Confinamiento

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Despertaba todos los dias con el recuerdo de sus labios, su dulce sabor que mi boca aún no quería olvidar.

Me había pasado toda la semana y creo que era la mejor parte de mi dia. Era como si el momento magico que pasé con ben se repitiera cada mañana y lo unico que quería hacer era despertar una y otra vez para tenerlo en mi memoria por siempre.

La ultima semana no he salido de la habitación, las chicas consideran que no es buena idea que salga ni que vaya a clases. La parte de no tener escuela no me afecta en nada pero el no dejarme salir es un problema que me está volviendo loco.

Nadie ha venido a verme a exepcion de Jay y Evie quienes solo pasaban de vez en cuando para asegurarse de que seguía bien.

Mal, quien podría decirse mi doctora, no había hecho acto de presencia durante largo tiempo. Quería verla, necesitaba que me contestara por qué no podía salir, qué había sucedido una semana atrás con lo del sueño y las alucinaciones pero nadie quería contestarme. Quizá Mal si.

Era jueves por la tarde y nadie había ido a verme, lo que resultaba extaño ya que todos los dias aparecía una Evie angustiada por sus problemas con príncipes o un Jay fatigado por tanto entrenamiento.

El confinamiento era muy pesado para mi. No soportaba estan sin escapatoria de un lugar y mucho menos sin tener nada en que gastar mi tiempo; el videojuego con el que me obsecioné ya había acabado hace tres o cuatro dias, creo; dentro de mi encierro había perdido noción del tiempo, no recordaba cuanto tiempo exactamente llevaba dentro, u olvidaba lo que hacía los dias anteriores. Sentía que llevaba mas de una semana ahí dentro.

Sin nada que hacer y con el fin de que el aburrimiento no me matara, comencé a dibujar. No era nada en específico, solamente dibujaba lo que se me viniera a la cabeza. Algunos dias eran hermosas flores, en otras ocasiones eran retratos de personas que quizás jamas existieron y que ahora lo hacen solo en el papel. Incluso hubo una vez en que sin planearlo dibujé a Ben, no sabía por qué pero mi inconsiente me lo ordenó. No le di importancia y cambie la página para continuar con un dibujo nuevo, después de todo ni siquiera había ido a visitarme en toda la semana.

No recordaba mucho de lo que me había contado Mal, cuando desperté del sueño estaba un poco ido y no me concentraba tan facilmente pero me habían dicho que sería mejor quedarme a descansar y librarme de todos los problemas que cargaba.

Luché todo el tiempo por no recordarme yo mismo mis incertidumbres, no recordar ninguna tarea o pensar en mi falta de condición física para el entrenamiento. Trataba de sacar de mi mente a cada instante al príncipe y a Raina que tantas emociones libreraban en mi sin lograr nada mas que causarme daño.

Todo era mas fácil en la isla de los perdidos. Sin amor que pudiera dañar o sin conflictos que lograran confundirme mas de lo que ya estaba.

Abrí la ventana en busca de aire fresco. Por suerte mi vista daba hacia el bosque donde podía ver el paisaje sin tener que soportar las risas hipócritas o burlas de mis compañeros de escuela sin clase alguna. Hasta los secuases del capitán garfio tienen mas modales que toda la ¨realeza¨.

Era ya tarde por lo que faltaba poco para el ocaso y el cielo daba sus ultimos tonos celestes para cambiarlos por tonos anaranjados que precedían a la noche.

Suspiré cansado de estar tanto tiempo apartado, si bien tenía visitas constantes, la vida no es igual sin el drama del que acostumbro rodearme. Me convertí en la princesa encerrada en la espera de un príncipe valiente que viniera a mi rescate pero ese principe que suponía llegaría, ya había tardado demasiado.

Ya era demasiado tiempo descansando, no creo que lo que me sucedió fuera algo tan grave como para tenerme recluido toda la vida o me lo habrían dicho al menos. Viendo que nadie vendría a visitarme por el dia de hoy, no importaría mucho salir por un rato a tomar el sol y pasear por el bosque una vez mas. Era escaparme o volverme loco ahí dentro.

Salí por la ventana, aferrandome a la cornisa superior para no perder el equilibrio. A pesar de que mi dormitorio se encontraba en el primer nivel, todavía había una gran distancia hasta el suelo exterior que era mayo de lo que lo hacían aparentar los rosales que cubrían el perimetro de la academia.

Salté preparado, no era de las mayores alturas a las que me había enfrentado pero si la primera en la que me lanzaba hacia una planta llena de espinas.

Salí casi ileso de mi brinco, exeptuando por alguna que otra espina que se clavó en la piel. No dolio tanto al inicio sino después de quitarmela y que fuera cicatrizando.

Salí de los matorrales y me acerqué a los arboles mas exteriores del bosque al que me dirigía. Ya casi oscurecía y no tenía ninguna lampara o antorcha con la que iluminar pero no me importó. Me adentré al bosque sintiendo la frescura de lo salvaje en cada poro de mi piel. Realmente necesitaba salir aunque fuese solo un instante.

Las sensaciones de libertad se apoderaron de mis sentidos y todo alrededor se convirtió en una imagen de relajación total.

Seguía caminando bosque dentro sin importarme que el sol ya estuviese a medio atardecer y que pronto me quedaría sin luz.

Todo era normal, como lo recordaba. Las hojas crujian bajo mis zapatos y las ramas se mecían con el soplar del viento.

No pude alejarme mucho ya que a unos 30 o 40 mts. de la academia, un campo inviscible me retrajo y me lanzó hacia atrás haciendome caer a la tierra. Me levanté indignado y sacudí la tierra de mi ropa para volver a caminar y ser repelido de nuevo por lo que parecía una barrera invisible que cada que me le acercaba hacía que retrocediera.

Era extraño, estaba ante una barrera magica. Sin embargo, toda barrera magica protege a algo o alguien de algun peligro. ¿Que protege esta barrera?

Fuera lo que fuese que se encontraba dentro del hechizo repercutiría en la academia y por lo tanto tambien a mi. Podían ser muchas cosas: un dragon encarcelado, un mago refugiandose, una sociedad que espera lo peor.... ¿que hay dentro del domo?

No podía dejar de pensarlo mientras me dirigía de vuelta a la academia ya que la luz escaseaba y el frio se agudizaba.

Llegué hasta la ventana que conducía a mi habitación pero no vi forma alguna de escalar hasta ella, además no quería mas espinas en mi piel. Me decidí por rodear todo el instituto y entrar por la puerta principal.

Todo lucía desierto a excepción de unos enamorados bajo las escaleras que se comian a besos. Los traté de ignorar para no causarles incomodidad, para no causarme recuerdos incómodos. Dentro del pasillo que llevaba a mi habitación había mas actividad, las personas entraban y salian de sus habitaciones y charlaban unos con otros. Intenté no detenerme demasiado tiempo ante ninguno, no quería mas problemas con otros noblecillos a los que no soportaba.

A lo lejos pude observar su tan distinguido tono azul en su cabello. Caminaba segura por entre las personas, cargando en su brazo derecho una canasta con manzanas y otras cosas que de seguro planeaba llevarme.

-¡Evie¡ -grité para llamar su atención. Repetí mi llamado y ella volteó. Estaba pálida y parecía demasiado nerviosa. Desviaba la mirada como si buscara un lugar a donde correr.

Me acerqué a donde ella estaba y noté que comenzaba a temblar levemente.

-¡Carlos! ¿Q-que... qué haces afuera de tu habitación? -La chica estaba casi al borde de un colapso y parecía como si estuviese ante el jabberwocky mismo.

Pieles y coronasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora