El que juega con fuego...

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Dice por ahí el refrán de que el que juega con fuego, se quema.

Dice por ahí el refrán que nadie escarmienta en cabeza ajena.

Dice por ahí el refrán que lo prohibido es lo más deseado.

¿Es posible que las cosas ocurran sólo por instinto?¿Sin darle crédito a la lógica?

Anoche viví una de las noches más extrañas, confusas, e indescriptibles de mi vida.

Se suponía que sólo saldría a bailar y beber con los amigos tradicionales, a pasar un buen rato, dormir en la casa de un amigo cercano, y luego retirarnos como siempre al día siguiente.

Las cosas fueron totalmente diferentes.

Al ser plantados por todos nuestros amigos en un bar, resulté sola con Mateo, mi amigo cercano, incondicional, casi gay, compañero de baile, compañero de juegos.

Entre el humo, el alcohol, el calor y el sudor del ambiente, fuimos sólo él y yo bailando toda la noche; canciones lentas, canciones rápidas, jugueteo, risas, etc.

Al llegar a su casa, acordamos dormir juntos, en la misma cama (ya que su cama es matrimonial), para evitar organizar más alcobas.

Los dos nos cambiamos para dormir, él en sudaderos y una playera y yo en unos short y una camisa de hombre ancha y cómoda.

Nos acostamos en la cama a hablar por nuestros celulares, y Mateo de repente empezó a dar ligeros besos en mi abdomen, dejándome atónita, pero sin el mínimo ápice de saber cómo reaccionar o el momento indicado a parar porque las cosas se estaban poniendo extrañas.

Sabiendo que esto probablemente no debía pasar, no podía parar, Mateo cada vez iba más y más lejos y yo no era capaz de parar mi curiosidad y detenerlo.

La mañana no tardó en llegar y yo me había follado a uno de mis amigos.

Ahora debía hacer el paseo de la vergüenza por la mañana, fingiendo que esto nunca había pasado.

-Lineth 0507

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