Sé que tengo razón.

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Tom se acercó a Norah y Benedict de una manera tan fuerte que Norah pensó que los golpearía a ambos.

–Tom...

Norah trató de hablar, pero la presencia de Tom era tan agresiva que las palabras se le iban de la boca, Benedict se puso frente a ella, como un escudo, provocando una ira más grande de Tom, mientras que Norah se aferraba a la camisa de Benedict como si fuera lo único que la sostuviera de no desmayarse en aquél momento.

–Tom, escucha, esto no, no, no lo planeamos, por favor, escucha.

Benedict pidió con la voz más tranquila que pudo aunque por dentro sentía que iba a estallar debido a los nervios. Levantó la mano para alejar a Tom un poco de ellos, pero Tom le quitó la mano de un manotazo.

–¿Escuchar? ¿Qué diablos quieres que escuche? ¿Quieres que escuche como te acostaste con la mujer que iba a ser mi esposa? ¿Quieres que escuche como me vieron la cara de idiota los dos?

Norah se aferró aún más a la camisa de Benedict, sintiendo cada palabra de Tom como un puñetazo directo en la quijada.

Tom no dejaba de dar vueltas y Benedict no se movía de su lugar en su intento por defender a Norah de la ira de Tom.

Y cuando menos se lo esperaban, Tom se dio la vuelta con el puño en alto, con una fuerza tan grande que al momento de golpear a Benedict en la boca este cayó sobre Norah con el labio sangrando.

–¡Thomas!

Gritó Norah, acariciando la mejilla de Benedict.

–Deja de tocarlo Norah, deja de tocarlo por favor.

Norah no sabía que era lo que debía de hacer, miraba desde el suelo el dolor en los ojos de Tom al verla tocar a Benedict de aquella manera, pero sus manos no podían dejar de acariciar la mejilla de Benedict.

–No puedo.

Murmuró Norah entre lágrimas.

Y en cuanto Benedict escuchó aquello, a pesar de la situación en la que estaban, sintió un calor tan reconfortante recorrerle el pecho que sintió le iba a estallar.

–Benedict, Josie, creo que Tom y yo debemos hablar a solas.

Benedict miró a Norah con duda, la tomó de la mano y con la mirada se aseguró de que ella de verdad quisiera hacerlo, Norah asintió.

–No la toques.

Dijo Tom con la voz entrecortada.

Josie se acercó hasta donde estaban Norah y Benedict y lo ayudó a levantarse. Benedict regresó a ver a Norah una vez más, sin saber hacia dónde lo llevaba Josie.

–¿Crees que ella va a estar bien? Nunca había visto a Tom de esa manera, no debimos irnos.

Benedict no podía dejar de hablar, mientras Josie miraba hacia la puerta, mordiéndose la uña del dedo pulgar y moviendo el pie sin parar.

–Ella va a estar bien, no creo que Tom sea capaz de hacerle algo.

Benedict se señaló el labio con sangre y Josie se acercó a él.

–¿Estás bien? Creo que necesitas hielo, pero no creo que sea bueno si alguno de los dos sale de la habitación.

Benedict miro a su alrededor, estaba en el cuarto de trabajo de Norah, era más grande y la pared estaba llena de cuadros.

Había uno que llamo su atención en especial, era un auto retrato de ella, aunque una mitad de su rostro estaba de color blanco y la otra de color negro, como si estuviese dividida, en sus manos sostenía un corazón con los mismos colores.

La novia de mi mejor amigo. On viuen les histories. Descobreix ara