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—¿Están listos? —preguntó una risueña Sun Hee. Eran las tres y media de la mañana; hacía un frío de muerte y dos de nosotros estábamos en las gradas, esperando por el gran show. Jimin y Jung Kook habían perdido la competencia y estaban quitándose la ropa lentamente en medio del campo.

No pude evitar apartar la mirada. El cuerpo de Jimin era realmente atractivo, pero nunca me atreví a verlo fijamente por más de unos minutos. Los reflectores hacían de las suyas e iluminaban las siluetas de los chicos, haciendo que lucieran incluso más musculosos de lo que eran. Sun Hee incluso pareció caer hipnotizada cuando Jung Kook se sacó la camisa, mientras intentaba mantener la compostura y parecer profesional.

Poco a poco, los chicos fueron despojándose de sus prendas y empezaron a tiritar por el frío de la madrugada. Sun Hee les indicó que tenían que dar siete vueltas a lo largo de todo el campo en menos de diez minutos. La carrera empezó, y los chicos comenzaron a correr como si no hubiera un mañana.

Antes de que pudiera detallarlos más, Sun Hee tomó mi brazo con fuerza y nos hizo bajar hasta el campo.

—¿Qué haces? —le grité en un susurro.

—Ya verás —me dijo Sun Hee. Nos llevó hasta un extremo del campo de fútbol y se acercó hasta algo que parecía una llave.

—¡No! Sun Hee, no vayas a... —Antes de que pudiera convencerla de lo contrario, Sun Hee abrió la llave oculta y una serie de rociadores empezaron a hacer su trabajo por todo el césped. Jimin y Jung Kook gritaron por la sorpresa, y Sun Hee empezó a reír como desquiciada. No quería admitirlo, pero era realmente divertido ver a los chicos gritando por el frío como niñas asustadas.

Sun Hee siguió riendo, mientras intentaba apoyarse en una de las gradas, pero Jung Kook fue más rápido que ella y la tomó entre sus brazos, cargándola sobre sus hombros y corriendo con ella a través del campo.

—¡¡¡Suéltame, Jeon Jung Kook!!! —gritó una desesperada Sun Hee. Ambos habían empezado a empaparse—. ¡Déjame tranquila y bájame, estúpido!

—Nada de eso, bonita. Ahora sentirás el poder de mi venganza.

—Suenas como un tonto villano, ¿lo sabías?

—Sí. Quería darle un poco de énfasis al asunto, pero supongo que... —Repentinamente, ambos se vieron en el césped. Jung Kook había resbalado y ahora caía sobre el cuerpo pegajoso de Sun Hee.

—¡Quítate, quítate, quítate! —empezó a gritar Sun Hee. Jung Kook puso una mano sobre su boca, intentando callarla.

—Shh, ¿no entiendes que es de madrugada? La gente a nuestro alrededor puede pensar que te estoy violando o algo así —respondió Jung Kook en un susurro.

—No estarían del todo equivocados. De hecho, estás violando mi espacio personal en este momento —le dijo Sun Hee, mientras intentaba escabullirse, logrando rozar la entrepierna de Jung Kook con una de sus rodillas y provocando que ambos jadearan al unísono.

El sonrojo que cubrió sus rostros fue tan fuerte que Jimin y yo empezamos a reír a carcajadas. Ambos nos miraron y salieron rápidamente de su posición comprometedora, lanzándonos dagas con sus ojos. Jung Kook apartó su rostro de inmediato, intentando evadir la mirada avergonzada de mi amiga.

—Lo siento, yo... —susurró.

—No tienes que disculparte. Todo está bien. Fue mi culpa, yo... Creo que debo irme —Sun Hee empezó a caminar rápidamente hasta el auto, pero Jimin la detuvo antes de que pudiera montarse.

—¡Alto ahí, Hee Hee! —le advirtió. Ella volteó y lo miró curiosa—. Aún me falta mi parte —dijo en un tono coqueto. De repente, Jimin volteó y me enfrentó con una sonrisa traviesa en sus labios. Temí lo peor, así que empecé a correr por todo el campo, mientras era perseguida por un húmedo mariscal de campo en ropa interior y camiseta.

Justo cuando pensaba que lo había perdido, un par de brazos me sujetaron con fuerza, elevándome en el aire y haciéndome gritar. Jimin seguía corriendo conmigo en brazos; ambos riendo y mojándonos, cada vez más, con los rociadores. Pasados algunos minutos, Jimin pareció cansarse y me bajó con cuidado.

—Creo que hemos llegado al final de esta dulce velada, querida doncella. —Hizo una torpe reverencia. Empecé a reír.

—Creo que está en lo correcto, dulce señor —Jimin me sonrió de nuevo. Tenía una expresión tan tierna que no pude evitar morder mi labio inferior. Se veía como un pequeño niño recién salido de la piscina; listo para... —Fui interrumpida por un suave beso que me dejó paralizada. Sus labios se sentían sumamente suaves contra los míos, resbalando a través de mi piel y haciéndome cosquillas al mismo tiempo. Antes de que pudiera tomar el control y sujetar su cabello, Jimin se apartó.

—No deberíamos hacer estas cosas aquí —me susurró al oído, señalando con su cabeza a Jung Kook y Sun Hee, quienes nos esperaban en la puerta del auto. Asentí levemente y tomé su mano con delicadeza. Ambos empezamos a caminar y nos dirigimos hacia el auto, listos para darle fin a un magnífico día.

Esa mirada © ➳ Park Jimin || Esa mirada #1Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin