឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵ ឵឵឵឵឵ ⩇⩇ . ┊TERMINADO - 𝐄𝐋 𝐀𝐌𝐎 𝐄𝐍𝐅𝐄𝐑𝐌𝐎

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— Voy a hacer que te vengas —dijo con voz baja y amenazadora.— Voy a hacerte venir una y otra vez, hasta que me ruegues que pare. Y si intentas resistirte, si incluso piensas en desobedecerme, me aseguraré de que te arrepientas.

In-ho deslizó el vibrador dentro del coño, el frío metal contrastaba con su carne cálida y húmeda. El jadeó, sus caderas se balancearon involuntariamente mientras el dispositivo la llenaba. El alfa sonrió, sus dedos se curvaron alrededor del control remoto que tenía en la mano.

— A ver cuánto tiempo aguantas, mi linda putita — murmuró, pulsando un botón del mando a distancia. El vibrador cobró vida, pulsando contra las paredes internas de Gi-hun.

— Mgh...In-ho —exclamó el omega, arqueando la espalda de la cama, la sensación era intensa, abrumadora, y ya podía sentir cómo su orgasmo se acumulaba. Apretó los dientes, tratando desesperadamente de contenerse, de resistir el cruel juego de su jefe.

Pero el alfa fue despiadado. Aumentó la velocidad y la intensidad de las vibraciones, observando con sádico regocijo cómo su empleado se retorcía y gemía. Su rostro estaba enrojecido, sus ojos cerrados y las lágrimas goteando por las comisuras.

Hwang volvió a meterse la mano en el bolsillo y sacó un segundo aparato. Este era más grande, con una base acampanada y un eje largo y delgado. Los ojos de Gi-hun se abrieron con horror cuando se dio cuenta de lo que era: un tapón anal.

— No — suplicó el, sacudiendo la cabeza frenéticamente.— Por favor, In-ho, eso no. Cualquier cosa menos eso.

El alfa la ignoró, con una expresión fría e inflexible. La agarró por los tobillos, forzándole a separar las piernas y dejando al descubierto su zona más íntima. Gi-hun luchó, pero el no era rival para su fuerza.

Presionó la punta del tapón contra su estrecho agujero, aplicando una presión constante. Gi-hun gritó, su cuerpo se tensó mientras luchaba contra la invasión. Pero el alfa fue ignorante, empujando el tapón más y más hasta que se asentó completamente dentro de el.

Las vibraciones del primer juguete se intensificaron, enviando ondas de choque de placer a través del cuerpo de Gi-hun.

Su vagina goteaba líquidos, el vibrador enterrado profundamente dentro de el lo hacía brotar de excitación. Pero su ano estaba apretado con fuerza alrededor del tapón, sus músculos temblaban en protesta por la intrusión extraña. Las sensaciones duales eran abrumadoras, placer y dolor entrelazados en un cóctel vertiginoso.

In-ho se recostó, admirando su obra. Gi-hun yacía tendido en la cama, con las piernas abiertas, los agujeros llenos y estirados. Era un desastre de lágrimas, su cabello era una maraña salvaje alrededor de su rostro. Parecía completamente degradado, completamente a merced de los crueles caprichos del alfa.

— Y decías que querías respeto... — se burló, su voz goteaba desprecio.— ahora estás ahí, empapado con tan solo tener esos juguetes. Te encanta esto, ¿verdad?

Gi-hun solo pudo sollozar en respuesta, su cuerpo temblando con la fuerza de sus lágrimas. Se odiaba a sí mismo por reaccionar de esa manera, por ser tan débil, tan patético. Pero no pudo evitarlo. El placer era demasiado intenso, el bochorno era demasiado profunda.

Las crueles palabras de In-ho resonaron en su mente, retorciendo el cuchillo de la vergüenza más profundamente en su corazón. A el le encantó esto, ¿no? Le encantaba ser utilizado, ser degradado, ser reducidp a nada más que un muñeco sexual para la diversión del alfa.

Al darse cuenta, sollozó aún más fuerte, su cuerpo destrozado por la desesperación. Era una zorra inútil, una puta repugnante que se excitaba al ser maltratado y humillado. Se merecía todo lo que In-ho le hizo y más.

El alfa la observó derrumbarse con una expresión fría y distante. La había destrozado, la había hecho en un millón de pedazos, y se deleitaba en ello. Este era su poder, su control. Y él nunca lo dejaría ir.

De repente, se puso de pie, sus movimientos bruscos y repentinos. Sin decir una palabra, se dio la vuelta y salió de la habitación, dejando a Gi-hun solo con sus lágrimas y su vergüenza. El omega yacía allí, su cuerpo temblando de sollozos, los juguetes aún enterrados profundamente dentro de el. Se sentía completamente abandonado, completamente solo.

Pasaron las horas, o tal vez fueron solo minutos. El perdió la noción del tiempo, perdido en su propia miseria. Eventualmente, el agotamiento se apoderó y se sumió en un sueño inquieto.

Cuando despertó, la habitación estaba a oscuras, la única luz provenía de la luna fuera de la ventana. Se removio, su cuerpo dolorido y golpeado. A medida que se movía, sintió que los juguetes aún se movían dentro de el.

Lentamente, se sentó, con la cabeza dando vueltas. Se agachó, con los dedos temblorosos mientras agarraba la base del plug. Con un gruñido, lo sacó, haciendo una mueca ante el repentino vacío. Luego se quitó el vibrador, su coño palpitaba en protesta.

Miró fijamente el tapón, todavía cubierto con sus fluidos. Era enorme, más grande que cualquier juguete que hubiera usado en sí mismo. Su coño y su ano se sentían vacíos, estirados y en carne viva por la brutal invasión.

Dejó el enchufe a un lado, sus manos temblaban mientras se levantaba de la cama. Cada movimiento enviaba una sacudida de dolor a través de la parte inferior de su cuerpo, un recordatorio constante de la crueldad de su jefe. Caminó a trompicones hasta el baño, desesperado por limpiarse.

Mientras se lavaba, no pudo evitar notar los moretones y ronchas que cubrían su piel. Los dedos de In-ho habían dejado marcas rojas en sus caderas, sus muslos, sus pechos. Parecía una muñeca maltratada.

Las lágrimas se deslizaban por sus mejillas mientras se vestía, cada prenda era un doloroso recordatorio de su terrible experiencia.