[EDITADO: 25-12-2015] 1

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PRIMERA PARTE

UN NUEVO DESPERTAR

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1

Otra noche en la calle, la espera se hizo larga hasta que los bomberos llegaron a rescatarnos y nos comentaron que no podíamos acceder a los pisos hasta que estos no hubieran sido analizados por los arquitectos. La misma mierda de siempre. El polideportivo del barrio era insuficiente para los vecinos, así que estábamos todos casi pegados. Como sardinas en una lata. Y yo que siempre me quejaba del metro de Japón...

Qué descortés por mi parte, ni siquiera me he presentado como es debido. Mi nombre es Glenn O'Hara, y era agente de policía en la comisaría del barrio irlandés o también llamado Irish Port y mi apodo era Leprechaun. Nací en la ciudad portuaria de Dún Laoghaire, un pueblo costero a catorce kilómetros de Dublín. Crecí rodeado de meros, lubinas y demás pescado, y recuerdo mi adolescencia entre tripas y sangre mientras abría en canal los peces que más tarde mi padre llevaba a su pescadería. Un aspirante a Popeye que dejó el mar para convertirse en un Sherlock Holmes de una gran urbe. Cuando tengo tiempo, y mi trabajo me lo permite, me relajo sentado en mi butaca favorita escuchando a los Dropkick Murphy's mientras la ciudad se muere lentamente. 

—¿Tú crees que podremos celebrar una Navidad tranquila? —Me preguntó una joven llamada Tess, a la que me gustaba apodar Tessie [1].
—¿En esta vida? No.

Los niños corrían de un lado para otro mientras jugaban con juguetes viejos. No me molestaban sus gritos histéricos, pero varias personas les mandaron callar. Mientras leía, todos los móviles del recinto sonaron al unísono, y el mío no fue la excepción. Al ver la alerta nos tiramos todos al suelo como si alguien fuera a lanzar una bomba contra el recinto. Las madres protegían a sus hijos con lo que encontraban por los alrededores: esterillas, chaquetas... y yo me cubrí la cabeza con las manos.

Al minuto de recibir el aviso escuchamos un acojonante murmullo, como si viviéramos cerca de la estación y un tren estuviera a punto de pasar. Miré a Getxa, que estaba tiritando de miedo, pero nadie le podía decir nada para que dejara de hacerlo. Un grito horrible que salió del centro de la tierra nos dejó, literalmente, temblando a todos. ¿Algún día habéis tenido la sensación de estar dentro de una botella y que os estuvieran moviendo con fuerza hacia todos los lados? Así nos sentíamos allí dentro.

Las ventanas de todo el recinto reventaron como si fueran de papel, las madres les tapaban los oídos a sus pequeños, que gritaban de puro terror, afuera los coches hacían sonar sus alarmas fuertemente y uno de ellos se estampó contra una pared del polideportivo, que por suerte siguió en pie tras el golpe. En un acto de valentía intenté ponerme en pie pero una sacudida me tiró al suelo, lo probé de nuevo, haciendo fuerza con las piernas y logré incorporarme, moviéndome poco a poco conseguí agarrarme a una columna.

—¿Qué coño estás haciendo? —gritó Getxa con los ojos desencajados mientras daba pequeños saltos aún estando tumbado en el suelo.

—Cállate, esto no es normal.

Cuando alcancé la puerta, previamente abierta por el temblor, salí al exterior y vomité todo lo que he comido durante el día. Como si me hubiera visto salir a la calle, el terremoto concluyó sus embistes por unos instantes para volver casi con más fuerza. Similar a lo que había pasado el día anterior. Seguí de pie y me agarré a la puerta con tanta fuerza que mis nudillos se pusieron blancos, hasta que los embistes concluyeron. Asustado, y aún con el corazón a cien por hora, fui hacia el parque apodado Drinking Park, por ser el dormitorio de los borrachos del barrio que no pueden llegar a casa.

[4] Las memorias de Leprechaun © {EN PAUSA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora