corté la relación. Y desde ese momento se dedicó a contar una historia totalmente diferente.

Arrugué el ceño al darme cuenta de lo que estaba haciendo. ¿Por qué le contaba todo eso a Alekséi? Y todavía más preocupante: ¿Por qué me importaba lo que él pensara?

—Es un cretino—Gruñó por lo bajo.

Una especie de sonrisilla complacida curvó las comisuras de mi boca y completamente hipnotizada vi como las del ruso me imitaban.

Con la gracia y elegancia de una pantera fue acercándose a mí. Abrazó mi cintura y me obligó a echar la cabeza hacía detrás para poder obtener un buen ángulo de su rostro. Apretó el agarre y un ronroneo masculino se escapó de sus labios al frotar su miembro contra mi estomago.

—Me vuelve loco cuando eres una fierecilla.

Sonreí abiertamente y alcé mis brazos para rodear su cuello.

—Ya veo—Susurré, restregándome en la parte de su anatomía que comenzaba endurecerse.

Su gruñido retumbó en las paredes de mi despacho, avisándome que ese sonido jamás se borrarían de mi mente y sin aviso atacó mi boca.

El fuego nunca desaparecía, el fuego siempre estaba ahí, esperando a que su beso lo reactivara, como en ese instante en el que sus labios no tenían piedad de los míos.

Alekséi ejercía un dominio sobre mi cuerpo y sobre mí que nadie, jamás, lo había conseguido. Era como si con un solo leve roce de sus dedos mi piel se convirtiera en un río de lava o como si mi corazón se transformara en los galopes de un caballo descocado, retumbando con tanta fuerza que me martilleaba en los oídos.

Era fascinante a la vez que temible.

Como si un animal salvaje lo hubiese poseído remangó mi vestido, enganchó sus largos dedos a los laterales de mis bragas y tiró hasta convertirlas en jirones. Jadeé, acompañando al quejido de la tela a la vez que Alekséi me empujaba a la mesa, sin esfuerzo me colocó sobre ella, haciéndome sentir el frío cristal bajo mi caliente piel.

El sonido que produjo la cremallera de su pantalón erizó mi piel.

—Prefería tenerte en mi cama—Dijo con urgencia, terminando de deshacerse de las prendas que retenían su erección—Pero no puedo esperar un segundo más.

No tuve tiempo a prepararme. Desquiciantemente lento se fue introduciendo centímetro a centímetro. Lo notaba, notaba cada parte de su miembro hundirse hasta lo más profundo de mí. Mi cuerpo actuaba por si solo y buscaba una penetración completa. Quería... no. Necesitaba tenerlo. Pero el ruso no me lo iba a poner tan fácil. Él disfrutaba torturándome, disfrutaba haciéndome ver que quien mandaba allí, al menos en ese terreno, era él.

Probablemente nuncaWhere stories live. Discover now