Capítulo 61.

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2 semanas después

Lorena

—Venga, chicos —ordeno cogiendo a los mellizos en brazos para llevarles a la entrada—. Vamos a ver a la tita Miriam y al primo Hércules.

—¿Papá? —pregunta Lucas señalando la puerta.

—Papá está de concierto, cariño —contesto dándole un beso en la mejilla y abrochándole el abrigo—. Esta noche viene a leeros el cuento.

Jesús y Dani tienen hoy un concierto en Sevilla, así que llevan fuera desde las cuatro de la tarde. Lucas ha ido con ellos porque ya han pasado tres semanas desde que nació Hércules y el concierto es en nuestra misma ciudad, así que ha decidido acompañarles. A quién quieren engañar: por mucho que adoren a su familia, los tres están enamorados de su trabajo. No me extraña que Luke haya vuelto al Backstage antes de que termine su baja por paternidad.

En cuanto termino de ponerles los abrigos y les siento en el carro, me pongo una bufanda y ahogo un grito al notar un fuerte dolor en la tripa. Me llevo las manos al vientre dolorida y miro hacia arriba intentando controlarlo.

—Tiene que ser justo hoy —me quejo mirando al suelo.

Sin esperar y sin siquiera ponerme el abrigo, cojo el carro, el teléfono y las llaves y salgo de casa a toda prisa. En cuanto salgo del jardín, voy hacia casa de Jesús y Lucía y llamo de manera insistente a la puerta.

—¿Qué te pasa? ¿No habíamos quedado donde Miriam? —se extraña Lucía cuando abre y me ve.

—Adivina quién se ha puesto de parto —digo forzando una sonrisa y tocándome el vientre de nuevo—. Necesito que me lleves al hospital.

—De todas las mujeres que han sido madres que conozco —empieza a decir con diversión antes de salir de casa—. Eres la que peor elige los días que ponerse de parto.

Suelto una carcajada ante su comentario y me vuelvo a tocar la tripa dolorida. Le doy las llaves de mi coche y en cuanto abrocha a los niños en sus sillas, me subo donde el copiloto y ella arranca rápidamente.

—Tienes que llamar a Dani —ordeno respirando profundamente mientras se dirige al hospital—. Hoy no nace nadie sin él delante.

Daniel

En cuanto escucho como suenan los últimos acordes de la canción que estamos cantando, sonrío y abrazo a mi hermano de buen humor. Me encanta ganarme la vida sobre los escenarios.

—Daniel —me llama Lucas desde un lateral del escenario, por lo que muevo la cabeza interrogante—. Es Lore, se ha puesto de parto.

—Mierda —susurro quitándome los pinganillos y saliendo corriendo del escenario—. ¿Dónde está el coche? —pregunto dándole el micrófono y viendo cómo Jesús se disculpa y viene hacia nosotros.

—Te acerco, lo tengo en la puerta —ordena dándome mi chaqueta—. Lucía está con ella y con los mellizos. Me ha dicho que Lore se niega a empujar si no estás delante.

—¿Qué coño pasa? —se preocupa Jesús al ver cómo me dispongo a marcharme.

—¡Que voy a ser padre, hermanito! —exclamo emocionado—. ¡Voy a ser padre! —repito abrazándole—. Sal ahí, discúlpate en nombre de los dos y tira para el hospital. ¡Vamos!

Antes de que pueda contestar, corro hacia la calle junto a Lucas y nos metemos en el coche.

—Acelera —ordeno moviendo la pierna derecha sin parar.

—Como vaya más rápido, nos multan.

—Yo te pago la puta multa, pero acelera —ordeno de nuevo—. ¡Que mi mujer está de parto y yo no estoy con ella!

Sin decir nada, me mira y pisa a fondo, yendo a toda velocidad al hospital. En menos de diez minutos llegamos y aparca el coche en la puerta de cualquier manera.

—Joder, tienen micrófonos en vuestra casa, cada vez estoy más seguro —se queja Lucas al ver la puerta llena de periodistas—. ¡Ni una pregunta! ¡Dejadle pasar! —ordena abriéndome hueco entre tanto foco y tanto grito.

—¿Dónde está? —pregunto acercándome al recepcionista en cuanto logro entrar,

—Daniel Oviedo, te esperan en esa sala —contesta señalando una habitación al final del pasillo—. Ponte esto antes de entrar —ordena dándome la ropa.

—¡Papá! —escucho gritar a los mellizos mientras me pongo las calzas.

—Ahora no, enanos —sonrío agachándome a abrazarles cuando corren hacia mí—. Papá tiene que estar con mamá porque el tate o la tata va a nacer ahora, ¿sí? —les explico, por lo que asienten con atención—. Bien, os quedáis con los titos —digo dándoles un beso y mirando a Lucía y a Lucas—. Portaos bien, chicos —ordeno antes de correr hacia el paritorio.

—¡Que vaya bien! —grita Luke a mis espaldas.

—¡No va a nacer hasta que no esté Daniel! —escucho exclamar a Lorena cuando abro la puerta de la sala.

—¡Lorena, no seas irresponsable! ¡No podemos esperar más! —grita Antonio cabreado.

—¡Que no! ¡Tiene que venir su padre!

—Ya está aquí el padre —susurro dándole un beso en la frente y cogiéndole la mano con fuerza.

Siempre Tú II [RESUBIDA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora