Capítulo XXV

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Se había quedado dormida y al parecer desde hace mucho tiempo. Se sentó sobre el borde de la cama. ¿Por qué Abraham no estaba a su lado? Esto era tan típico de él. Anoche había sido genial, fantástico, maravilloso, increíble. Habían hecho el amor. Y había sido una de las mejores noches. Demasiado, diría ella. De pronto escucha la voz de una mujer detrás de la puerta. Está afuera. Y escucha la de Abraham. Está también ahí. Está con ella. Los puede escuchar. Puede escuchar sus susurros. ¿Será la mujer de la que Abraham le habló? Se pone de pie. Dudosa. No sabe que pensar. Tal vez solo ha venido a hablar con Abraham de nuevo. Abre la puerta sigilosamente, dejándola media abierta. Él está ahí...está con ella...con la misma mujer del otro día, con Jennifer, la única diferencia...es que están haciendo el amor...

Y entonces despierta.

-    Mierda... - susurró. Se apretó los ojos y los volvió a abrir. ¿Pero que puta pesadilla había sido esa? Sacó las manos de entre la espuma, las sacudió y se sobó los ojos. Se había quedado dormida un ligero momento en la antigua bañera del baño de su novio. Echó la cabeza para atrás. Cerró los ojos de nuevo. ¿Por qué había soñado eso? Joder... muchas veces le contaron que las pesadillas más remotas se hacían realidad. Su cuerpo tembló. ¿Cuánto tiempo llevaba ahí metida? Y era tempranísimo. Abraham le había pegado esa costumbre. Pero...¿Qué había significado ese sueño? ¿Y por qué ahora, cuando todo estaba saliendo tan bien...ella soñaba eso?

La puerta del baño personal de Abraham se abrió de repente. Era él. No traía camisa, pero sí ese espléndido aire matutino que lo acompañaba en cada día. Estaba despeinado y tenía los ojos pequeños y alineados.

-    Te estaba buscando... - le dijo él, con una voz somnolienta. Sensual. Tan masculina. A Bianca le dio una ligera sensación de deseo. - buenos días.

-    Te estaba esperando... - susurró ella. Y vaya, aquellas palabras habían hecho que Abraham se despierte completamente.

-    Podías a verme dicho que estarías aquí. - le sonrió él. Se bajó los pantalones de un momento a otro, al verla metida en esa bañera caliente. Y mucho más caliente se pondría con él ahí adentro, follándola. - ¿hay espacio para mí? - le preguntó antes de bajarse el bóxer.

Bianca asintió, con una sonrisa pequeña. Fue entonces cuando él comprendió que algo le pasaba.

-    ¿Estás bien?

-    He soñado algo... extraño...

-    ¿Has soñado conmigo? - bromeó él. Pero a ella no pareció darle gracia.

-    Esto es enserio. Pero... - respiró hondo. - te burlarás de mi.

-    Sabes que no. - se acercó a la bañera repleta de agua, aún sin quitarse la última prenda de vestir. - no puede ser tan malo... - se puso en cuclillas.

-    Vale, ya. Te cuento. Pero te lo he advertido. - le dijo, Abraham la miró divertido. Lo que no sabía es que su semblante cambiaría de un momento para otro. - he soñado contigo y con...ella... con tu amiga. - Bianca bajó la mirada, jugueteando con el agua. - soñé que hacían el amor...

Abraham abrió los ojos. Bianca parecía avergonzada, se tapó ella misma el rostro con las dos manos cubiertas de espuma.

-    Joder... - se quejó al notar que un poco de espuma había entrado a sus ojos. Él le pasó los dedos, limpiándoselos.

-    Cuidado. - susurró, se acercó y sopló sobre ellos. - ¿por qué?

-    ¿Por qué, qué? - preguntó ella, aún con los ojos cerrados.

-    ¿Por qué has soñado eso? - le cuestionó Abraham. - ¿piensas que ella y yo...?

-    No. - le respondió Bianca. Abrió impaciente los ojos, a pesar de que aún sentía una ligera molestia. - yo...sé que no, es que...

-    ¿Entonces?

-    Simplemente lo soñé.

Abraham se puso de pie una vez más. Se quitó el bóxer sin esperar a que Bianca le dijera algo. Se quedó desnudo y volteó para meterse junto a ella en aquella bañera de uno. Bianca se quedó estupefacta desde abajo, observando la poderosa polla de Abraham, ¿Cómo es que todo eso podía entrar en ella con facilidad? Se mordió un labio. Hasta entonces Abraham había entrado al agua junto a ella. Aún puesto de pie, se acostó sobre ella sin aplastarla. Sintió de nuevo esa fricción dentro de sí misma. Aquella que la hacía perder el control. Los palpitares de su feminidad la hacían enloquecer. Y todo ahí adentro, era aún más excitante.

-    ¿Confías en mí? - la miró a los ojos. Antes de poder concentrarse en otra cosa.

-    Sí. - murmuró ella. Casi inaudible.

-    Yo sé que no...

-    Sí, Abraham. ¿no te das cuenta? Eres la única persona en la que confío.

-    Pero no completamente.

-    ¿Qué... - iba a completar la pregunta, cuando de repente se dio cuenta de que lo que Abraham había dicho, tenía un gran porcentaje de cierto.

-    Déjalo. - le besó la boca. Jugando con ella. Mordiéndola. Excitándose más con aquellos movimientos. Tenía la polla durísima. - sé que después de todo lo que pasó no confías mucho en mi.

-    Fue hace mucho...

-    Pero pasó, Bianca. Y no te culpo. Fueron muchas cosas juntas. Lo mío, mi pasado, mis secretos... - ella bajó la mirada, tímida, a penas y podría responderle... Abraham supo que sería él quién tendría que hablar ahora. - déjalo en mis manos, ¿vale? Déjame seducirte de nuevo... - le besó un hombro desnudo. La piel de Bianca se erizó. Deseó que Abraham se metiera dentro de ella ya mismo. No le importaba más.

-    Sí... - susurró. Un acelerado gemido que hizo erguir mucho más el pene de Abraham. - sedúceme...

Secuestrada. {HOT} (ADAPTADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora