Capítulo 2

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○Ahora○
La castaña se encontraba sentada en aquella heladería esperando por su príncipe Amarillo.
Así le había puesto ella a Ross cuando eran niños una tarde de verano en la que jugaban a los disfraces y Ross no quería ser un príncipe azul porque a el le gustaba el Amarillo, no el Azul.
Buscaron cosas amarillas por toda la casa y armaron su traje. Mas bien, su traje parecía de robot, no de príncipe, tenia pedazos de telas y plásticos amarillos, cajas pintadas de amarillo puestas como zapatos y un gorro para montar a caballo que habían encontrado en la casa de Lau.
En fin, ambos niños se divirtieron demasiado ese día.

Laura se estaba cansando de esperarlo, ya era la cuarta vez que le hacia lo mismo. Siempre llegaba con media hora de retraso.
Se cruzo de piernas, se paro y camino, y nada hacia avanzar el tiempo.
Otra vez Ross Lynch la había dejado plantada por su mujer.
Eso esta bien dentro de todo. ¿Era su mujer no? Ella era la metida en todo caso.- pensó la castaña.

Tomo su bolso enfadada porque quería ser ella la mujer de aquel hombre, no esa cualquiera que solo con la mirada parecía que la estuviese matando, y salio al exterior. La brisa de otoño le golpeaba la cara.
Se abrocho bien su tapado y cuando quiso caminar alguien la tomo del brazo.
Se dio media vuelta y allí estaba Ross, mirándola con cara de confundido.

No, esta vez no la dejaría ir.
Había llegado tarde porque debía convencer a su mujer de que iría a jugar bolos con sus compañeros de trabajo. Cada vez sentía como se le agotaban las excusas.

Laura se dio vuelta y el pudo notar que había llorado. ¿porque?

- Laura, lo siento amor... ya sabes porque tardo siempre- dijo Ross mirándola a los ojos. Aun la tomaba de la mano.

- Lo se.. pero... solo me gustaría que las cosas no fueran así.. ¿entiendes? Desearía que podamos ser libres y salir juntos, y no estar escondidos... Ross. Me gustaría que llegues puntual a nuestras citas- dijo Laura aun con lagrimas cayendo de sus mejillas.

Todo aquello que pedía la castaña no podía ser, los padres de Sheila lo han tratado de maravilla como para pedirles el divorcio. Se podría decir que el deseaba lo mismo que Laura, sin embargo, tenia compasión por sus suegros y su esposa, quien estaba ilusionada en que el matrimonio siga adelante a pesar de "su trabajo".
Miro a Laura y se le acerco.
Pero la chica lo alejo de ella bruscamente.

- Laura, preciosa.. ya te explique porque no puedo divorciarme... apenas me case hace tres meses y el matrimonio se esta viniendo abajo, solo hay que esperar.- dijo Ross.

- Lo se, Ross.. pero ese no es el caso, tienes una esposa esperando por ti en casa, sin embargo estas aquí con tu propia amante. Y para colmo tu mejor amiga Ross... soy una cualquiera que se metió con el marido de una chica casada... me doy asco- dijo Laura llorando aun mas.

Esa era la realidad, y ella lo sabia. No era estúpida como para no darse cuenta que papel empleaba en la vida de aquel hombre.
Al decir aquellas palabras que había pensado en su cabeza, se sintió mas herida. En su cabeza no sonaban tan hirientes como cuando salieron de su boca. Escucharlas en voz alta eran un golpe seco.

- No, Laura... yo te amo a ti, no eres ninguna cualquiera.. porque fui yo quien te busco a ti para que seamos algo mas que amigos- dijo Ross evitando la furia y las ganas de llorar.

- Ross... estas ultimas semanas han sido maravillosas, hemos estado todo un mes juntos... y no me niego, ha sido el mejor... pero esto.. Ross.. esto no va mas... búscame cuando seas libre... - La chica se seco las lagrimas tratando de ser fuerte.

- Laura.. solo te pido que nos despidamos... por favor.. -dijo el rubio con Lagrimas en los ojos. Iba a perder, a la mujer que amaba. Culpa de su matrimonio con aquella muchacha que no amaba ni quería.- dedícame esta sola noche.. como tantas otras en el pasado.. pero esta sera especial.. es la despedida.. -dijo mirándola directo a los ojos.

Laura se encontraba confundida, amaba aquel hombre con su alma entera. Sin embargo, pensaba en su mujer, lo herida que estará si se enterara que su marido había estado con otra mujer. Su mejor amiga. La misma que no toleraba.

Tomo coraje y acepto. Después de todo que le podía afectar una noche mas. Solo estaría en la misma lista que las demás noches vividas.

- Acepto.. pero es nuestra despedida.. recuerda.. no nos veremos mas de ahora en adelante.. solo como amigos- dijo Laura evitando que una mueca de disgusto le saliera. No le agradaba para nada la idea de tener que despedirse de aquel hombre que la ponía como loca.

En el rostro de Ross se pudo apreciar una sonrisa. La tomo del brazo y la llevo a aquel lugar tan especial para ambos.
Un simple hotel de tercera mano se había convertido en un simple recuerdo tan importante para ambos. Allí Laura se había entregado por primera vez a Ross.
Ese lugar a pesar de su aspecto desolado había pasado a formar parte de la lista de los lugares que mas le gustaban.

Se subieron al auto de Ross, ya que Laura había llegado en taxi.
Y ambos se dirigieron hacia el hotel.
El primero que encontraron mas cerca cuando sucedió todo lo inesperado, cuando ambos se descubrieron.

Tenia que admitirlo, conocía a ese hombre en cada gesto, palabra, mentira y hasta cada parte de su físico.
Esta noche iba a ser inolvidable para ambos.
Una vez mas. El la haría suya.
Se dio cuenta que sus manos le temblaban de los nervios.
Sin saber explicación del porque.
Iba sentada en el asiento copiloto del auto de Ross, coloco su mano en la frente y miro por la ventana pensando en lo acababa de ocurrir.

Todo se terminó, después de todo cada historia tiene su punto final.
Aunque le dolía en lo mas profundo de su alma y ser, sabia que estaba haciendo lo correcto.
Cuando menos se lo espero, sintió el agua corriendo por sus mejillas, estaba llorando. Una vez mas.
Se las seco apresurada y disimuladamente para que Ross no lo notara.
Agradeció en su interior que tenia puesto maquillaje anti agua y la mascara para pestañas no se le corrió.

Sintió cuando el auto de Ross se detuvo, salió y se dio cuenta que estaban en aquel lugar.
Una vez mas, sintió las ganas de llorar apoderarse de ella. Le traía tantos recuerdos.
Se hizo la fuerte y siguió, sabiendo que estaba haciendo lo correcto. Por Ross, por ella, e incluso la maldita esposa de Ross que no lo merecía. Sheila.

Sabia que estos tres meses no se podrían olvidar, mucho menos el tercero.
En el primero Ross se caso, en el segundo ni hablaron por lo del beso, y en el tercero pasaron a hacer algo mas que amigos. Amantes.
De niña siempre soñó con vivir un amor correspondido, planteándose que al casarse seria la mejor esposa del mundo.
Pero nunca pensó en ser una amante, para ella las amantes son seres despreciables que solo sirven para estropear matrimonios y/o familias.
Se sentía sucia cada vez que pensaba en eso.
Últimamente se creía la mala de la película y tal vez tenia razón.
Debía terminar con esto cuanto antes. Pero había una cosa que haría, esperaría por ese hombre hasta la muerte si así fuera.
El le había dado la esperanza de que su matrimonio se estaba derrumbando.
Sin embargo, no quiso seguir con esto hasta que el matrimonio se decaiga, porque todos la verían como la culpable, tal vez así sea, pero ella no lo quería asumir. Quería comenzar de cero con un hombre libre, totalmente libre.

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Amantes (raura) ||Short Story||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora