Theodora Mae Styles nació en Londres, ciudad que la pareja eligió para vivir esta etapa lejos del bullicio mediático. “Londres es hogar para ambos. Allí encontraron el equilibrio entre privacidad y raíces, y sabían que era el lugar perfecto para recibir a su hija,” compartió una fuente cercana.

Horas después, Harry y Madison subieron una historia compartida en Instagram, agradeciendo el cariño recibido. En letras blancas sobre un fondo neutro, el mensaje decía:

Nuestra hija está aquí y estamos completamente enamorados. Gracias por sus mensajes de amor y energía positiva. Todos estamos bien. Pedimos con el corazón respeto y privacidad para Theodora. Queremos que descubra este mundo maravilloso con la inocencia que un niño merece.”

Fuentes del entorno aseguran que tanto Madison como Theodora están en perfecto estado, y que Harry ha estado presente en todo momento, absolutamente involucrado y conmovido. “Está embobado. No deja de mirarlas. Madison siempre supo que él sería un gran padre, pero verlo con Theodora superó todo lo que imaginaba,” comentó una amiga de la pareja.

La pareja, que mantiene su vida íntima alejada de los focos, ha sabido convertir este momento en algo sagrado. No hubo portadas vendidas ni anuncios elaborados. Solo gestos genuinos, llenos de poesía, que confirman que están en la etapa más vulnerable y poderosa de todas: ser padres por primera vez.

Los fans, por supuesto, respondieron con euforia y emoción. Las redes se llenaron de mensajes de amor bajo hashtags como #WelcomeTheodoraMae, #BabyStyles, que se volvieron tendencia global en cuestión de horas.

Desde su compromiso en privado hasta el anuncio no verbal de su embarazo en el Love On Tour, Madison y Harry han escrito su historia a su propio ritmo. Y con la llegada de Theodora Mae, comienzan un nuevo capítulo, quizá el más profundo, tierno y real de todos.





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Harry's pov


No sabía que uno podía despertarse tan feliz y tan cansado al mismo tiempo.

Era mi cumpleaños, aunque apenas lo registraba. Lo supe porque Madison lo susurró medio dormida, con su voz ronca de madrugada, justo antes de que Theodora empezara a llorar. Me desperté por eso, por el llanto, pero también porque ella no estaba en su moisés. Madison ya la tenía en brazos, en ese modo medio dormido pero alerta que solo ella sabe manejar.

— Ven con nosotros, cariño — Le dijo mientras la acomodaba entre los dos, en nuestra cama.

Y ahí estaba. Pequeñita, calentita, con sus manitos apretadas y los ojos aún húmedos. Se calmó al instante apenas sintió a Mads cerca, como si su mundo volviera a estar en equilibrio. Me acerqué y le toqué la frente con la mía. Olía a leche tibia y a ese perfume suave que Maddy le ponía en el cuello, como una flor que uno no quiere aplastar de lo frágil que es.

Dora tenía solo tres meses, pero ya sabía perfectamente cómo dominar el cuarto. Lo había heredado de su madre, sin duda. Era tranquila, sí, pero también intensa cuando algo no le gustaba. Miraba con esos ojos grandes, como si entendiera todo, como si no necesitara decir una sola palabra para hacerse entender.

Me quedé mirando cómo se acomodaba entre los dos, su cabecita girando apenas hacia el pecho de Madison. Cerró los ojos otra vez, con una expresión tan serena que me hizo sonreír. No necesitaba regalos hoy. Tenía eso. A Maddy despeinada, en mi lado izquierdo, a Dora acurrucada en medio. Mi corazón lleno.

INVISIBLE STRING [H.S] Where stories live. Discover now