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A la mañana siguiente, In-ho se despertó con el sonido de su alarma. Se estiró reconociendo que le dolía el cuerpo por las actividades de la noche anterior. A su lado, Gi-hun yacía acurrucado en una bola, su cuerpo temblaba ligeramente. La mirada del alfa se suavizó mientras miraba al omega.
Extendió la mano sobre la mejilla magullada de Gi-hun. El omega se estremeció ante el contacto, sus ojos se abrieron de par en par. Estaban rojos e hinchados, llenos de miedo y dolor. El corazón de Hwang se apretó, pero hizo a un lado el sentimiento, reemplazándolo con su habitual frialdad.
- Levántate -dijo, con la voz áspera por el sueño.
El Omega lo observo con los ojos muy abiertos por el miedo. Vaciló, su cuerpo temblaba mientras se incorporaba lentamente. Cada movimiento era doloroso, sus músculos gritaban en señal de protesta. Las sábanas debajo de él estaban manchadas de sangre y semen, recordatorio de la violación de la noche anterior.
- In-ho - susurró, con la voz ronca y quebrada-. Por favor... No puedo... Necesito...-Se quedó callado, incapaz de terminar su súplica. ¿Qué podía decir? ¿Que necesitaba misericordia, compasión? Su jefe no le había mostrado ninguna de esas cosas.
La expresión del alfa se endureció, sus ojos se entrecerraron. - Necesitas empezar a limpiar la habitación, eso es lo que necesitas, no olvides que soy tu jefe y tú un simple sirviente.
Su pecho dolió en un nudo retorcido al escuchar las crueles palabras, un recordatorio de su lugar en la vida del alfa. Él asintió, sus hombros se hundieron en señal de derrota. - Sí, señor -Susurró, su voz apenas audible.
Balanceó las piernas sobre el borde de la cama, haciendo una mueca mientras su cuerpo maltratado protestaba por el movimiento. In-ho lo observó, con una mirada fría e inflexible. El omega se paró sobre piernas temblorosas, sus rodillas amenazaban con doblarse debajo de él
- Empieza por la cama - ordenó In-ho, con tono desdeñoso mientras se acercaba al armario- Y asegúrate de lavar las sábanas. No quiero ver ninguna mancha.
Gi-hun se mordió el labio, asintiendo en silencio. Las lágrimas ya corrían por su rostro mientras comenzaba a desnudar la cama. Cada movimiento enviaba una nueva ola de dolor a través de su maltrecho cuerpo, pero lo soportó, sabiendo que la desobediencia solo traería más sufrimiento.
Se vistió rápidamente con una ropa holgada y sencilla para empezar a trabajar, no pudo evitar mirar a In-ho, con el corazón dolorido por una mezcla de miedo y anhelo. A pesar de todo lo que el alfa le había hecho, a pesar de la crueldad y la violencia que había soportado, una parte de él todavía quería el afecto de In-ho, su aprobación.
Era una parte retorcida y rota de sí mismo, un remanente del ingenuo omega que una vez había sido. Pero sabía que tenía que reprimirlo, tenía que protegerse de más dolor. El Alfa nunca lo amaría, nunca lo vería como algo más un Omega de cara bonita que tener en su cama...