INVISIBLE STRING [H.S]

52

El vuelo fue un desastre. No fue largo, pero se sintió eterno. Un niño pateó mi asiento sin descanso, el hombre detrás de mí hablaba tan alto que parecía querer compartir su drama familiar con todo el avión, y la azafata casi me volcó café encima. Para cuando aterrizamos, mi paciencia estaba colgando de un hilo.

Fui directo a recoger mi equipaje, porque lo único que podía mejorar este día era salir rápido del aeropuerto. Pero, por supuesto, mis valijas decidieron quedarse en Nueva York.

Me quedé mirando la cinta transportadora como si fuera a devolverme mis cosas por culpa. No pasó, suspiré y caminé hasta el mostrador de reclamos de equipaje.

— Perdí mis valijas — Dije, sin esfuerzo por sonar amable.

La mujer detrás del mostrador me miró con la paciencia de alguien que ya ha visto suficiente caos en su vida.

— Número de vuelo.

Se lo di. Ella tecleó, revisó la pantalla y suspiró.

— Su equipaje se quedó en Nueva York. Podemos enviarlo a su domicilio en cuanto llegue.

Cerré los ojos.

— No estoy en mi domicilio, pero… — Exhalé despacio — Está bien, ¿qué tan rápido pueden enviarlo?

— Podría llegar mañana, pero no podemos garantizarlo debido a las nevadas de Nueva York.

Por supuesto que no podían. No tenía más opción que dar la dirección de la casa de Harry. Ahí tenía algo de ropa.

Después de eso, solo quería un café. Caminé hasta la cafetería del aeropuerto, pedí un americano y esperé en silencio mientras lo preparaban. Cuando me lo dieron, tomé un sorbo y dejé que el café hiciera al menos un intento de mejorar mi humor.

Ya en el Uber, me dejé caer contra el asiento y suspiré, viendo las calles de Los Ángeles pasar. El chofer era un hombre mayor con una actitud tranquila, lo cual agradecí.

— ¿De visita en la ciudad? — Preguntó de repente.

— Algo así.

Asintió y no insistió más. Me relajé un poco, sintiendo el café hacer efecto. Hasta que…

— ¿Sabes? Me recuerdas a esa cantante… ¿cómo se llama? La que estaba en One Direction.

Cerré los ojos un segundo — Ni idea.

— Oh, bueno. Seguro te lo dicen seguido.

— Demasiado.

Regresé la vista a la ventana, esperando que el universo dejara de jugar conmigo. Porque lo peor de todo era que Harry no tenía idea de que yo estaba en camino. Y, después del día que había tenido, no estaba segura de que quisiera enterarse todavía.

Poco después, la puerta se abre lentamente. Harry está allí, con el cabello desordenado, los ojos entrecerrados por el sueño, pero al verme, su rostro cambia. Hay una chispa de sorpresa y confusión en sus ojos, como si no pudiera creer que esté aquí.