Capítulo 8.

12.5K 525 17
                                    

Daniel

-Unos días magníficos en Punta Cana, pero toca volver a la realidad -río sentándome junto a Lorena en el avión-. España, y toda la mierda que conlleva, nos espera.

-No es tan mierda si piensas que volvemos para poder prepararnos para ser padres -sonríe antes de darme un beso cortito-. Aunque podríamos quedarnos aquí, siempre hace buen tiempo y tú odias el frío.

-Sí, pero a ti te encanta -le recuerdo con una sonrisa-. No aguantarías aquí más de dos semanas seguidas.

Lore hace un gesto con la cabeza dándome la razón y yo ahogo una carcajada antes de desviar la mirada a la ventanilla y notar cómo el avión comienza a despegar.

-Mañana comeremos con mis padres para darles la noticia -anuncio tocándole el vientre-. ¿Preparada para hacerlo público y serio?

-Por supuesto que no -carcajea de buen humor-. Pero si no lo hacemos ahora, ¿cuándo?

Asiento entre risas ante su sinceridad y vuelvo a mirar por la ventana pensativo.

-La que me da miedo es mi madre -admite en un susurro momentos después.

-¿Maite? Pero si está encantada con tenerme de yerno -vacilo con aires de superioridad-. Seguro que le hace ilusión ser abuela.

-Seguro que no le hace ilusión pensar que vas a cogerte una baja por paternidad -me recrimina con tono picajoso-. Porque vas a pedir la baja por paternidad, ¿verdad?

-¿Por quién me tomas? -me molesto-. Ya te he dicho que Jesús y yo estamos de acuerdo en renegociar las bases del contrato. Voy a estar mucho por casa, no pienso dejarte sola en esto. Y menos con tu carrera como escritora a punto de despegar...

-Cállate -ordena de buen humor-. Ponte bien, que me voy a dormir y necesito tu hombro como almohada.

Ahogo otra carcajada ante su exigencia y me recoloco en el asiento para que pueda acomodarse en mí.

****

Lorena

Al final hemos venido a comer todos: tanto la familia de Dani como la mía. Los padres de Dani han montado una mesa enorme en su comedor para poder reunir a los quince miembros de esta enorme y extravagante familia.

-Hacía ya tiempo que no comíamos todos -sonríe Juan Carlos padre recogiendo mi plato y el de Jesús.

-Ya se echaba de menos -ríe mi cuñado.

-Estoy de acuerdo, deberíamos hacerlo más a menudo -le apoya Lucas con una sonrisa.

-A ver, escuchad un momento -llama la atención Dani-. Lore y yo hemos querido reuniros a todos juntos para daros una noticia importante.

-La última vez que nos dijisteis eso, teníais 15 años y nos enteramos de que estabais saliendo -nos recuerda mi madre.

-¡No me digas que os casáis! -grita Eva emocionada.

-Que va, es que se mudan -informa Jesús con seriedad-. A Madrid, ya tienen la casa apalabrada y todo.

-Sí, nosotros nos enteramos el otro día -le apoya Lucas siguiéndole el rollo-. No veas.

-¿Os mudáis? -se extraña Juan Carlos hijo.

-No os mudáis -sentencia mi madre firma-. No podéis, Daniel tiene aquí el trabajo. ¡Eso se consulta antes de tomar decisiones a espaldas de tu empresa, inconsciente! ¡Tienes una responsabilidad con tus seguidores y tu discográfica!

-Eso, como te pires me dejas en la puta calle -dice Lucas ahogando una carcajada-. Y, colega, estoy muy contento con mi salario.

-Sí, y yo también estoy muy contenta con su sueldo, así que ya estáis reculando -le apoya Miriam cogiéndole la mano-. Qué irresponsabilidad.

-Tata, ¿os vais? -pregunta Rodrigo, que ahora tiene ya 8 años.

-¿Nos dejáis hablar? -pregunta Dani mientras todos hablan y gritan a nuestro alrededor.

-¡Que no os vais a mudar! -exclama mi madre cabreada-. ¡Manuel! ¡Díselo tú! -ordena mirando a su marido.

-Yo no digo nada, ya tienen una edad para tomar decisiones -dice mi padrastro bebiendo de su copa de vino-. Y... me da que hoy duermo en el sofá.

-Lorena, que yo necesito una hermana mayor que me dé condones. Y la necesito en Sevilla, no a 400 kilómetros -habla Miguel, que ya tiene 16 años.

-¡Miguel! -exclama mi madre.

-Tranquilo, hermanito. Yo te cubro -le guiña un ojo Lucas con complicidad.

-No vais a mudaros -sentencia Eva de mal humor-. ¿Cómo os vais a ir así: sin avisar ni nada?

-Era una broma -admite Jesús sin poder evitar reír, aunque nadie le hace caso.

-¡Vuestra vida está en Sevilla! ¡Vuestra familia está en Sevilla! No vais a iros de aquí -dice Juan Carlos padre.

-Daniel, la cabeza -susurro agarrándole del brazo con fuerza.

-¿Estás bien? -pregunta mirándome preocupado.

-Creo que voy a vomitar.

Nada más decir eso, se levanta de un gesto rápido de la mesa y me agarra con fuerza para acompañarme al lavabo de la planta principal.

-¿Mejor? -pregunta minutos después, mojándome la frente con su mano derecha-. A ver, estás de dos meses y... es normal que tengas náuseas, suelen manifestarse a partir del primer mes de embarazo.

-¿Voy a tener que aguantar esto siete meses más?

-Me temo que sí, cariño -susurra poniéndose de cuclillas frente a mí, ya que yo me he sentado en la tapa del váter-. Pero yo estaré ahí para sujetarte el pelo y aguantar todas tus quejas.

Asiento con una sonrisa tímida y le miro con ternura.

-Vamos a salir antes de que se preocupen o piensen cosas raras.

-Vamos -dice agarrándome la mano y saliendo del baño-. Esto es increíble -susurra cuando llegamos al jardín para comprobar que siguen discutiendo por nuestra supuesta mudanza.

Siempre Tú II [RESUBIDA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora