𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐕𝐈𝐈𝐈

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༺ 𝐏𝐬𝐲𝐜𝐡𝐞༻

Supo por parte de una señora que vendía zanahorias que los Iori habían dejado atrás su modesta casa para actualizarse en un barrio más agradable y una casa sumamente envidiable, y no es que Gojo haya ido a ver con sus propios ojos donde era que los Iori vivían, y no es tampoco que sepa que le queda perfectamente ubicada para desviarse un poco de su ruta original y pasar por su casa cuando hace su vigilancia, pero tal energía se agotó cuando no la vio en ningún lugar de Yeongdo donde solía verla, el viento respira solitario, anhelando, a veces el alma tiene días así.

Una noche caminaba en silencio, no lo noto hasta que Nanami le pregunto si estaba bien y que le preocupaba que no haya estado hablando sin parar como siempre lo hace, Gojo se rio un poco y aclaro que solo estaba así por el cansancio y no porque Utahime no estuvo en su vista por los siguientes seis días, sintiéndose como si cargara en su espalda una mochila llena de piedras mientras seguía con su cotidianeidad, no era nada divertido cuando ella no estaba, y es que lo sabe, sabe que ella es lo primero que piensa cuando se despierta, lo último cuando se va a dormir y durante el transcurso del día intenta adivinar en donde la cruzara, no importaba si ella iba junto con el señor Iori o su hermano impidiéndole acercarse, con verla era más que suficiente.

—Es raro que sigas acompañándome a buscar a Yuta.

—Creeme que no lo hago por gusto.—Respondió el rubio.

—¿Ah no?—Cuestiona con media sonrisa en su rostro—Pensé que me acompañabas para ver a la señora Miyake.

El rubio aclaro su garganta, se notaba nervioso.—Ella y yo… eso no funciono.

—¿Y por que sigues acompañándome? ¿Ella te dejo?

—Negativo, y para responder a tu pregunta, fui yo quien dejo todo, no por gusto, fue porque Mei está enamorada de otro.

—Ah…

—Del dinero—completo Nanami.

Los dos se ríen y entran al prostíbulo.

࿙⊱࿙───────࿚⊰࿚

Vi al soldado Kento y al teniente Gojo entrar al burdel anoche.”

Utahime se encontraba elegantemente vestida con un kimono de seda en tonos suaves, con delicadas flores bordadas a mano. La ceremonia del té se desarrolló en la nueva casa de los Iori, en su jardín. El sonido sereno del agua fluía en el fondo mientras se preparaba la ceremonia. Su prometido, Shiu, se sentó frente a ella con un gesto de distracción en el rostro, pero no era el único, en otras mesas individuales había otros señores. En ese momento crucial, ella se sentía atrapada en un torbellino de emociones encontradas, lo que le dijo Miwa esta mañana sobre que Gojo estuvo en el burdel había golpeado su corazón con una mezcla de sorpresa y decepción. En su interior, una voz regañaba sus sentimientos de desilusión y un pequeño ahogo surgiendo como algo insoportable, y es que ¿Por qué tenía expectativas en él si puede hacer lo que quiera?

En silencio, luchaba con su dilema interno, intentando reconciliar sus propios sentimientos con las expectativas impuestas por la sociedad en la que vivía, sintiéndose atrapada entre la indignación y la necesidad de guardar las apariencias, solo se tranquilizaba con imágenes donde golpea al teniente en la cara.

A pesar de llevar un impecable traje oscuro y sereno, Shiu parecía divertirse con sus amigos mientras ella preparaba con meticulosidad el matcha, la fina y verdosa bebida que sería servida en el ritual. Utahime, (con gracia y respeto por las tradiciones que aborrece), mantenía su compostura, pero podía percibir la falta de atención de su prometido, quien se llenaba la boca junto con sus compañeros que comenzaron a expresar opiniones despectivas sobre los coreanos, hablando con un tono de superioridad y discriminación hacia su país y sus compatriotas.

𝐏𝐬𝐲𝐜𝐡𝐞 | 𝐆𝐨𝐣𝐨𝐡𝐢𝐦𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora