Capítulo 20

867 128 1
                                    

Capítulo 20

Una semana después...


—¿Te lastimaste?— le preguntó Clöe a Sabrina, al verla algo pensativa, mientras cortaba unas verduras.— ¡Estás sangrando!

—No fue nada... No fue nada.—expresó Sabrina al tomar un paño de cocina limpio y al colocarlo en su mano-. Solo fue una pequeña cortada que ya sanara.

—Estás aún más nerviosa... déjame ayudarte a cocinar.— se colocó en el lugar que se encontraba Sabrina—. Sé cuán nerviosa te encuentras por esta cena.

— Elena y tú me han aconsejado a ser justa con Nathan y es lo que haré. Aun cuando sé que no será fácil para mí.

—Lo sé... Y no era mi intención obligarte a hacerlo. Pero es lo correcto a hacer. Él necesita saber también la verdad.

—Clöe... ¿Porqué todo se ha puesto en mi contra? Era feliz y había asumido con tranquilidad la realidad de mi enfermedad, hasta el instante en que él se volvió a cruzar en mi camino.

—¿En realidad eras feliz?— le preguntó su amiga al mirarla fijamente.

—Mmm... ¡Está bien! Era lo que creía.


    Aquella noche de finales de Septiembre. A más de un año de nuestro reencuentro. A dos años de esa cruel realidad. Aquella noche se acercaba lentamente aquella verdad que jamás pensaba escuchar.


   Observé a Sabrina algo extraña. No obstante, no me percate cuánto estaba tensa, ni la manera en que su corazón latía aún más fuerte, sintiendo que había llegado el momento que tanto temía. A ese que en aquel instante le tocaba enfrentar.


—Olvidaba mencionarte que tenías razón... Eres una excelente cocinera.—le expresé al buscar su mirada, haciendo al mismo tiempo, un gesto pícaro.

—Mmm... Gracias... aun cuando sería injusto no decir que Clöe también. Ella me ayudó un poco...—me miró con cara de niña buena—. Tuve un pequeño accidente, como podrás ver. Eso sí, no fue nada grave.—sonrió para no preocuparme, al instante que me mostraba su mano.

— ¿Te ayudó a lavar los platos?—le expresé, mientras ella me miraba fijamente, como si quisiese decirme algo.

—No... Eres mi invitado, ¿Lo recuerdas?... Más tarde me encargare de eso.—se levantó de su silla, mientras tomaba mi mano izquierda.— ¿Te gustaría ver las estrellas? Permíteme mostrarte mi telescopio.— agregó al querer cambiar el tema.


    Sonreí, mientras seguía a Sabrina hasta la terraza en donde tenía su telescopio.


—Te voy a mostrar uno de mis grandes hobbies. Algo que he amado desde que era una niña... Espero que te guste.

—No hay nada que no me guste de ti. ¿Qué podría no gustarme?...—me acerque más a ella y besé, sin pensarlo, sus tiernos labios-. Te amo, Sabrina.

—Yo también... Te amo.— sus mejillas se sonrojaron un poco, mientras ella me hacía un gesto para mostrarme aquel cielo estrellado que se podía contemplar.


    Observé aquel cielo estrellado. Por primera vez lo hacía, mientras escuchaba la explicación de Sabrina. Ella podía transmitir cuánto amaba aquello. Haciéndome amarlo también.


—¿Qué sucede, Nathan? ¿Por qué me miras de esa manera?- me expresó al instante en que busqué nuevamente su mirada.

—Solo quería verificar por mí mismo que eres real y no un sueño...

—Entonces, no lo hagas, pues me haces sonrojar.

—¿Sabes una cosa?...—  tomé su mano derecha, mientras me acercaba más a ella—. De muchas cosas estaré arrepentido siempre. Excepto de una...

—No te entiendo... ¿Porqué me dices eso?

—Porque quiero que sepas que jamás me arrepentiré de haber escuchado a mi conciencia, cuando me dijo que tú eras lo que necesitaba en mi vida. Jamás me arrepentiré de haber cambiado por ti, Sabrina. De haber querido remediar lo que hice mal...-miré sus ojos sintiendo que en sus ojos moría mi ser. La amaba, si la amaba. Y a causa de eso había cambiado.

—Entonces, deja de hacerme sonrojar. O me volveré un tomate... Y ya no me querrás por eso...—hizo una especie de puchero al sentir que sus mejillas volvían a ponerse rojas.

— Lo dudo... No hay nada que me impida querer siempre amarte.


    Besé sus labios, sintiendo que mi mundo giraba y estaba donde siempre debió estar. Ahora que mi mente me lleva a aquel instante, me hago tantas preguntas sin respuestas. ¿Cómo no pude percatarme de aquel dolor que guardaba tan profundo en su silencio? ¿Cómo no percibí aquella lucha interna que había en su ser, cada vez que miraba sus ojos? ¿Cómo no me di cuenta que en aquel momento ella quería decirme su verdad oculta? ¿Cómo? No lo sé... No lo sé...

Amor IncondicionalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora