Capítulo 24.

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Lorena

-¿En azul? -pregunta el señor que tengo delante.

-Sí, azul oscuro toda la sala. La cabina en rojo, es el color que más le ayuda a concentrarse -río calmando a Lucas, que se ha echado a llorar hace unos segundos-. Sé que es mucho pedir, pero... mi marido vendrá dentro de menos de un mes y tiene que estar listo para entonces.

-Bien, sin problema -suspira mientras mira detenidamente los planos del ático-. Imagino que lo quiere todo insonorizado.

-Sí -asiento divertida.

-Le prepararé la factura y mañana mismo empezaremos a trabajar. Calculo que costará alrededor de quince o veinte mil euros.

-Perfecto -sonrío acompañándole a la puerta de la casa-. ¿Mañana entonces?

-Mañana estaré aquí con mi equipo a primera hora de la mañana -informa antes de sonreír amable-. Pase una buena tarde.

Asiento de buen humor y veo cómo se marcha, así que cierro la puerta y me voy al salón con los mellizos. Dejo a Lucas en una de las hamacas que tenemos, junto a Martín, y llamo a Dani por Skype para poder hablar con él.

-Cariño -sonríe al otro lado de la pantalla-. Hola, enanos.

-¿Cómo va todo? -me intereso poniendo la cámara de tal forma que nos ve a los tres-. ¿Os está gustando Nueva York?

-Es todo un coñazo, no te lo puedes imaginar -contesta Jesús desde uno de los laterales de la habitación de hotel en la que están-. Qué ganas de volver a España de una puta vez y mandar a tomar por culo a los soplapollas de la discográfica.

-¿Estáis discutiendo mucho? -me preocupo viendo cómo Lucas aparece por detrás de Dani-. Hola, hermanito.

-No es que estén discutiendo, es que me están haciendo discutir a mí. Me están liando unas con mamá... -se queja soltando un suspiro-. A ver si le dices a tu novio que se calle y se aguante, que el trabajo es el que es.

-Imposible, tiene alma revolucionaria -río mirándole.

-Os echo de menos -dice Dani al otro lado-. ¿Qué tal están los niños?

-Bien, aunque me es más difícil apañarme de lo que me imaginaba -admito con una sonrisa-. Esta noche duermen aquí las chicas para echarme una mano.

-Genial -sonríe consultando su teléfono-. Pasadlo bien.

-Tenemos el coche en la puerta, nos vamos -informa Lucas acercándose al portátil de Dani-. Lo siento, hermanita, pero si no hago esto os vais a eternizar en la despedida y... no nos lo podemos permitir.

Y antes de que pueda contestar, la pantalla se vuelve negra, dándome a entender que ha cortado la conexión.

-Vuestro tío Lucas es un capullo -carcajeo mirando a mis hijos-. Vamos a ver a la tía Miriam, a ver qué está haciendo -decido cogiéndoles en brazos para montarles en el carro.

Siempre Tú II [RESUBIDA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora