💕Steve Harrington's One shot 🏀💕

Rescate en patines

Trabajo en una pista de patinaje local, los niños que se caen, chicos que piensan que son patinadores profesionales sobre ruedas y fallan estrepitosamente, y yo, repartiendo patines como si fueran boletos dorados.

Siempre me había dado cuenta de él. Ese chico con el cabello como de anuncio de shampoo y la actitud de "lo tengo todo bajo control", aunque en esta pista de patinaje, claramente no era su terreno. A menudo venía con un grupo de chicos de 13 años y dos chicas, una pelirroja y de cabello café que reconozco son Max y a Jane. y quién los atiende siempre es otra de las empleadas. Lisa. Hoy, sin embargo, yo era quien estaba de turno.

Lo vi entrar, como siempre, riéndose con su grupo y lanzándome una mirada curiosa, como si por fin notará que existía. Me he dado cuenta de cómo me mira de reojo mientras hace bromas con sus amigos cuando vienen. Sin embargo, jamás ha dicho una palabra. Hasta ahora.

Las dos chicas estaban listas para competir en una carrera improvisada, mientras los chicos se ríen y apuestan quién caerá primero. Steve se me acerca, quitándose los lentes de sol de forma dramática, como si estuviéramos en un episodio de una serie. 

Me acerqué para ayudarlos encontrar sus patines de su talla y, antes de darme cuenta, Steve ya estaba haciendo chistes sobre cómo, si sobrevivía a la pista sin caerse, tendría que ganarse una medalla o algo así. 

—Hey, ¿me ayudas con un par de patines? —pregunta, con esa sonrisa suya que seguramente le ha dado un par de citas exitosas.

—Depende, ¿vas a presumir tus increíbles habilidades o debería llamar a la ambulancia desde ya? 

—le contesto con una sonrisa burlona.

Steve frunció el ceño pero sonrió.. Me gusta su sonrisa.

—Así que... ¿también das clases de cómo no caerse? —me dijo, sonriendo.

—Te haría falta, ¿no? —respondí, con una sonrisa burlona, mientras le paso los patines , él tomaba los patines de mis manos y me guiña un ojo antes de volver con su grupo.

 Lo observó mientras se ponía los patines. Es alto, guapo, y tiene esa vibra de chico seguro de sí mismo, pero también algo torpe, como si aún estuviera descubriendo cómo funciona su propio cuerpo. Lo veo entrar a la pista y tropezar un par de veces. Él mira hacia donde estoy y levanta el pulgar, haciendo un gesto de "todo está bien", como si su dignidad no estuviera en juego. Es adorable, en realidad.

Steve comenzó a hacer un espectáculo de sí mismo, a su manera. Primero intentó girar con gracia, pero terminó tambaleándose como un ciervo recién nacido, casi llevándose a un par de niños con él. Los chicos de su grupo estaban partiéndose de risa, y Max le gritaba cosas como , —¡Eres un desastre, Harrington!—

Él solo sonreía y, por alguna razón, parecía buscar mi mirada después de cada intento fallido. Entre risas y algún que otro aplauso sarcástico de su grupo, seguía intentando no caerse, mientras intentaba hacer trucos que miraba de otro chico que andaba en la pista, según él, serían impresionantes.Max y Jane están dándole vueltas alrededor, burlándose.

En una de sus piruetas donde, honestamente, parecía más un muñeco inflable perdió completamente el equilibrio y, para mi sorpresa, terminó rodando en mi dirección. y antes de que caiga al suelo, decido correr hacia él y tratar de evitar que se estrelle. Lo atrapó por la camiseta justo a tiempo, pero su peso nos arrastra a los dos, como si pudiera salvarlo. 

Ambos caemos al suelo, riéndonos como idiotas, con vergüenza y diversión.

—¿Ese era tu gran truco? —me burlo mientras me enderezo, pero no suelto su camiseta, mirándolo mientras se pasaba una mano por el cabello desordenado, tratando de recuperar algo de dignidad.

—¿Te ha impresionado?,porque he ensayado esa caída todo el día. —Me sonríe, y es de esas sonrisas que llegan hasta sus ojos, haciéndolos brillar.

—Sí, claro, eres todo un experto. —Me río mientras él se acomoda mejor sobre el piso.

—Supongo que no soy tan bueno en patines como pensé, ¿eh? —dijo,, con sus ojos brillando de una manera que hizo que mi corazón diera un pequeño salto.

—Bueno, si intentabas impresionarme, casi lo logras, —respondí.

Nos quedamos ahí, sentados en medio de la pista, ignorando a todos los demás. Jane y Max pasan rodando y gritando algo sobre , —lindos tortolitos—. No me importa.

—¿Sabes? Siempre quise hablarte, pero Lisa es como una barrera humana —dice de repente, mirándome con seriedad.

—Oh, ¿sí?, ¿Y qué te hace pensar que te habría hablado de vuelta?

—Este momento. —Se inclina un poco más cerca. —El que te estás riendo conmigo en lugar de dejarme aquí tirado como un completo idiota.

Me sonrojo, y me alegra que la pista de patinaje tenga luces de colores tenues. Aunque creo que él lo nota, porque su sonrisa se vuelve más suave, más íntima.

—Bueno, Steve Harrington, —respondí, levantándome primero y tendiéndole la mano para ayudarlo. — Tal vez me caigas bien después de todo.

Él toma mi mano y se levanta, pero antes de soltarnos, me tira hacia él, haciendo que patinamos juntos de la mano. Sus pasos son torpes y pero nos sincronizamos a la vez, y las risas fluyen fácilmente. Nos miramos, y hay algo en el aire, una chispa que ni siquiera las luces de la pista pueden opacar.

A pesar de su torpeza y caídas, había algo en la forma en que se tomaba las cosas, su risa fácil y su mirada, que me atrapa. Y, aunque nunca pensé que un rescate fallido en patines pudiera ser tan... encantador, ahí estábamos.

—Entonces, ¿qué dices? —me pregunta, deteniéndose para mirarme a los ojos.

—¿Decir qué? —pregunto.

—Que podríamos caernos juntos, pero de una forma diferente —contesta con una sonrisa.

Y justo ahí, en medio de la pista, con las luces girando a nuestro alrededor y el ruido de los patines de fondo, le respondo. No con palabras, sino apretando su mano y riendo, porque con él, caer no suena tan mal después de todo.

—Tal vez la próxima podríamos intentar algo más seguro, como... no sé, caminar o andar en bicicleta sin caernos, —dijo, guiñandome el ojo.

—Me parece un buen plan, Steve, —respondí, dándole una sonrisa antes de irnos a nuestros respectivos caminos en la pista, aunque ahora sabía que él volvería, y que la próxima vez, sería yo quien le daría clases de cómo no caerse.