឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵ ឵឵឵឵឵ 𝟷𝟹 . ┊

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Gi-hun jadeó por el golpe, pero no se resistió. Sabía que no podía. Sabía que no debía. Su cuerpo ya entendía lo que venía después de esas palabras. El castigo. La lección. La posesión brutal disfrazada de corrección.

— Me vale una mierda que supliques, muñeco —continuó In-ho, su voz un gruñido entre dientes, mientras desabrochaba el cinturón con movimientos duros, rabiosos—. Sabes que eso aquí no funciona.

Ese maldito título volvió a sonar como un escupitajo, como una burla cruel. La palabra "muñeco" se deslizaba por sus labios como si fuera una cadena, como si el amor fuera una jaula que él mismo había fabricado solo para ver a Gi-hun retorcerse dentro de ella. El Omega apenas podía respirar. La presión de su pecho contra la mesa era tan fuerte que los bordes del mueble se le clavaban en las costillas, dejándole marcas rojas, profundas. Las manos del Alfa eran una mordaza invisible, una sentencia firme. No había escapatoria. No esta vez. No nunca.

— T-tengo que limpiar... por favor, hay personas cerca... —susurró Gi-hun con voz temblorosa, sin aliento, la vergüenza quemándole los ojos, la garganta, la carne entera.

— ¿Y qué? —bufó In-ho, pegando su cuerpo contra él por completo, su erección ya dura y furiosa rozando el trasero del menor por encima de la falda ridícula de sirvienta—. ¿Crees que me importa que haya gente mirando? Deberían verte así. Verte como lo que eres de verdad.

La risa que le siguió fue seca, cruel, profundamente inhumana. Unos pasos se oyeron al fondo del comedor, los sirvientes apurando la retirada, los rostros pálidos bajando la vista sin atreverse a interrumpir, a hablar, a respirar demasiado alto. Uno de ellos dejó caer una copa por accidente, y el sonido del cristal estrellándose contra el suelo pareció marcar el inicio de la escena. Después de eso, solo hubo silencio.

Gi-hun temblaba. Su cuerpo entero temblaba. La mano de In-ho le subió la falda de golpe, revelando la ropa interior que apenas lo cubría. El Alfa se inclinó sobre él, presionando la boca contra su oído mientras le frotaba la entrepierna por encima de la tela con violencia.

El contacto fue como un choque eléctrico que le recorrió toda la columna. Gi-hun apretó los dientes con fuerza, conteniendo un grito que se le ahogó en la garganta. Su respiración se volvió errática, entrecortada, un jadeo seco que no lograba salir del todo. Cada roce de la mano del Alfa era como un hierro candente contra su piel helada. Y en medio de esa humillación física, del asco visceral que le revolvía el estómago, una arcada le subió de golpe. Su cuerpo lo traicionó otra vez. Sintió que la bilis le subía por el esófago, un ardor ácido mezclado con el sabor amargo de la desesperación. No vomitó, pero se inclinó más contra la mesa, jadeando, con el rostro pálido y gotas de sudor frío deslizándose por su frente. El mareo era insoportable. El cuerpo no aguantaba más.

— ¿Qué te pasa ahora? —gruñó In-ho al notar cómo temblaba más de lo normal, cómo apenas podía sostenerse en pie.

Gi-hun no respondió. No podía. Tenía los ojos cerrados con fuerza, las manos crispadas sobre el borde de la mesa, las uñas clavadas en la madera barnizada. No sabía si era por el miedo, por el embarazo o por el cúmulo de todo. La mente le daba vueltas. Todo parecía girar. Todo dolía. El vientre le pulsaba, como si el cuerpo supiera que algo antinatural estaba ocurriendo.

— ¿Estás enfermo? —insistió In-ho con un tono más bajo, aunque no menos cruel, mientras sus dedos le apretaban la entrepierna con más fuerza—. ¿O solo te haces el débil para dar lástima?

No hubo respuesta. Solo el cuerpo del Omega temblando, convulsionando por dentro, luchando por mantenerse en pie mientras su dignidad caía hecha polvo entre las risas silenciosas y las miradas desviadas de los demás. Nadie interrumpía. Nadie se acercaba. Nadie se atrevía. Eran sombras caminando, fantasmas vivos que preferían ignorar lo que ocurría frente a ellos antes que arriesgarse a enfrentar al dueño de la casa. Gi-hun no solo estaba solo... estaba completamente expuesto, desprotegido, condenado a vivir esa pesadilla a plena luz del día.

឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵ ឵឵឵឵឵ ⩇⩇ . ┊TERMINADO - 𝐄𝐋 𝐀𝐌𝐎 𝐄𝐍𝐅𝐄𝐑𝐌𝐎Where stories live. Discover now