Todo está bien.

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Meredith guardaba la ropa dentro de las valijas, podía sentir los nervios a flor de piel, sabía que Benedict había ido a ver a Norah, le había dicho que quería despedirse pero los antecedentes hacían que le corrieran pequeñas gotas de sudor por la nuca.

No podía negar que en los últimos dos meses su relación con Benedict estaba mejor que nunca, incluso mejor que cuando habían iniciado. Todo había sucedido después de la conversación que habían tenido en la entrada de su casa después de haber visto a sus padres, Meredith estaba harta de ser la segunda en la vida de Benedict y por más que aquello le doliera había decidido seguir adelante.

Por meses había ignorado las llamadas y los mensajes de Benedict, había salido en unas cuantas citas incluso, se había cortado el cabello, salido con sus mejores amigas, comenzado a filmar una nueva película, pero nada de eso parecía funcionar porque de su mente el rostro de Benedict no salía ni a patadas.

La noche de los BAFTA volvieron a encontrarse, Meredith tuvo la oportunidad de saludar a Tom y parecía que ambos pensaban lo mismo, evitar a Benedict a toda costa, pero Meredith no tuvo ni una sola oportunidad. En cuanto Benedict la vio a lo lejos con su hermoso vestido blanco descubierto de la espalda, sus ojos se llenaron de aquella chispa que había tenido la primera vez que la había visto, la buscó y habló con ella, por unas semanas decidieron ser solamente amigos.

Y durante aquellas semanas Benedict pudo evaluar cada aspecto de su vida, su amor por Norah y su amor por Meredith, ¿qué era lo que sentía por Norah en realidad? ¿Por qué había perdido aquél impulso de salir corriendo a buscarla?

Estaba cansado y confundido y bien sabía que tenía la respuesta frente a él, y en cuanto lo descifró en tan solo un instante, no dudo ni un poco en besar a la hermosa mujer que tenía frente a él, a la hermosa mujer que decidió era la persona que amaba.

–¿Ocupada?

Preguntó Benedict detrás de ella, haciéndola saltar un poco. Los ojos de Meredith se llenaron de duda en cuanto lo miro en la puerta, recargado sobre el marco de esta y mirándola con una sonrisa que ella no logró descifrar, no sabía si la sonrisa se debía a que estaba ahí con ella o porque acababa de ver a la mujer a la que había amado tanto.

–¿Todo bien?

Su voz sonaba temerosa y Benedict lo notó de inmediato. No hubo una respuesta, se acercó hasta ella, le acaricio las mejillas y la tomó para besarla con suavidad, acariciando levemente su lengua con la suya y sintiendo el aliento tan lleno de alivio que Meredith le ofrecía.

–Todo bien.

Respondió Benedict, juntando la frente con la de ella y besándole la nariz varias veces, Meredith lo abrazó de la cintura con tanta fuerza que durante unos segundos Benedict no pudo respirar, pero aquellos segundos no le importaron, lo único que él quería era que Meredith se sintiera segura a su lado, que supiera que era suyo ahora y que pasara lo que pasara no volvería a herirla nunca más.

Con aquella sensación de alivio, Meredith le quito el saco a Benedict, admirándolo durante unos segundos, se alejó un paso para poder verlo mejor y sonreírle, Benedict comenzó a desabotonarse la camisa, sabía cuánto disfrutaba Meredith de verlo hacer eso. Quitaba cada botón con una lentitud tentadora hacia Meredith, entre más la hacía esperar su pasión se volvía más grande. Meredith lo observaba mordiéndose el labio y resistiendo las ganas de gruñir con una magnitud inmensa. Sus manos se tocaron los pechos, deseando que fuese Benedict quien lo hiciera, en cuanto él se vio libre de su camisa se acercó hasta ella recostándola sobre la enorme cama, reemplazando las manos de Meredith por las suyas, acariciando aquellos senos que le hacían agua a la boca, besando cada centímetro de piel desnuda y quitando la ropa que parecía volverse una barrera de metal caliente sobre sus cuerpos. La miro a los ojos y de nuevo aquella sonrisa que Meredith no había podido descifrar unos momentos antes le apareció en el rostro, aunque esa vez fue más claro que él agua, estaba segura de que aquella sonrisa era suya, aquella sonrisita que tenía en la boca, era solamente para ella.

La novia de mi mejor amigo. Where stories live. Discover now