Capítulo 8. Sonrisas

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— ¿A dónde quieres llegar? —Preguntó con nerviosismo.

— Lay... Ve cosas que están en este mundo. Pero no en nuestro mismo plano.

Bufó con fastidio dándose la vuelta para continuar chequeando si la comida estaba lista. Sacó un par de milanesas de la freidora y colocó otras más.

— Vamos ChanYeol, deja de jugar. Ambos sabemos que Lay está enfermo.

D.O comenzó a soltar quejidos removiéndose con incomodidad en su coche. Bastaron unos segundos para que lanzara con altanería el recipiente al suelo y este se abrió derramando la poca agua que quedaba.

Suspiré pesado y me incliné para recogerlo. Cerré el envase y lo deposité en la mesa para dirigirme a la lavandería adjunta a la cocina mientras ahora el llanto de KyungSoo se hacía presente.

— ¿Siquiera has hablado con él alguna vez?

Me detuve a escasos pasos de Kris, y él volteó a verme. Nos volvimos a retar con la mirada en un silencio hostil que incluso hizo que D.O detuviese su jaleo en seco. Segundos después YiFan bajó la mirada claramente apenado y volvió a lo suyo.

Eso pensé. Me dije en mi mente, pero no era algo que le echaría en cara. Me retiré en busca de un coleto y volví a la cocina para fregar el piso.

D.O sólo me observaba con su dedo pulgar en la boca y el dedo índice de su mano desocupada acariciaba su propia ceja.

Era un niño relativamente bien portado. Se sentaba a jugar con sus tacos serenamente, le gustaba mucho construir, derribarlo, y volver a empezar. Si lo dejabas frente a la TV lo único que hacía era chuparse el dedo y ver las comiquitas. Si hablabas en frente de él solo te observaba con sus grandes orbes bastante interesado en el tema como si pudiese entenderlo, y de vez en cuando daba su opinión en balbuceos. Así era ese pequeño, aunque solía quejarse por estar en el mismo lugar mucho tiempo o si había algo que desconocía. Por ende sus berrinches eran algo oportunos.

Luego de limpiar el suelo devolví el trapeador a su lugar y para mi sorpresa el rubio volvió a dirigirse a mi persona.

— Lo siento ChanYeol, soy muy terco —tenía la mirada gacha y yo no sabía qué decir—. Es solo que, me preocupa mucho el estado mental de Lay. Y a veces me cuesta creer que un buen chico como él tenga esquizofrenia.

Yo negué con la cabeza y deposité una mano en su hombro. No había resentimiento entre ambos, solo una diferencia de opiniones.

— Tenga o no esquizofrenia eso no lo hace un chico malo o bueno —él levantó la mirada y yo esbocé una sutil sonrisa en mis belfos—. No te preocupes. Lay está bien.

— ¿Cómo lo sabes? —Lo sentí intranquilo.

— Porque mi hermanito menor también lo padece. —Mencioné divertido aunque YiFan aún estuviese algo nervioso.

— ¿Es esquizofrénico?

— No —Negué sosegado—. Es médium.

Entré a mi habitación llevando en brazos al más pequeño de la casa y lo senté en la cama, dejando con él algunos juguetes de Luhan que KyungSoo pudiese manejar y entretenerse.

El niño me miró con serenidad sin inmutarse. A decir verdad su mirada me daba algo de miedo, era profunda como la de Tao e impertinente como la de Baekhyun; una mirada que pude encontrar una vez como un destello entre los agujeros de su máscara. Sentí como atravesaba mi alma de una punzada. Pero no es algo que venga al caso.

— Bien —de pie a un lado de mi cama le sostuve la mirada a la criatura mientras me llevaba las manos a las caderas, analizando la situación en la que nos encontrábamos—. No es como que tenga de otra, así que te toca hacerme compañía —le hablaba como si pudiese entenderme, sin recibir respuesta de su parte más que una seria mirada. Por alguna extraña razón, el sentimiento de hablar con KyungSoo me era similar a cierto individuo. Pues nuevamente me encontraba hablando conmigo mismo—. Tao se ha ido a la universidad, por suerte —dije esto último para mi mismo—, y le prometí a Kris que te vigilaría.

El niñero de los Byun [Hiatus]Where stories live. Discover now