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Después de unos días, fui dada de alta. Jung Kook se ofreció a llevarme a casa, y mi madre decidió hacer una cena especial para celebrar. Ji Yeon y Sun Hee lograron convencer a mamá de hacer una "pijamada grupal", y así fue como ocho personas terminaron en el piso de mi sala a medianoche, viendo películas y jugando Just Dance. Jimin y yo pasamos toda la velada acurrucados en uno de los sillones. Habíamos pasado días sin vernos adecuadamente y queríamos aprovechar todo el tiempo perdido para, bueno, estar juntos.

TJ me había llamado cientos de veces para verificar que estaba bien, y mamá me había consentido demasiado en los últimos días. Amaba a mi familia. Eran increíbles. No podría haber deseado nada mejor. En cuanto a papá, los trámites del divorcio habían finalizado hace algunas semanas. Este se encontraba en Daegu con su nueva pareja, intentando restablecerse e iniciar una nueva vida.

A pesar de sus malos tratos y de la manera en la que nos separamos, me llamó un par de veces para saber cómo estaba y me dijo que me amaba. No esperaba mucho de él, pero ese pequeño gesto me hizo saber que le importaba; al menos un poco.

En cuanto a Jung Kook y a Sun Hee, ambos parecían llevar su relación de maravilla. Casi nunca peleaban y se les veía realmente enamorados. Estaba realmente feliz por Sun Hee; mi mejor amiga, mi confidente y hermana de sangre. Por fin había encontrado a un chico que entendía su sentido del humor, que la respetaba y la merecía. Jeon Jung Kook, eres un tonto con suerte.

Según Jimin y los demás, las autoridades habían reportado el incendio de la bodega abandonada. Se intentó llevar a cabo una investigación, pero no había pruebas suficientes para dar un veredicto. Jimin no quiso testificar, por lo que prefirió dejar el incidente enterrado en el pasado; justo donde pertenecía. Los cuerpos de Mandy y Jake fueron encontrados e identificados, y sus respectivos funerales fueron llevados a cabo pocos días después. Al parecer, la familia de Mandy había decidido mudarse a otro estado para dejar el terrible incidente atrás y empezar de nuevo. Nadie supo sobre el cuerpo de Jun Seo.

Ha Na y mi madre se habían encargado de avisarle al director de la secundaria que Jimin y yo habíamos tenido un accidente que nos había dejado en el hospital. No quisieron dar más detalles al respecto, pero lo cierto era que ambos deberíamos volver a la escuela en unas semanas.

Todo parecía estar bien. A pesar de todo lo que tuvimos que experimentar, Jimin y yo seguíamos vivos y estábamos juntos. Ahora, seríamos capaces de continuar con nuestras vidas y de actuar de la manera correcta. Solo teníamos una simple regla: no más secretos. No quería fingir más, no quería ocultar mi amor por Jimin y, en definitiva, no quería que el pasado se interpusiese nuevamente entre nosotros. Jimin era mucho más que un exintegrante de una pandilla de delincuentes o un tonto deportista popular con las chicas; él era un chico lleno de fuerza, coraje, amabilidad y... ¡Qué curioso! Ahora que lo pienso, siempre fue todo eso y mucho más.


...


Cuatro meses después...


Última semana de clases. ¡Estamos tan cerca de la graduación! Todos nos hemos estado esforzando al cien por ciento; en especial Jimin, quien presentó su último examen de química hace unos días. Estaba extremadamente nerviosa por él. ¡Por favor, Dios! Permite que haya aprobado, me repetía mentalmente, mientras me dirigía hacia la cafetería. Llevaba un paso apresurado e iba esquivando a todos a mi alrededor mientras caminaba. Solo quería atravesar la puerta, encontrar a Jimin y ver el resultado de su examen juntos.

Estaba a punto de llegar a mi destino, cuando fui halada fuertemente por una misteriosa mano que me introdujo en una pequeña habitación. De inmediato, entré en pánico. La mano misteriosa tapó mi boca y...

—Mmm... Huele a vainilla. ¿Acaso comiste un panqué o algo así? —pregunté, mi voz sonando amortiguada por el par de dedos que aún cubrían parte de mi boca. Poco a poco, me fui liberando de su agarre, enfrentando al responsable de aquel acto.

Antes de que pudiera pronunciar palabra, un muy animado Jimin puso una hoja de papel sobre su rostro, señalando un gran número marcado en rojo en la esquina superior. Apenas la retiró, salté sobre él y lo abracé fuertemente. Jimin me tomó por las caderas y me atrajo más a él, haciéndome saltar y envolver mis piernas a su alrededor.

—Eres asombrosa —susurró; sus manos sujetándome con fuerza y su nariz rozando la mía.

—Lo sé. Por eso sales conmigo —le respondí con sorna.

En menos de un segundo, sus labios hicieron contacto con los míos. Nuestro beso fue suave y lento. Demasiado lento. Mis manos acariciaban su cabello, mientras las suyas se encargaban de sujetarme firmemente y de tomar mi cuello con delicadeza, profundizando más el beso. Lentamente, nos fuimos alejando para recuperar el aire, pero Jimin continuó depositando una serie de pequeños besos alrededor de todo mi rostro. Recorrió mi labio inferior con sus dedos y me sonrió, mientras unía nuestras frentes y volvía a rozar nuestras narices.

—La química nunca había sido tan divertida para mí antes de tus tutorías, Young Mi —susurró en mis labios. Sonreí en respuesta.

—El armario de mantenimiento nunca me había parecido tan excitante antes de pasar tiempo contigo aquí, Jimin —le susurré de vuelta. Él sonrió aun más.

—En ese caso —dijo Jimin, mientras se alejaba de mí—. Creo que deberíamos darle un buen uso antes de dejarlo atrás para siempre, ¿no crees? —Me dedicó una mirada traviesa.

—¡Señor Park! ¿Pero qué clase de... —Un gemido involuntario se escapó de mis labios cuando Jimin me hizo saltar en sus caderas para perfeccionar su agarre—. Eres un sucio —susurré en un tono acusador.

—Sí; lo soy —susurró, dedicándome una sonrisa ladeada y apoyándome sobre un pequeño estante en la esquina del armario—. Sin embargo, no quiero que te preocupes. Eres muy especial para mí, y sé que te mereces algo mejor que un armario de mantenimiento. Es solo que... —dijo; su mirada baja y sus dedos rozando levemente el borde de mi falda—. Pensé que podríamos divertirnos un rato y... celebrar. ¿Qué opinas?

Jimin volvió a observarme. Mejor dicho, a comerme con la mirada. Esa mirada suya, tan profunda y penetrante, tan dulce y traviesa a la vez. Esa mirada; capaz de calentarme y hacerme estremecer en menos de un segundo.

Esa mirada. La inigualable mirada de Park Jimin, la estrella naciente de la nación. Mi estrella favorita. Mi único y gran amor.

—Creo que podríamos celebrar un poco. ¿Qué dices? ¿Saltarnos el almuerzo por esto? —sugerí en voz baja.

—No lo cambiaría por nada —susurró Jimin en mis labios.

Esa mirada © ➳ Park Jimin || Esa mirada #1Where stories live. Discover now