La alfombra de la sala estaba cubierta de peluches, bloques de madera y un par de libros con solapas medio rotas. Dora tenía una obsesión con arrancarlas. Yo ya había asumido que el destino de todos esos cuentos era el mismo.
— ¡Esa va en la torre, no en la boca! — Le dije, medio riéndome mientras la veía meter un cubo azul en su boca como si fuera gourmet.
Theodora me miró, seria, como si fuera una cuestión de principios. Luego soltó una risa chiquita, de esas que le nacen del estómago y que la hacen tambalearse como si se fuera a caer. Caminó como pingüinito tambaleante hacia mí y se dejó caer sentada en mis piernas.
— ¿Otra vez? — Pregunté, levantando el libro de animales que ya habíamos leído tres veces esa mañana.
Ella aplaudió.
— Tu pasaras las páginas esta vez, ¿sí?
Obviamente no pasó ninguna. Se quedó mirando una ilustración de una vaca como si estuviera viendo arte contemporáneo. Me derretía. Tenía los cachetes rosados del calor, el pelo algo alborotado y ese buzo con orejitas que le quedaba más adorable de lo que era justo.
Jugamos un buen rato. Nos hicimos las que cocinábamos con sus juguetes, le puse un pañuelo como capa y fingimos que volaba, hasta me peinó con un cepillo que en realidad era para su unicornio de peluche. Cada tanto se giraba para asegurarse de que seguía ahí. A veces la etapa de apego era agotadora, pero hoy... hoy me estaba regalando una paz rara.
Escuché la puerta abrirse y después unos pasos familiares.
— ¡Volvimos! — Gritó Harry desde la entrada, y luego se corrigió solo — Bueno, volví yo y el vestido también.
Dora giró la cabeza como si reconociera la voz incluso antes de entender lo que decía. Gateó hasta la puerta del pasillo a medio camino, y desde ahí lo vio. Dio unos pasitos como los suyos, cortitos y decididos, y se abrazó a su pierna.
Harry la levantó como si fuera pluma.
— Hola, pequeña koala — Le dijo, y me miró por encima del hombro con una sonrisa de esas que le sale sin pensar — ¿Cómo estuvo la mañana con mamá?
— Productiva — Respondí desde el suelo, despeinada y con una media menos.
Me levanté mientras él dejaba el vestido para agarrar a Theodora en sus brazos y me acerqué para abrazarlo también. Lo miré de reojo.
— Espero que no hayas visto nada.
— ¿Como qué?
— Como una vaca que hace “cuac”, una torre caída cinco veces, o una madre que se disfrazó con un pañuelo para ser superheroína.
Se rió bajito.
— No, pero suena a que me perdí de mucho.
— Un montón — Dije, besándole la mejilla antes de volver a mirar a Dora, que ahora jugaba con el cierre de su campera como si fuera el invento del siglo — Aunque igual te guardamos un lugar en la próxima función.
Después de almorzar, salimos a dar nuestro paseo de la tarde, ese que ya se volvió casi ritual. El cielo estaba gris, típico de Londres, pero no llovía. El aire frío nos obligaba a caminar más cerca, casi pegados. Harry iba empujando el cochecito con una mano y con la otra me agarraba fuerte. Yo tenía las manos frías, como siempre, y él las tenía calentitas, como siempre también. Era injusto.
— Deberías donarme un poco de circulación — Le dije, entrecerrando los ojos mientras lo miraba.
— Yo te doy lo que quieras — Contestó, sin siquiera pensarlo, y esa sonrisita suya me hizo rodar los ojos.
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INVISIBLE STRING [H.S]
FanfictionMadison y Harry le habían puesto fin a su relación, ninguno de ellos pensaba que las casualidades de la vida los haría reencontrarse más de una vez... ¿Que sucedera cuando se den cuenta que están atados por un hilo invisible? Continuación de "You we...
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