capítulo 24

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POV Rick

La noche que pasé con Amaral fue maravillosa; sentirla completamente mía, entregada a mí en todo sentido, me hizo sentir vivo, me sentí completo, y por un momento todo desapareció y solo fuimos ella y yo; pero había que volver a la realidad, y la mía, era una mierda.

Lori estaba en mi celda cuando llegué en la mañana, su única intención era discutir y en ese momento mi bueno humor se esfumó.

— ¿Estabas con ella? ¿Le estaban dando La bienvenida? — me dice con ironía.

—Eso no te importa, hace mucho que ya no somos una pareja.

—Pero aun soy tu esposa, me debes respeto.

— ¿Tu lo hiciste cuando te follaste a mi mejor amigo? — cuestioné con ironía, y en respuesta recibí un abofeteada.

Lori salió furiosa desde la celda, y por mi parte me preparé para la salida.

Ingrese al comedor y mi hijo ya se encontraba allí desayunando; con la mirada busqué a Amaral pero no logre encontrarla, tal vez ya se encontraba en el patio delantero de la prisión, pues tampoco divisé la presencia de su amiga.

—Carl, te espero afuera— expliqué, y mi hijo me hizo una seña, mientras yo me dirigía hacia la salida.

Iba caminando en dirección a donde estaban las chicas, cuando veo que ese tal Jhon, se encontraba abrazando a Amaral de manera cariñosa; no pude evitar sentir una extraña sensación en el pecho, tenía unas ganas de golpearlo y desmostarle que ella estaba conmigo, pero sé que no puedo ofrecerle nada estable a ella, por ahora.

De camino, no podía parar de pensar en ella, no era un gusto para ella, mantener una relación conmigo así a escondidas, pero tampoco iba ser para siempre. Llegamos a mi antiguo pueblo, King County, nos bajamos del auto, y descubrimos que el pueblo era un campo minado de trampas para los caminantes; sin perder el tiempo, nos dirigimos en la búsqueda de armas, pero ya habían vaciado la estación de policías, no había armas ni municiones en ninguna parte.

—Creo que alguien ya se nos adelantó — comenta Amaral.

—Eso veo, tendremos que volver.

—Papá, puedo hacer algo antes de irnos—me dice mi hijo, dedicándome una mirada de súplica —, de verdad necesito hacer esto.

—Bueno, pero no puedes ir solo.

—Yo lo acompaño— nos interrumpe Michonne, dudé unos segundos, no creía que fuera buena idea, pero ella salvó la vida de Amaral, y comienzo a creer que es una persona de confianza.

—Está bien, nos juntamos en este mismo lugar en media hora más— expliqué y observé a Carl hasta que mi vista perdió el rumbo que cogían.

Me había quedado completamente a solas con Amaral.

—Veo que te arrepentiste— me habla de repente, distrayéndome de mis pensamientos.

— ¿Qué te hace pensar eso? —Le digo, mientras me acerco a ella, la tomo por la cintura y le doy un corto, pero intenso beso en los labios—. Tuve una pequeña discusión con Lori, eso arruinó mi humor, y aparte, ver a ese amigo tuyo abrazándote, no lo mejoró — la solté, ella me sonrió; esa hermosa sonrisa que comenzaba a arreglar mi día, pero el semblante de Amaral cambió repentinamente; su sonrisa desapareció y la dulzura de sus ojos se transformó en una mirada cargada en desesperación. Giré lentamente, para lograr comprender que era lo que la obligaba a cambiar de esa manera tan drástica, y a pocos metros, un hombre vestido de uniforme militar, nos apuntaba con un rifle.

—Dejen sus armas donde las pueda ver— nos ordena hostilmente.

Con Amaral hacemos lo que nos ordena, bajamos las armas y las tiramos al suelo alejándolas de nuestro alcance.

Tentación apocalíptica.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora