Capítulo 6.- Mundos Ajenos

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Lápidas lúgubres, se notaba que nadie los había visitado durante mucho tiempo, se sentó en el piso y se echó a llorar.

Un muchacho se asomó, y se le quedó mirando.

Le da la mano para ayudarlo a pararse, el pequeño la sujeto y se paró.

-¿Eres Gonzalo?

-¿Quien eres tu? -preguntó el niño asustado.

-Me llamo Mathías, soy hijo de Sergio, amigo de tu papá. Me debes haber visto cuando llegaron.

-Si, te vi. Si soy Gonzalo.

El niño observa que el chico tiene algo en la mano.

-¿Fumas?

-Si, ¿Por qué?

-¿No eres muy chico?

-Mira quien lo dice pequeñín -ríe Mathias.

-Papá fuma a veces, pero el es mayor.

-No se que haría si tuviera tu padre, el mío no sabe que fumo, ni se lo imagina. Eres muy bajito

-Tengo cuatro -dice enojado Gonzalo.

-Eso puede ser, pero aún así estás muy enano. A tu edad yo era más alto.

-Si seguro -Gonzalo logra ver al muchacho y si era alto, más alto que Alberto.

-¿Llorabas porqué tu mamá murió?

-No estaba llorando.

-¿No? ¿Qué hacías entonces?

-Me picaba los ojos.

El chico soltó una carcajada, luego dijo te entiendo es difícil perder una mamá, a veces es bueno llorar, solo no llores mucho.

-¿Tu mamá también murió?

-No.

-¿Cómo entiendes entonces?

Mathias se sintió incómodo, no hablo por unos segundos, el niño se le quedó mirando.

-Mi madre está en el extranjero.

-Pero si la puedes ver, yo no voy a poder ver nunca más a la mía.

-No, no la puedo ver. Mi mamá se fue con un tipo y me dejo con mi papá.

-Lo siento.

-No tienes porque sentirlo, yo estoy feliz con mi papá.

Mathias se alejó del niño, mientras prendía otro cigarrillo, Gonzalo lo siguió no quería quedarse solo.

-¿Que haces?

-¿Tu sabes donde estamos? Debo regresar.

-Si lo sé niño, vamos.

El pequeño se quedó paralizado, el muchacho volteó y lo vio parado sin moverse.

-No voy a hacerte daño, vamos te regreso donde tu papá.

-Esta bien.

Caminaron como diez minutos, era difícil para Gonzalo seguirle el paso al chico, sus pisadas eran más largas aunque caminaba pausado. Pronto vio una multitud de personas, supuso que estaría su padre ahí, Mathias apagaba su tercer cigarrillo y no prendió otro más.

-Por allá esta tu padre -señalando con la mano el lugar.

-Gracias.

-De nada.

-Espero verte pronto -sonrió Gonzalo y se alejo.

Su padre con toda la gente que se le acercaba, no se había dado cuenta que el pequeñín no estaba. Lo vio caminando de un lugar alejado, y corrió y lo cargo.

-Lo siento, Gonzalo no me había dado cuenta que no estabas ¿Tu hermano no te cuidaba?

-No lo culpes papá.

-¿Por qué hueles a cigarro?

-Me perdí, y una señora me trajo hasta aquí.

-¿qué clase de mujer fuma delante de un niño?

-Ella no debe saber que fumar al costado de alguien hace daño -se ríe el pequeño.

-Bueno bueno. Así me gusta ver a mi hijo riendo, esos dientecitos deben mostrarse más.

-Sí papá.

Agradeció a todos los presentes, se acercó a sus hijos y camino con Gonzalo cargado. Subieron todos al coche y arranco.

Los lleva a un restaurante de comida rápida, juegan un rato en los juegos y regresan a su casa.

-¿Estas cansado bebe? -le pregunto mientras mueve su cabello despacio.

-Sí papá.

El padre le da un beso y lo arropa en la cama, Gonzalo cae inconsciente sin siquiera leerle un cuento. Su padre salió despacio del cuarto.

Vuela, es un día claro y precioso.

Va rápido por los aires, de pronto sus lindas alas blancas se marchitan y cae estrepitosamente sobre césped húmedo.

El niño llora, alguien le ofrece la mano, la toma, logra pararse y ve los ojos del muchacho es Mathias.

-Todo está bien, no tienes porque llorar.

Gonzalo mira su ropa, sucio lleno de lodo, baja la mirada y ve las magulladuras de sus piernas.

-Duele -dice gimoteando.

-Yo te voy a cuidar.

-Extraño a mamá.

-No te preocupes, yo nunca te voy a dejar.

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