Capítulo veinticinco.

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Abraham le apretó las caderas, ahora apoderándose de todo su cuerpo. La cargó suavemente, sin esfuerzo alguno, para acostarla sobre el diván. La desnudó. Amaba tanto hacerlo. Hacérselo a ella. Quitarle la ropa con tanto deseo. Quitársela toda hasta verla desnuda como hace unas horas. Era preciosa. Y no podía dejar de admitir las enormes ganas que aún tenía por hacerla llegar al orgasmo. Bianca se encargó de bajarle los pantalones con los pies, rozando en incontables ocasiones el miembro de Abraham. Erecto. Listo para ella. Para hacerla disfrutar. Se acostó sobre Bianca.

- ¿Lo sientes? - preguntó él. Su miembro crecía cada vez más, apunto de explotar. Ver a Bianca desnuda era mejor que cualquier otra cosa. Lo ponía. Erecto. Excitado. Con ganas de más. Empezó a frotar su miembro sobre su feminidad, aún sin contacto interior. Bianca relamió los labios.

- Sí, sí... - respondió ella. - más... - pidió. Los ojos de Abraham se llenaron de placer, lujuria pura. Eyacularía ahí mismo si no se metía de una buena vez dentro de su coño.

- ¿Más? - preguntó él, provocándola.

- ¡Sí, más! - respondió Bianca. A gritos. Él sonrió.

- Te daré más.

Y eso fue lo siguiente que hizo. La embistió con fuerza. Con todas sus putas fuerzas, haciendo que ella gritara del impacto.

- ¡Oh...! Sí...sí... - gimió. Él volvió a salir. Le estaba gustando. Mucho. Muchísimo. Perfecto. Eso nunca fallaba. Volvió a bombearla con fuerza. Bianca se agarró de su espalda. El pene de Abraham estaba completamente dentro de ella, que hasta a él le parecía difícil respirar. La escuchó gemir un par de veces más. 'Eso es muñeca, te gusta...te gusta lo sé...' el movimiento se hizo cada vez más rápido. Oh sí. Le gustaba. La agarró de los muslos y se concentró en su siguiente misión.

- Vamos a llegar esta vez, te lo prometo... - susurró él. Bianca asintió, aún aturdida. Sintió como él le apretaba las nalgas metiéndose una vez más en su apretado sexo.

- ¡Abraham! - gritó ahora. Él se excitó aún más al escucharla gritar su nombre. 'Llega nena...vamos, córrete... Córrete para mí'. Quería verla llegar al orgasmo, gritando hasta que la voz se le pusiera ronca. Hasta que no sintiera las caderas.

- Eso es... vamos...córrete muñeca... - penetró su cuerpo, salía y entraba con tanta facilidad. Pronto él sería quién se correría. ¿Y Bianca? Joder, lo necesitaba. La presionó más contra él. Mnh...sí, olía a lo lejos lo mojado que estaba haya adentro, su delicioso sexo estaba a punto de correrse. De dárselo todo por fin. Una vez más. La embistió. Ella volvió a gritar, esta vez agitando las caderas para que él la penetrara más y más. Todo con un buen ritmo, mientras él la embestía, Bianca levantaba las caderas.

- Córrete.

El fino líquido de Bianca le cubrió el miembro. Todo. Se sintió liberada. Respiró con tranquilidad, mientras él bajaba la rapidez de sus embestidas.

- Oh Dios... - susurró ella. A penas con un hilo de voz.

Y él...él solo se dedicó a abrazarla. La apretó fuerte. Había llegado al orgasmo con ella por fin. Involuntariamente le apartó los cabellos de la frente y se la besó. Bianca soltó un suspiro. Exhausta. Aquello se había sentido diferente. No sabía por que, pero no había sido un simple polvo más. No había follado a otra más esta vez. Se había sentido diferente. Se había sentido como si en esa historia solo importaran los dos. Solos. Y sin ninguna preocupación. Había sentido y escuchado cada gemido de ella, cada palabra, cada respiración, cada caricia... aquella noche había sentido algo más. Nunca había llegado al orgasmo con una mujer de esa forma. Nunca lo había entregado todo como en ese noche. Nunca le había entregado todo a una mujer. A nadie. Y es que nunca había sentido esa necesidad de tener a alguien consigo todo el tiempo, porque nunca había sentido que necesitaba de una persona. Porque con el simple hecho de que le dijera que quería irse con él, que con él se había sentido diferente... le había hecho reaccionar. Le habían dado unas inmensas ganas de decirle que él también quería que se fueran juntos, pasara lo que pasara, por que nunca permitiría que ningún imbécil la tocara. Porque Bianca era su chica. Porque Bianca era su secuestrada. Suya. Y por que esa noche, había hecho el amor con ella. Y eso solo significa una cosa.

Una cosa que tenía que decirsela cuanto antes...

Secuestrada. {HOT} (ADAPTADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora