Capítulo 26

907 119 5
                                    

Capítulo 26

    En el afán de querer protegerla de toda esa realidad que le rodeaba, me encontré en una situación que nunca planteé encontrarme. Volviendo a aquel mundo en que nuestros padres buscaban utilizarlos en aquel juego de ambición y poder, sin pensar en aquello que Sabrina y yo pasábamos.


     Londres había vuelto a tener un nuevo significado para mí. Y ignorarlo ya era inevitable. Y escapar era una idea inaceptable. No era un cobarde ni mucho menos un egoísta que pensara en sí mismo. Y si antes mi vida no había tenido ningún significado. Ahora, en mi presente, lo tenía.


—¿Por qué insiste tanto en estar con ella? ¿Acaso no te has dado cuenta lo diferente que ambos son? ¡Mírate!... Son muy opuestos aunque tengan algo en común...— me expresó un día Jenny, la novia de Mike.

— ¿Por qué te interesa saberlo?

— Porque somos amigos y me preocupa de pronto como tu vida ha cambiado desde que volviste a reencontrarte con ella. ¿Acaso no lo ves? ¿Desde cuándo Londres se volvió un lugar tan agradable para ti?

— Desde que encontré que mi vida finalmente había conseguido un sentido.

— ¿Debo creerte, Nathan?

— ¿No te parecen obvias la respuesta?

— No... La verdad, no.— dijo en un tono que podía expresar su irritación.— Porque me he enamorado de ella...Sé que esto no me había sucedido antes. Sinceramente, antes de que ella apareciera en mi vida, los días eran largos y sin sentidos. Sabrina me ayudó a encontrarme...

— ¿Te has vuelto loco?

— No... Estoy consciente de mis palabras. Más que antes...

— Temo que ella sea más bien tu perdición... He escuchado que tu padre ha seguido fastidiándote.

— Mi padre podrá decir lo que quiera... No conseguirá más que mi indiferencia.


       Y no mentía en ello.


    Pronto me encontraba de nuevo en Londres, dirigiéndome hacia la boutique que Sabrina había creado por sí sola, sin ayuda de su padre. Me detuve sorprendido al verlo allí, junto a su hija, hablándole en un tono no muy agradable. Entré escuchando aquella discusión, siendo testigo de aquella expresión en su rostro, al verme allí, de nuevo, y visitando a Sabrina.


    Lo vi salir, sin emitir ni una palabra, ni un saludo ni un insulto. Sin embargo, si mirada era una advertencia que exigía no ser ignorada.


   Me acerqué a ella.


— Hola...— dijo algo incómoda.

— Hola... No sabía que tu padre estaba aquí. No pretendía interrumpir...

— Llegaste en un buen momento... No interrumpiste nada. Él jamás ha estado cuando le he necesitado, por lo que no si se ha ido, al verte, no es mi problema. Es bueno que vea con sus propios ojos cuál es mi postura... Y él no está en mis decisiones.


    Se sentó en su silla que estaba cerca de su escritorio.


— ¿Qué te ha dicho?

— ¿Qué crees?— expresó con cierta tristeza. Queriendo no llorar_. ¿Por qué no me escribiste para decirme que ya habías escrito?

— Quería sorprenderte. ¿Tan mal ha sido venir sin decírtelo?

— No, no lo ha sido. Más bien ha sido una gran idea. Me alegra que hayas venido. Sino fuese así, mi padre aún quizás estuviese aquí torturándome.— respiró hondo, al no sentirse bien.

— ¿Te sientes bien? ¿Sucede algo?


     Sabrina me miró, haciéndome sentir su propio miedo. Algo no andaba bien. La repentina palidez de su rostro le había dicho más que cualquier cosa que pudiera decirme.


— Me estoy sintiendo mal... La discusión que tuve con mi padre creo que me alteró más de lo que esperaba...

— ¿Quieres algo? ¿Te llevo al hospital?

— Se me pasará... Créeme... No es la primera vez.


    No creí en sus palabras al verle tan triste. Por lo que quise poder encontrar la manera para reconfortarle. Aunque, era consciente, que gracias a mi padre, desconocía qué era tener una visión confortable del mundo.


— No te creo, por lo que es mejor que vayamos al médico.

— Nathan, estoy bien... No exageres.— se puso de pie, fingiendo que se sentía bien. Pero en ese momento sintió un dolor más fuerte, para luego perder el conocimiento.


Corrí a auxiliarla, le tomé en los brazos, tratando de que recuperara el conocimiento.


_ Sabrina... Sabrina, no me hagas esto... Sabrina, por favor.


   El tiempo seguía avanzando en nuestra contra. Exigiendo con ello lo que le pertenecía.


   Llamé a emergencia, al ver que no reaccionaba. Ahora, repentinamente, en medio de todos nosotros aquella operación al parecer era el único milagro para salvarle. El tiempo se me acortaba. Era evidente para todos, aun cuando era un tema doloroso para todos.


   Repentinamente sentía que volvía a perder todo. Por lo que empecé a llorar sin consuelo alguno.


    Ahora que puedo remontar el tiempo atrás. Una parte de mi recuerda aquel instante en que sabía que no lo podría soportar jamás. Cuando nuestros caminos se unieron por primera vez. Tuve una conmoción un poco extraña, como si estuviera sentado sobre un cable flojo o algo así.


    ¿Podría ser ese el final? ¿Era ese, cuando ya había encontrado a la persona con quien quería estar por siempre?


    El tiempo simplemente era quien podía darnos la última respuesta.

Amor IncondicionalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora