Capítulo 18

918 128 1
                                    

Capítulo 18

   Esperé a que terminará su jornada laboral y luego le propuse a que fuésemos a caminar un momento en el Hyde Park. Al escucharle decir que amaba ese lugar, una sonrisa de victoria se había dibujado en mi rostro.



—Gracias por esta maravillosa sorpresa... Realmente me has tomado por sorpresa.- se detuvo un momento y contempló aquel lugar.

— ¿Pasa algo?

— No, simplemente que a veces Hyde Park me pone algo pensativa... No me hagas caso. Son puras tonterías.

—  Para mí no lo es... ¿En qué pensabas?

— Pensaba en que a veces no comprendo como existen personas que no pueden observar lo maravilloso de vivir... y tener un poco de fe, aunque los problemas quieran inundar su vida...—sonrió un poco—. Debemos agradecer el simple hecho de estar vivos.


   Aquellas palabras me hicieron sentir un poco culpable. Mi antigua manera de actuar dejaba muchas cosas en claro. Había sido uno de ellos.



—Tal vez por que están asqueados de vivir, sin saber que hay cosas de las que ni se imaginan... Suelen decir que la fe es para los débiles y se burlan de eso. Creo que me acabo de acordar de un dialogo de una película en donde lo decían...— puse cara de pensativo y luego miré a Sabrina, encontrándome con el asombro que le habían causado mis palabras. Queriendo, al mismo tiempo, remediar lo que había dicho—. Yo solía pensar así...

— ¿Y ahora?

—Encontré alguien que me ha hecho ver la realidad de las cosas... Y que estaba equivocado.—me detuve un instante, para colocarme en frente de Sabrina—. Siempre estuve equivocado. Hasta que encontré una razón para cambiar y empezar de nuevo... Tú me hiciste ver que la vida no es lo que solía yo creer.

—  Nathan... No digas eso.

— Siento no poder complacerte en eso. Soy de los que no puede ocultar la verdad cuando se le ha colocado en frente de sí...

—Simplemente hice lo que cualquier otra persona haría en mi lugar... Y cambiaste porque tu no eras una mala persona. Simplemente habías tenido muchas decepciones.

— ¡Cómo tú! Sin embargo, a diferencia de mí, siempre tomaste las decisiones correctas.



    Me acerqué a ella aún más. Coloqué mis manos en su rostro y busqué una vez más su mirada.



—Fuiste como un regalo enviado del cielo...

—No digas eso... No deberías.

— ¿Por qué?

— Porque no deberías pensar eso de mí...- susurró intentado no parece algo confundida y nerviosa.

— ¿Por qué?... No es una respuesta clara lo que me dices. ¿Es por qué sólo debería verte como una amiga? ¿Por qué solo quieres ser eso para mí?



    Sabrina me miró, sin saber que decirme. Su corazón latía más fuerte de lo normal. Traicionándola como si aún fuera aquella Sabrina que soñó verme decir aquellas palabras. No. Ahora no podía ser. "No ahora"... se decía en silencio.



— Sí, solo como una amiga. Es absurdo continuar con esta conversación.-expresó fingiendo no verse afectada por aquella situación.

— Entonces, ¿por qué huyes como si fueses una niña?—le pregunté con cierta curiosidad.



   Ella no dijo nada. ¿Qué más podía hacer o decir? Si todo lo que la rodeaba la traicionaba a ella. Pronto roce su cabellera castaña oscura, sin apartar su mirada. Sintiendo el roce de su respiración hasta aquel instante en que sin pensarlo dos veces, me acerque más a ella. Besándola sin pensarlo dos veces. El sentimiento estaba allí y ella no pudo negarselo como había intentado antes.





—No debiste hacerlo..._ expresó, mientras sus mejillas se sonrojaban.

— ¿Por qué?

—  Porque no.

- Sabrina... ¡Mirame a los ojos!— alcé su quijada—  ¿Tan malo ha sido?

— Nathan...

—  He empezado a verte con otros ojos y necesitaba decírtelo. Sé que he sido un verdadero idiota al hacerlo de esta manera.

— Ahora si que estaré todo lo que resta del día como un verdadero tomate.

—  Me encanta verte así...— rocé su mejilla- Luces aún más hermosa de lo que eres.

—  ¿Quieres que realmente te coloqué en mi lista negra?- sonrió un poco para bajar la incomodidad del momento.



     La miré un momento y busqué aquella respuesta que necesitaba.



— ¿Aceptarías ser mi novia?

— ¿Estás seguro de lo que me pides?

—Más de lo que he podido estarlo en mi vida... Creo que es lo único que realmente sé que he hecho bien... ¿Qué me dices?

— Me has dejado sin palabras...

—¿Es un sí?

—  Un quizás...— sonrió un poco más—. Si por este motivo has regresado, debiste prepararme... No se vale.

— No estaba seguro que podías sentir lo mismo por mí...

Amor IncondicionalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora