Capítulo 37

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- O sea, que la aceptaste -me dijo Andy mientras almorzabamos en el instituto.

- Si, bueno... Ella no es como pensaba -le contesté, rechazando la idea de decirle que tenía cáncer.

No es por que le tuviera lástima. Había algo que me permitía ver que era una buena persona.

- ¿Y cómo te llevas con el enano? -me preguntó, masticando unas papas.

- No es de hablar mucho... Es reservado, creo. Muy maduro para su edad.

Sonó el timbre y nos fuimos a nuestras respectivas clases. Tenía Biología, y Andy Literatura. Ya en clase de Biología, escuché que alguien me llamaba en susurros.

- ¿Quieres ir a tomar un helado a la salida? -me preguntó Becky en cuanto me giré.

A sus costados flaqueaban April y Kate. Lo sopese por unos segundos: seguro que querrían hablar.

- Claro -le respondí y me gire de vista al tablero.

Estábamos saliendo del instituto con Andy, cuando Becky apareció a mi lado un poco agitada.

- Te esperamos en la heladería que está a dos cuadras de aquí. Vamos en un minuto.

Y dicho eso, volvió al trote de nuevo al instituto junto con April y Kate.

- Y... ¿A qué se debe eso? -me preguntó interesada Andy.

- Creo que quieren hablar de lo que pasó -Andy me miró con apresión para que siguiera-, pero yo no quiero arreglar nada. Fue su culpa.

- Obviamente -concordó Andy.

Llegué a la heladería y Andy se fue a su casa. En cuanto entré, me senté en una de las mesas con vista a la ventana. Esperé por unos largos 15 minutos, hasta que alguien se sentó en la silla que había enfrente mío. Levate la vista esperando encontrar a Becky, pero en cambio, era Thomas.

- ¿Qué haces? -le pregunté.

- Becky me dijo que ya vendría y que la esperásemos aquí.

- ¿Los dos?

- Eso dijo.

Después de eso, nos quedamos en silencio, cada uno con la vista fija en su celular. Le mandé un mensaje a Becky preguntándole cuánto tardaría, y minutos después, me llegó su respuesta: "Lo sentimos mucho, surgió un problema y teníamos que ir urgente. Dentro de unas horas iremos, por favor, esperen a que volvamos."

Y pensar lo que tengo que pasar para recibir una disculpa. Le comenté el mensaje a Thomas, que me miró incrédulo.

- ¿Y qué haremos mientras tanto? -le pregunté.

- No se tú, pero yo tengo hambre.

- Si, yo también.

Llamamos al camarero, quien nos trajo dos copas de helado de chocolate, fresa, limón y menta. Mientras comíamos, decidí empezar una conversación.

- Estos sabores son mis preferidos. Siempre que salía de la escuela venía aquí a pedirme este helado.

- Si, combinan bien. Mi padre llegaba a comprar kilos de cada sabor -se rió ante el recuerdo, y me encantó su risa. Era alegre, y sus ojos se cerraban un poco al reír. Y de su sonrisa, ni hablar; perfecta.

- ¿Te llevas bien con tu papá? -Le pregunté, siguiendo con la conversación.

- Sí, la verdad es que él siempre estuvo de acuerdo conmigo, y pensamos lo mismo -respondió, aún con una sonrisa.

- Debe ser lindo -Thomas me miró en ese instante-. Digo, cómo te llevas con tu papá.

- Si, bueno... Desde que me adoptó le estoy muy agradecido. Necesitaba salir de ahí -Ahora su semblante cambió a ser un poco más duro.

Decidí pasar de tema, y mi vista se posó sobre su ceja izquierda, que le atravesaba una cicatriz.

- ¿Cómo te la hiciste? -le señalé la cicatriz.

- En el orfanato, por peleas y esas cosas.

- ¿Peleas?

- Sí... Si querías sobrevivir tenías que ser fuerte -me respondió sin mirarme, concentrándose en el helado.

Ya no sabía de qué hablar a continuación. Él parecía un poco molesto... No debí haber tocado ese tema.

Thomas, sorprendentemente, pagó la cuenta, y luego salimos fuera a tomar aire. Había pasado exactamente una hora desde que entramos a la heladería.

Caminamos por el bordillo de la calle, ya que no pasaba ningún coche. Íbamos en silencio, hasta que, como mi suerte es tan grande, mi querido tacón se rompió y yo perdí al instante equilibrio. Gran día para venir de tacones, muy bien.

En cuanto perdí el equilibrio, Thomas me tomó del brazo con fuerza, atrayendome hacia él. Me apegó más de lo necesario, y nuestras narices llegaron a tocarse apenas.

Giré la cara de inmediato, y me aleje de a poco de él. Seguimos caminando a sabe Dios donde, cuando me incomodaron mucho los zapatos. Era obvio si uno tenía tacón y el otro no. Me saqué los dos, y los sostuve en una mano, caminando descalza. El piso estaba muy frío y alguna que otra piedra me dañaba, eso sin mencionar el barro y el agua sucia.

Unos pasos antes de llegar a una esquina, Thomas me tomo de la mano y tiró de mi con fuerza para correr.

- ¡Corre!

Caí en la cuenta de que nos seguían dos tipos detrás nuestro. Thomas los podría enfrentar, pero no era tan tonto como para meterse contra dos enormes gorilas.

Doblabamos de vez en cuando en alguna esquina, y por suerte éramos más rápidos que los dos hombres. Mientras, yo me tragaba piedras, charcos, vidrios rotos, basura , etc.

Descansamos por fin al lado de una cafetería ya cerrada. En realidad, estaba todo cerrado, ya que era de noche. Fuimos a la parte trasera de la cafetería y Thomas se quedó haciendo de guardia en la calle. Yo me senté en el suelo cruzando los pies, y contra la pared. Revisé la planta de los pies y estaba llena de sangre y mugre. De seguro las heridas y profundas se infectarian. Sentí que me daban pinchazos en los pies, y no pude volver a ponerlos en el suelo.

N/A

Perdonen lo corto del capítulo, pero realmente se me complica subir más de un cap. por día, aunque prometo tratar de subir un cap. todos los días. Los fines de semana no se me complica mucho.

¡Les estoy inmensamente agradecida por todo! ¡Muchísimas gracias!

Maldita PerraWhere stories live. Discover now