[EDITADO: 25-12-2015] 1

Mulai dari awal
                                    

Escuché a algunas personas llorar y gritar a lo lejos pero no pude hacer nada, quizá estaban heridas o solamente asustadas. Todos los edificios de la zona se hallaban rodeados de una nube de polvo gris, no podía saber si estaban bien o se habían caído al suelo. Caminé rápidamente hacia el mirador, el gran océano pacifico me miraba haciéndome una reverencia. Maldije todas las películas tipo El día de mañana, Twister o la Tormenta perfecta y corrí con toda la rapidez que mis cortas piernas me permitieron hacia el recinto, entré a toda prisa y grité:

—¡Al sótano! ¡Corred!

Intenté abrir la puerta del refugio construido para casos de extrema gravedad, pero la maldita se resistía a ser abierta, pero con la ayuda de Getxa y otro chico logramos abrirla y entramos toda la gente. Primero pasó Vagabundo seguido por los niños, las mujeres, los ancianos y luego las demás personas. Cerramos la puerta acorazada a prueba de bombas nucleares.

La luz pestañeó y se encendió, un sonido metálico de los sistemas de ventilación y el zumbido de los generadores que nos mantrendrían alumbrados empezó a sonar. Paseé los ojos por la estancia para hacerme una imagen más real: las paredes del búnker eran de hormigón visto, en un rincón apartado había una litera, en las paredes laterales vi varias estanterías metálicas ancladas a la tapia y llenas de botes de comida de mala calidad, lo mínimo para sobrevivir.

Un estruendo bastante grande nos dejó boquiabiertos, se escucharon más gritos. Seguramente sería lo que había visto con mis propios ojos, un barco de pesca acompañado de una ola gigante que se dirigía hacia la costa. Nadie decía nada.

Getxa encendió una vieja radio, que todavía funcionaba, pero no había señal. El Vasco giró las ruedecillas de la vieja radio hasta que se escuchó una suave voz de mujer. Se nota que estaba muy asustada y hablaba atropelladamente.

«Busquen refugio en los subterráneos y cierren bien las puertas, según informaciones del Instituto Geográfico Nacional, el terremoto ha sido de una magnitud de siete en la escala shindo... Se habla de inmensos incendios y... esperen un momento... tenemos una última hora. Una ola de diez metros ha entrado en el Ireland Port de Ciudad Central, se está llevando todo por delante. Busquen un sitio alto enseguida... —se cortó unos segundos— ¡estamos viendo como caen edificios de hasta diez plantas!...» Getxa la apagó, ya que empezaban a sonar más llantos y quejidos.

La escala shindo es la escala de la Agencia Meteorológica de Japón para indicar la intensidad de los terremotos. Describe el grado de agitación en un punto de la superficie terrestre, así de sencillo.

—¿Cuánto es un siete? —Preguntó un chico.

—De ocho a nueve en escala de Richter —le contestó otro.

Ya había visto de todo en esta vida, un cinco, un seis, un siete y ahora un nueve. Volví a poner la radio con la voz baja, hablaba la misma mujer de antes pero un poco menos asustada porque ya había pasado el gran temblor. Las noticias contaban que en otros pueblos la destrucción era total, porque el hipocentro se había situado a solamente doscientos kilómetros de profundidad.

Todos dimos gracias al ex-alcalde de la ciudad por construir los búnkeres cuando fuimos premiados con un petardazo que se le desvió al "gran líder" de Corea del Norte, Kim Jong Il. Miré a mi alrededor y aunque nunca he sido de números calculé que había más o menos doscientas personas en un zulo de aproximadamente ochenta metros cuadrados, los niños no dejaban de llorar. En un rincón, los devotos leían la biblia y algunos pedían al santísimo que calmase la tierra.

—Menudos idiotas, lo que tenemos debajo de la ciudad es un puto volcán. No el diablo —dijo un muchacho que se ganó una mirada asesina de los devotos.

[4] Las memorias de Leprechaun © {EN PAUSA}Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang