Capítulo 25.

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Lorena

Estoy en casa terminando de vestir a los mellizos, ya que he quedado con Lucía para salir a comer y a comprar algunas cosas en una tienda de música de aquí del pueblo. Miriam hoy ha salido a ver a sus padres, así que no va a venir con nosotras.

-Les voy a dejar trabajando solos, tengo que ir a hacer unos recados -sonrío mirando a los obreros del ático-. Llegaré sobre las cuatro.

-No se preocupe, estaremos aquí cuando vuelva -asegura uno de los trabajadores.

Asiento con confianza y bajo a la planta principal para sentar a los niños en el carro e irme junto a Lucía. Caminamos durante casi media hora hasta que llegamos a la tienda que buscamos, que es precisamente una de las más antiguas y reconocidas tiendas de música de Mairena. Tiene muy buena fama y Dani siempre compra y arregla aquí todos sus instrumentos.

Después de encargar todo lo que he decidido que voy a comprarle, me aseguran que me lo enviarán todo esta misma semana y salimos del comercio contentas. No es que sea su cumpleaños, ni su santo, ni nada. Simplemente me apetece hacerle este regalo como muestra de lo agradecida que estoy por tenerle en mi vida, a mi lado, formando y cuidando de la manera en que lo hace a nuestros hijos, y a mí.

-Se va a poner como loco cuando lo vea -asegura Lucía de buen humor-. Le va a encantar. Se te ha ido la cabeza.

-Se lo merece -sonrío cogiendo a Martín en brazos cuando empieza a llorar-. De verdad que no sabes cómo es con los niños.

-Se le ve a la legua -admite empujando ella el carro-. Es un tío increíble, y se nota que os quiere muchísimo. Con los mellizos es... verle es otro nivel.

Suelto una carcajada ante su confesión y seguimos andando hacia el restaurante en el que hemos reservado mesa.

-Me aburro muchísimo sin Jesús en casa -dice segundos después-. Se me hace enorme la cama.

-Me pasa lo mismo -confieso de mala gana-. Y ahora con Martín y Lucas... es una mierda tenerle tan lejos tanto tiempo.

-Hacen con ellos lo que quieren, Lucas debería ponerse serio con la discográfica y darles un toque.

Seguimos hablando un rato del tema, hasta que llegamos al restaurante y nos sentamos a comer mientras comentamos cualquier tontería. Después, nos vamos cada una a nuestra casa y me voy al salón con los mellizos para dejarles en sus hamacas.

Hace una semana que empezaron con la reforma del ático, y ya lo tienen prácticamente terminado. Mañana vendrán y terminarán de retocar los últimos detalles para dejarlo perfecto, pero la verdad es que tiene una pinta increíble. Seguro que le va a encantar. Lucía tiene razón: va a volverse loco cuando lo vea.

De un momento a otro, cuando vuelvo a entrar en el salón, mi teléfono empieza a sonar indicándome que está entrando una llamada.

-Hola, rey -sonrío descolgando.

-Hola, cariño -susurra Dani al otro lado con voz ronca.

-¿Acabas de despertarte?

-Sí -suspira-. Es que hoy no voy a tener mucho tiempo para llamar y he preferido hablar contigo ahora que nadie puede venir a tocarme los huevos.

-No se te ve muy contento. ¿Mucho trabajo?

-Porque no lo estoy -asegura alzando el tono de voz-. Estoy hasta los cojones de todo esto. Te necesito aquí, y a los niños también.

-Dani, tu trabajo...

-Mi trabajo nunca va a estar por encima de mi familia -dice, haciéndome sonreír levemente-. Te prometo que voy a arreglarlo.

-Tengo que dejarte -le interrumpo cuando los mellizos empiezan a llorar al tiempo-. Llámame cuando tengas un hueco libre, cariño.

-Mañana -informa de mala gana-. Hoy tengo prensa, firma y concierto.

Me despido de él rápidamente después de desearle suerte y cuelgo el teléfono de mal humor.

¿Cuál será el regalo de Dani?

¡¡¡Votad y comentad!!!

Siempre Tú II [RESUBIDA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora