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Cuando el médico se fue a arreglar las radiografías, In-ho se acercó al pelirrojo, su voz bajó a un susurro bajo y amenazante. - Lo hiciste bien -dijo, con el aliento caliente contra la oreja del omega.- Pero si alguna vez piensas en decir la verdad, en traicionarme - continuó, empezando a apretar el hombro del pelirrojo con fuerza.- Haré que te arrepientas ¿Me entiendes?
El omega asintió frenéticamente, con los ojos muy abiertos por el miedo.- Sí -susurró.- Entiendo. No diré nada, lo prometo.
El agarre del alfa se tensó por un momento más antes de soltarlo, dando un paso atrás.- Bien -dijo, con un tono frío y desdeñoso.- Ahora, terminemos con esto de una vez. Cuanto antes nos vayamos de este lugar, mejor.
Se dio la vuelta y su atención se desplazó a la puerta mientras esperaba a que volviera el médico. Gi-hun estaba allí sentado, temblando y aterrorizado, con la mente acelerada por las amenazas del alfa. Sabía que estaba atrapado, completamente a su merced. No había escapatoria, no había esperanza de una vida mejor.
Cuando el médico regresó con los resultados de las radiografías, la atención de In-ho volvió a Gi-hun. El corazón del omega se aceleró mientras observaba el rostro del alfa, tratando de medir su estado de ánimo. Sabía que cualquier signo de debilidad o desobediencia sería recibido con castigo.
- Todo parece estar bien -dijo el doctor Kim, con tono aliviado.- No hay lesiones internas, solo muchos hematomas y algunos cortes menores. Le daré algunos analgésicos e instrucciones para el cuidado.
In-ho asintió, su expresión era ilegible.- Gracias, doctor -dijo con voz fría y educada.- A partir de aquí, nos encargaremos de todo.
El doctor vaciló y su mirada se detuvo en Gi-hun. El omega miró hacia otro lado, incapaz de mirarlo a los ojos. Se sentía sucio, avergonzado y no quería ver la lástima y el asco que seguramente el doctor pensaba.
- Asegúrate de que descanse - dijo el doctor, con tono firme.- Y si el dolor empeora o muestra signos de infección, tráigalo de inmediato.
In-ho se tenso, pero asintió.- Por supuesto -replicó, con un tono impregnado de falsa sinceridad.- Me aseguraré de que se cuide.
Tan pronto como el médico se fue, In-ho volvió a centrar su atención en Gi-hun. El omega se estremeció bajo la mirada del alfa, su cuerpo se tensó de miedo. Sabía que el verdadero castigo estaba por llegar, que la ira de In-ho se desataría una vez que estuvieran solos.
- Vamos -dijo el alfa con voz baja y peligrosa.- Nos vamos.
Gi-hun se paró sobre piernas temblorosas, su cuerpo le dolía con cada movimiento. In-ho lo agarró del brazo, con firmeza e inflexible, mientras conducía al omega fuera del hospital y de vuelta al coche.
El viaje a casa fue silencioso, la tensión entre ellos era palpable. Gi-hun mantuvo la mirada fija en la ventana, con la mente llena de pensamientos sobre lo que estaba por venir. Sabía que In-ho esperaría que le devolviera el "favor" de llevarlo al hospital, y la sola idea hizo que su estómago se revolviera de náuseas.
