Capítulo veintiséis.

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Bianca miraba por la enorme ventana que se extendía en el departamento de Abraham. Estaba sola. Al parecer él se había ido hace bastante tiempo... ¿A dónde iba cada mañana? Ya se lo preguntaría. Esa mañana había amanecido de otra forma. Más feliz. Sin ganas de pelear. Definitivamente era otra.

Con solo ponerse a recordar...como había sido la noche... con solo ponerse a pensar, como la había tratado Abraham... Le erizaba la piel por completo. Había sido diferente que la primera vez que tuvieron sexo. Lo había sentido más dulce. Como si no viniera de él, o como si viniera de un Abraham que solo ella podía llegar a conocer. ¿Era posible? O solo...¿se lo estaba imaginando? Joder, todo esto le hacía estremecer el estómago, ponerse la piel de gallina, tan solo pensar que Abraham podría sentir algo más...

Alguien tocó la puerta del departamento con fuerza.

- ¡Abre la puerta! - gritaron desde afuera. A Bianca se le enfrió la sangre. - ¡es la policía de estados unidos, abrid la puerta! - volvieron a gritar. Los ojos de Bianca se abrieron, atónita, tragó saliva...
¿Quién iba a decirlo? Hace unos días moría por irse de ahí, porque la encontraran, por no volverlo a ver nunca más. Y ahora, deseaba todo lo contrario.

El policía empezó a golpear la puerta. Dos. Tres. Cuatro veces. La madera maciza de esta empezó a quebrarse por en medio. De pronto y ella ya no estaba sola en aquel departamento, si no que diez hombres, con armas en los hombros, le apuntaban el rostro.

- Bianca... - susurró uno de los policías. Al parecer, quien llevaba a cargo el caso de su búsqueda. - no te muevas.

- No hay nadie aquí... - murmuró ella. Y agradeció muchísimo que Abraham no estuviera en ese momento.

- ¿Dónde está Mateo? - preguntó el oficial. Los otros oficiales bajaron la guardia al notar que él no estaba con ella.

- No sé... yo... no sé nada de él... - insistió Bianca. Y no les diría más. Pues no delataría a Abraham. Jamás. No después de lo que habían pasado. De tantas cosas que por pequeñas que hayan sido, a ella le parecían especiales.

- ¿No vas a decir nada? - volvió a preguntarle el oficial. - Nosotros somos los buenos... te ayudaremos, no sabes lo preocupada que está toda tu familia por ti... ¿lo has pensado?

- Yo no sé nada de Abraham. - Bianca lo miró a los ojos. El oficial empezaba a cabrearse. Hizo unas cuantas señales a los demás oficiales, estos se colocaron estratégicamente en la ventana y otros en la puerta.

- ¿Lo defenderás Bianca? Defenderás a ese imbécil que te secuestro hace más de una semana... ¿y que planea matarte?

Bianca guardó silencio. 'No Bianca, tú confías en él...tú confías en Abraham...'

- Vaya, vaya...veo que ese tipejo ha sido inteligente esta vez. - le dijo el oficial. - tanto que hasta has llegado a creerle...

Una pequeña oleada de tensión se pasó por su cuerpo. Ese jodido oficial parecía conocer a Abraham de una manera increíble.

- Bien. ¿No sabes nada?

- No...

- Si, claro...claro. - la miró mal. De acuerdo. No colaboraría. Pero al menos se enteraría de quién era Abraham Mateo realmente. De quién era el hombre de quién se había enamorado. - vamos a hablar...y después de esto... me dirás si sigues confiando tanto en él.

****

Los ojos los tenía humedecidos. Su corazón estaba decepcionado. Necesitaba gritar. Se sentía como una estúpida en todo eso. Una más del montón. Otra secuestrada que Abraham había enamorado. Que había hecho perder la cabeza y que finalmente había terminado muerta en algún rincón del mundo. Olvidada. ¿Era eso lo que de verdad significaba para él? ¿Una más? ¡No! ¡No! Mierda...se pondría a llorar.

El oficial le enseñó otra foto. Una foto más. Otra secuestrada. Otra historia. Otra aventura.

- Basta. - le indicó ella. A punto de romper a llorar. Tenía un nudo muy grande en la garganta. - lo he entendido ¿vale? No me interesa a quién más haya matado Abraham... me da igual... les juro que no sé donde podría estar en este momento.

- Y nosotros confiamos en ti. - el oficial intentó acercársele. - lo vamos a atrapar de todas formas.

'Te odio...' Bianca recordó esas palabras en su mente. Cuanto le hubiera gustado sentir eso en ese mismo instante. Odiarlo...odiarlo muchísimo... para así olvidarlo más rápido. ¿Cómo había sido tan tonta como para enamorarse de él? Sí, enamorarse. Porque ahora era donde lo notaba. Estaba totalmente enamorada de Abraham.

****

Abraham corrió hasta el edificio. Se le había hecho tarde. Bianca seguro ya estaba despierta, con ganas de desayunar, con ganas de verlo... '¿de verme?' Se rio solo en medio de la calle. '¿Me habrá extrañado? Seguramente sí'. 'Ya mismo llego bonita...' Susurró en su mente. 'Para decírtelo todo.'

Quiso doblar la esquina para llegar a su viejo edificio, entonces fue cuando divisó que toda la esquina estaba llena de automóviles blindados. Gente siendo interrogada...

Mierda... pensó. Se desvió del camino. Lo habían encontrado. Habían encontrado su paradero...el suyo y el de Bianca.

'Bianca...' pensó. Joder... 'estás ahí adentro...'

Y supo que solo tendría dos opciones. Seguir, y desaparecer con el dinero de su secuestrada, o quedarse... quedarse y no permitir que nadie le quitara a Bianca. Su Bianca. De él. Porque así lo sentía.

'Vamos Mateo, piensa... piensa en algo para sacarla de ahí... no la dejes... tú...tú la amas.'

Secuestrada. {HOT} (ADAPTADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora