឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵ ឵឵឵឵឵ 𝟷𝟼 . ┊

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Habían pasado días

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Habían pasado días. Quizás semanas. El tiempo ya no tenía sentido cuando todo se sentía igual: la misma habitación, el mismo silencio espeso, el mismo cuerpo que no le pertenecía. Gi-hun ya no contaba las horas, solo los movimientos. Esos horribles, retorcidos espasmos dentro del vientre que comenzaban a parecerse más a un gusano inquieto que a una "vida". El cansancio era como un líquido espeso en su sangre, y el sueño se volvía enemigo... porque ahí, en los sueños, el bebé reía. Lo llamaba mamá. Le tocaba la cara con manos inexistentes. Y despertaba jadeando, bañado en sudor, con el vientre pulsando como un tambor de guerra.

No quería verlo. No quería tocarlo. No quería admitir que estaba creciendo. Pero cada vez que se sentaba, que se doblaba sobre sí mismo, lo sentía: esa curva leve en el abdomen, esa piel que ya no era solo suya, sino del monstruo que llevaba dentro. A veces le hablaba. No como una madre. Sino como alguien que odia a su huésped.

—No quiero que te muevas —susurró una vez, con la frente pegada a sus rodillas, acurrucado en el rincón más frío del cuarto—. No quiero sentirte. No quiero saber que existes...

El vientre tembló como si lo escuchara. Una patada leve. Un giro. Gi-hun vomitó en el balde más cercano.

Estaba atrapado.

Y como si el universo disfrutara arrancándole la poca paz que aún conservaba, In-ho apareció esa noche con una decisión tomada. El Alfa se paró en la puerta con los brazos cruzados, el ceño apretado, sin rastro de discusión en su rostro.

—Desde esta noche... dormirás conmigo.

La frase cayó como un disparo. Gi-hun lo miró sin responder, sin moverse siquiera. La náusea subió desde el pecho al cuello. In-ho avanzó, lo tomó del brazo como si fuese un niño rebelde, y lo arrastró por el pasillo sin decir más.

La habitación principal seguía intacta: ordenada, con esa cama enorme donde se habían cometido tantas pesadillas. In-ho se desnudó con la naturalidad de siempre, se metió bajo las sábanas, y palmeó el colchón del lado vacío.

—Vamos. No tengo toda la noche.

Gi-hun se acercó con pasos temblorosos. Cada célula de su cuerpo le rogaba que se resistiera. Que peleara. Que escapara. Pero no tenía fuerza. No tenía aire. Solo obedeció.

Se acostó con la espalda rígida, mirando al techo. El colchón crujió a su lado cuando el Alfa se acomodó. No lo tocó. No lo miró. Solo murmuró:

—El bebé debe sentir a su padre cerca.

Gi-hun contuvo un grito. No de miedo. De ira. De impotencia. De asco. Cerró los ojos, apretando los párpados hasta que le dolieron. Su respiración se volvió un hilo fino. Cada latido del corazón sonaba como un reloj de cuenta regresiva dentro del pecho.

In-ho se durmió casi al instante. Tranquilo. Respirando lento. Como si no hubiera encerrado, violado, doblegado a la persona a su lado. Y Gi-hun... Gi-hun se quedó allí. Inmóvil. Despierto toda la noche. El vientre se movía. Como si la criatura dentro supiera que su "padre" estaba cerca. Como si lo buscara. El Omega apretó los labios hasta hacerse sangre. Una lágrima bajó por su sien.

឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵ ឵឵឵឵឵ ⩇⩇ . ┊TERMINADO - 𝐄𝐋 𝐀𝐌𝐎 𝐄𝐍𝐅𝐄𝐑𝐌𝐎Where stories live. Discover now