𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐗𝐗𝐈𝐕

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༺ 𝐏𝐬𝐲𝐜𝐡𝐞༻

Cuando Utahime fue llevada de Corea al infierno se encontró ansiosa la mayoría del tiempo descubriendo lo que eran los ataques de pánico, ese miedo y sensación de morir en su manera literal, creando una pesadilla real y un sentimiento angustioso, justo como cuando se vio rodeada de japoneses y por sus funciones privadas de ser esposa, por lo que fue internada varios días y luego llevada a su hogar sin posibilidad de salir.

—Si seguimos dandole el calmante podría perder al bebé.

—¿Y qué hago doctor?—Pregunta Shiu molesto pero también nervioso por esa situación donde veía a su esposa como una endemoniada—¿Dejó que mi esposa muera en el suelo? No sea incoherente por favor y dígame lo que tiene, mi esposa afirma que se va a morir, que las paredes se le cierran a su alrededor ¿Estará loca?

—Señor Kong, hasta aquí llega mi conocimiento, debería recetarle cosas naturales, nada debe estresarla así que al menos hasta que no se vea una mejoría será mejor confinarla aquí.

No quiere tejer, no quiere cocinar, no quiere pintar, no quiere hacer caligrafía, solo quiere quedarse en casa y dejar que el tiempo la envejezca y muera, o si es posible, que algo la lleve antes, quizás y solo así Shiu queda viudo pero mantiene a su familia o al menos les da algo para que puedan arreglarse.

—Hija, debes comer…

—… me miras como si lo hiciera a propósito.

—No fue agradable ver como te quedaste en el suelo… parecía que no podías respirar y no querías que nos acerquemos, tus desmayos, tu falta de hacer actividades…

Yaga en verdad la veía como si no tuviera alma, como si vagara por la vida como una muñeca, y él tenia miedo que estuviera loca o que tuviera la misma condición que Yuki.

Utahime bajo la mirada hasta su vientre. La idea de abortar por si misma a ese bebé jamás había surgido hasta que un día su mente le aseguro que era la llave para que Shiu la deje, pero la pérdida de sus dos bebés había dejado una cicatriz profunda, una herida que trascendía el dolor físico, que acompañaba el desvanecimiento de sus esperanzas de poder cumplir el rol actual, que es ser madre y sabía que mientras su bebé crecía en su interior, más grande seria el dolor de perderlo, por eso no quería encariñarse.

¿Cómo era posible que no pudiera cumplir una simple tarea? ¿Y si lo único que su cuerpo provoca es muerte, miseria y dolor?

Pero entonces días y semanas pasaron en un susurro lento de tiempo, y en lugar de lo temido, ocurrió lo inesperado, el vientre de Utahime, tan delgado y aún tan frágil, se transformó en un vasto globo de vida, el bebé en su interior creció y se expandió, dando forma a una presencia palpable en su rutina diaria.

Empezó a sentir cada movimiento en su interior, el bebé se convirtió en un ancla y un constante recordatorio de que no estaba sola porque su vida ahora estaba ligada a una pequeña alma, y cada golpe que le daba era una afirmación de su presencia, una declaración de que estaba allí, respirando, creciendo y llenando el espacio que lo rodeaba con la promesa de un mañana más brillante.

—Esta bien, dame un plato.

Solo tres meses más, tres meses donde el bebé tendría que crecer y nacer, o morir como lo han hecho sus dos pequeños.

࿙⊱࿙───────࿚⊰࿚

En una tarde gris y húmeda, el verano había iniciado y las lluvias obligaban a las personas a caminar con un paraguas en la mano. Utahime se apresuro a ver a su madre cuando su esposo noto mejorías en su salud. Ella bajo del auto y se despidió de Ijichi, entro al centro para pacientes especiales que recibían tratamientos específicos respirando con calma y tratando de no cruzar miradas con nadie, camino por los pasillos del hospital con un bento en la mano y un paraguas en la otra. Al doblar una esquina, una mano firme agarró su brazo, deteniéndola en seco y arrastrándola a una habitación donde había medicina.

𝐏𝐬𝐲𝐜𝐡𝐞 | 𝐆𝐨𝐣𝐨𝐡𝐢𝐦𝐞Where stories live. Discover now