Capítulo 14

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Antes de poder replicar o decir nada cortaron la llamada. Era Liu, con mi amiga de cebo.

—¿Sucede algo? —Preguntó Jeff.

—Es Liu, tiene a mi amiga, debemos ir a salvarla.

—Yo no tengo por que ir a salvar a tu amiguita. Ya es suficiente con que deba protegerte a ti. —Dijo vagamente.

—Si no quieres ayudarme esta bien, iré yo. —Le di una mirada severa y cogí las llaves de la casa que estaban sobre la mesa.

—Si vas corres riesgo. Pero yo no te puedo acompañar, es pleno día y podrían descubrirme.

—Si no se te viera el rostro, ¿Me acompañarías? —Pregunté con algo de esperanza, pues yo sola no podría contra Liu.

—Si... Supongo. —Parecía algo dudoso. Pero eso me bastó.

(...)

—Esto es ridículo. —Espetó fastidiado mirándose al espejo.

—Tu rostro no se ve. Así que vamos. —Le agarré del brazo y lo conduje hasta la salida.

Cuando cerré la puerta con llave, comenzamos a caminar, conseguí que el rostro de Jeff no se viera con unas gafas de sol, una mascarilla para la alergia y la capucha de su sudadera no permitía que se le viera mucho su cabello. La gente lo miraba un poco raro pero el los ignoraba, ambos solo queríamos llegar hasta la casa de mi amiga y terminar con todo esto.

En mi bolso llevaba un cuchillo por si acaso, y Jeff llevaba el suyo en el bolsillo de su sudadera. Nos paramos cuando el semáforo estaba en rojo. Me alerté al ver como un policía se ponía justo al lado de Jeff, esperando también para cruzar la calle. El policía lo miró de reojo.

—Oh vaya, ¿Una gripe? —Le preguntó. El solo asintió, yo casi podía sentir su nerviosismo.

Por fin, el semáforo cambió a verde. A paso rápido cruzamos dejando atrás al policía.

—Por los pelos. —Suspiró el aún tenso.

—Te dije que funcionaría. —Le reproché triunfante.

Cuando llegamos frente a la casa de mi amiga me quedé congelada. Ibamos a estar allí dentro, con Liu. Esto no va ha salir bien.

—Tranquila, para algo he venido. —Dijo como si me hubiese leído la mente.

No dije nada, llamé al timbre y en cuestión de segundos abrieron. Me agarraron fuerte del brazo y me arrastró hacia dentro de la casa, sabía que era Liu. Poco después sentí como se cerraba la puerta. Miré hacia atrás para asegurarme de que Jeff hubiese entrado.

—Parece que hoy matare a dos pájaros de un tiro... O puede que a tres. —Liu miró a mi amiga.

Yo me acerqué a ver como ella estaba, tenía muchos cortes en los brazos y piernas. Ella estaba llorando sin poder decir nada.

—Veremos quien es el pájaro entonces. —Oí decir a Jeff.

Comencé a desatar a mi amiga, se empezó a escuchar como los cuchillos de ambos hermanos comenzaban a chocar. Termine de desatar a mi amiga, miré hacia ellos. Tenían un par de cortes en los brazos, hasta que Jeff consiguió hacerle un tajo en el pecho.

—Parece que no pierdes práctica. —Comentó Liu.

Yo aproveché que estaba algo distraído con Jeff para coger una silla, una vez la tenía bien sujeta le golpeé con ella en la cabeza, y cayó inconsciente al suelo.

—Bien hecho. —Comentó orgullosamente Jeff.

—Tenemos que llamar a la policía. —Antes de que pudiera ir a coger el teléfono para llamar Jeff me interrumpió.

—¡No! —Alzó un poco la voz, alarmado. —Si llamas a la policía también vendrían a por mi. —Me explicó.

—Tienes razón, no podemos llamar a la policía, pero entonces, ¿Qué hacemos? No podemos dejarlo aquí. —Esto era frustrante.

—Podríamos dejarlo cerca de la comisaría y largarnos. —Propuso no muy seguro.

—Rebecca. —Llamé la atención de ella, que estaba un poco en shock. —Rebecca. —Volví a llamarla hasta que ella por fin reaccionó y me miró. —Necesitas ir al médico. —Afirmé.

—Iré dentro de poco, pero deberíais llevarlo a la policía, ¡Casi me mata! ¡Debe ir a la cárcel! —Comenzaba a alarmarse un poco.

—Tranquila, todo esto se solucionará. —Aseguré.

(...)

Finalmente arrastramos a Liu por un callejón y avisé a la policía por teléfono de que el estaba allí. Rebecca ya debería de estar en el hospital, y le pedimos que no dijiera nada de lo que ocurrió, si le preguntaban que inventase algo.

En cuanto a Jeff y a mi volvimos a casa. Le vendé los cortes nuevos y otra vez tuve que meter la sudadera en la lavadora, fue una suerte que Rebecca nos dejara un abrigo para tapar la sudadera de Jeff.

—Si me sigues vendando pareceré una momia. —Ni con heridas pierde el humor.

—Si te siguen cortando me acabarás el detergente para la ropa. —Le seguí el juego.

—Yo no te pedí que lavases la sudadera. —Reprochó.

—No importa, te compraré una nueva, esa está rasgada.

—No necesito que me compres otra sudadera. Y también me merezco un descanso.

Rápidamente me rodeó por los brazos y se tumbó en el sofá, yo por culpa de sus brazos caí con el, tumbada en su pecho.

—¿Q-Qué haces? —Pregunté algo sonrojada.

—Voy a dormir. —Lo miré, y vi que tenía puesto un antifaz de dormir.

—¿De dónde has sacado ese antifaz? —Pregunté estrañada ya que no se lo vi a noche, y yo no tengo ninguno.

—Se lo cogí a tu amiga.

—¿Y no te escuencen los ojos? —Estaba un poco nerviosa al estar así con el, por eso comenzaba ha preguntar tanto. El soltó un risa rápida. —¿También le cogistes las gotitas  a mi amiga? —Pregunté casi segura de que así era.

—Era una oportunidad que no iba ha desaprovechar. Y ahora a dormir. —Me abrazó, y ahora estoy segura de que estaba como un tomate.

—¿Por qué...?

—Por que me gusta abrazar cosas mientras duermo, y me debes una. —Me interrumpió.

—¿Y los cortes no te duelen? —Pregunté nerviosa mirándolo. Retiró uno de sus brazos y se levantó un poco el antifaz.

—No me importa. Y no me obligues a callarte. —Creo que eso era una amenaza.

—¿Cómo me vas a obligar a callarme? —Pregunté un poco atemorizada. El solo sonrió arrogante dandome una respuesta instantánea. Se colocó el antifaz y volvió ha abrazarme. —¡Pervertido! —Exclamé sonrojada.

—Si, si. Ya te gustaría que te besara. —No le dio mucha importancia.

Permanecí callada, hasta quedarnos dormidos.

¿Debo creerte o amarte? (Jeff the killer y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora