Capítulo 12

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—Me duele. —Se quejó por milésima vez, como si fuera lo peor del mundo.

—Deja de quejarte. —Suspiré frustrada.

—¡Escuece! —Exclamó con una mueca cuando volví a poner el algodón con alcohol sobre su herida.

—Jeff, no puedo creer que seas asesino y te quejes tanto por un corte. —Rodé los ojos.

—Hace mucho tiempo que no me curaba las heridas. —Se excusó.

—Bueno, ya está. —Finalicé apartando el algodón de su pálida piel.

—Ya era hora. —Suspiró de alivio y se tumbó en mi sofá. Lo analicé un poco y digamos que me alarmé.

—No, no, Jeff fuera del sofá. —Ordené.

—Oye, que no soy un perro. —Me fulminó con la mirada. —Además, ¿Por qué me tengo que quitar? Hay más asientos.

—Por que tu estás lleno de sangre. —Dije obvia. —Ve a darte una ducha, mientras que pongo tu sudadera a lavar. Luego te vendaré el brazo. —Volví a ordenarle.

—Está bien. —Rodó los ojos. —¿Y dónde está el... —Antes de que terminara de preguntar le señalé la puerta del baño. —Vale. —Suspiró de cansancio y se levantó como todo un perezoso que se respeta.

Se fue al baño, mientras que yo cogía su sudadera y la metí en la la lavadora, estaba muy manchada de sangre. Menos mal que yo no soy de esas personas que se marean con ver la sangre. Encendí la televisión y me volví a sentar en el sofá, que por suerte no se ha manchado.

Pasados unos minutos salió Jeff solo con los pantalones puestos, ni siquiera llevaba los zapatos, y una de sus manos secando su cabello con una toalla.

—Ya, ¿Contenta? —Preguntó un poco mosqueado. Yo solo me límite ha asentir, mientras le observaba. —A mi no me engañas, tu querías que me quitara la sudadera con la excusa de lavarla. —Lo miré con una ceja alzada —Si querías verme sin la sudadera solo tenías que pedirlo. —Sonrió con arrogancia.

—Yo solo quería que no me mancharas el sofá, y que la casa no oliera a sangre. —Dije sin más, por que era la verdad.

—Los pantalones tienen sangre, ¿Me los lavarás también? —Preguntó aún con esa sonrisa arrogante.

—Te estoy dejando quedarte aquí por que estas herido, pero no soy tu criada. —Le informé.

—Como digas. —No le dio mucha importancia. —Por cierto, ¿Dónde voy a dormir? —Eso no lo había pensado, pero estaba claro donde.

—En el sofá.

—Yo soy el invitado, duerme tu en el sofá. —Replicó. —Aparte, yo estoy herido. —Dijo con ojos de cachorrito abandonado, pero a mi no me engaña, tras ese cachorrito se encuentra un perro baboso y malo.

—Me da igual, dormirás en el sofá. —Dije firme.

—¿No hay más habitaciones? —Eso me hizo acordarme de mi madre, está también la habitación de ella, pero es prácticamente sagrada, casi ni entro.

—Hay una, pero es la de mi madre. No se puede allí. —Le miré seria, o lo intenté, pero creí que le di más pena que una mirada severa.

—Está bien, lo entiendo. Entonces tu en el sofá y yo en tu cama.

2 horas después...

—No me puedo creer que haya terminado accediendo a esto. —Fruncí un poco el ceño mirando la lámpara que colgaba del techo.

—Deja de quejarte y duerme. El acuerdo es que yo ni siquiera te rozo, y estoy cumpliendo. Así que ahora deja dormir. —Dijo con voz cansada dándome la espalda.

No dije nada más, para que el pudiera dormir. Al final los dos durmiendo en la misma cama, es algo gracioso, por que si esto hubiera ocurrido cuando pensé que el era el asesino de mi madre y mi jefa ya hubiera tratado de matarle.

Pero al fin y al cabo, el me salvó de Liu, y no es tan malo como creía, se podría decir que me cae bien, ni siquiera parece un asesino.

Noté que me estaba dando sueño, cerré los ojos hasta que el sueño me venciera.

(...)

Abrí los ojos, ya era de día y los rayos de sol transpasaban el cristal de la ventana. Iba a levantarme, pero noté que había algo, o más bien alguien abrazado a mi. Me incorporé como puede.

—Jeff. —Lo llamé, pero solo se removió un poco. —Jeff. —Subí un poco más el tono de voz.

—¿Qué? —Preguntó adormilado, no podía verle la cara por que la tenía escondida en mi brazo.

—Ya es de día.

—¿Y qué? —Aún seguía medio dormido.

—Que me estas abrazando y si sigues así duermes la próxima vez en el sofá. —El solo me soltó y enterró la cara en la almuhada.
—Eres un flojo. —Me levanté de la cama, y fui a la cocina para preparar el desayuno.

Terminé de hacer las tortitas, las coloqué en la mesa junto a un zumo de naranja. Y justo apareció Jeff.

—Lo siento, pero hace mucho tiempo que no duermo con una mujer. —Bonito comentario a primeras horas del día. Yo solo me límite a alzar una ceja, por que es obvio que se refiere a acostarse con mujeres. —No, no es lo que piensas. La única mujer con la que he dormido ha sido mi madre, bueno, ahora mi madre y tu. —Parecía como si me hubiera leído la mente.

—Entonces no te quedas durmiendo con mujeres después de... —Antes de que terminar la frase el me interrumpió.

—Oye, soy un asesino, no un mujeriego que va de flor en flor. No tengo tiempo para esas cosas.

No quise hablar más del tema así que encendí la televisión para ver algo mientras desayunábamos. No había nada, así que puse lo primero que salía en un canal: Documentales de animales.

Estaban emitiendo un documental de animales, para ser más exactos de los mapaches. Empezaron a enfocar a un mapache para que se pudieran distinguir mejor sus rasgos, por un momento miré a Jeff.

Justo cuando había dado un sorbo al vaso de zumo de naranja comencé a reírme, tanto que escupí el zumo. Estaba teniendo un maldito ataque de risa.

—¿Qué te sucede? —Preguntó Jeff, y mi risa aumentó, hasta tener que tirarme al suelo llorando de la risa.

—Se... Se parece... A ti. —Dije como pude.

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Espero que os guste el capítulo, más bien trata de el primer día de convivencia entre ellos, ha sido suave el capítulo (por así decirlo) por que el próximo será algo gore ewe.

Eso era todo.
Bye♥

¿Debo creerte o amarte? (Jeff the killer y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora