𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐗𝐈𝐈

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༺ 𝐏𝐬𝐲𝐜𝐡𝐞༻

Cada día, Utahime intentaba borrar la presencia de Gojo de su mente, pero él se lo estaba haciendo imposible.

Se encontraba enredada en pensamientos de indignación y molestia, pero no era el beso en si lo que le había afectado a su humor, sino que cada día que va a la residencia donde tenía lecciones con su institutriz, al salir e ingresar al lugar, Gojo estaba parado en la vereda de enfrente mirándola como un gatito abandonado. Sus ojos se encontraban de manera involuntaria, y aunque quería ignorar su existencia, cada mirada de él se convertía en una interrupción no deseada en su búsqueda de olvidar cada encuentro y sensación, pero era una repetición constante en su cabeza que alimentaba la frustración que crecía en su interior. La espera incesante de Gojo se transformaba en una pesadilla constante y eso no era todo, mandaba a un niño para enviarle pequeñas cartas, solo usaba algunas cortas frases por día, pero era lo suficiente para hacerla enojar.

“LO SIENTO”

“No hablaré más, solo hasta que tu me lo pidas”

“Perdón :c”

“Vuelve a hablarme o entrare a ese lugar”

“Sino me perdonas, lo hare, posdata: Tu institutriz se acercó a mi para preguntarme si había algún peligro por la zona, si quieres que se le vaya el susto deberías considerar al menos saludarme :D”

“La nota de ayer no fue una amenaza, sino una anticipación de mis acciones.”

 
“Estás hermosa hoy, perdóname.”

Pero ella lo ignoro por completo.

Ese día la institutriz escogió dos reducidos grupos de señoritas, en el primero estaba Utahime y sus compañeras que en total eran cinco y otras de una edad más pequeña y eran cuatro, fueron hasta una especie de hotel a beber té para que la sociedad vea lo bien que estaban aprendiendo las jovencitas a estar en un lugar público, por suerte cuando se dirigieron al lugar Gojo no estaba a la vista lo cual reforzaba la teoría de que él no se quedaba todo el día a esperarla, eso ya seria maniático pensaba ella.

En aquel tranquilo lugar todas debían demostrar la gracia de comer en público, ser bellas y hablar de temas para mujeres refinadas, pero en cuanto la institutriz se volteo para ir a la mesa de las más pequeñas una joven aprovecho para comentar y chismosear.

—¿No notaron que el teniente Gojo siempre está afuera de la residencia? ¿Será que tiene a una prometida secreta?

Utahime casi se ahoga con el té, pero logró disimularlo muy bien.

—Que galán, que hermoso, que príncipe, yo insistí a mi padre que le hable para que pida mi mano en matrimonio, pero él dice que es muy joven.

Fue la primera vez que se lo preguntó, Utahime decidió hablar.—¿Qué edad tiene el teniente?

—Oh Iori, no debes preguntar esas cosas, que maleducada eres.
 
Pero ella estaba segura que si una japonesa hubiera consultado, sería bien respondida.

Mientras las risas y los susurros llenaban la mesa sobre adulaciones, el nombre de Gojo Satoru resonaba en los labios de todas ellas como un eco lejano. El corazón de Utahime latía con un ritmo diferente, una amalgama de incertidumbre y celos que se alzaban lentamente, él siempre fue el “soldado atractivo y encantador”, una de ellas mencionó que el teniente beso su mano cuando la conoció en una fiesta en Japón y se ruboriza al decirlo. Y a Utahime no le gustó nada oír eso, estaba aún más enfurecida con ellas que con el propio implicado, y es ahí cuando se enredaba una red de emociones que evidenciaba su preocupación sobre el asunto ¿Qué tanto hacia allá en Japón? ¿Qué dicen de él? ¿A cuántas beso? Sus manos se crispaban en su regazo, ocultando el enojo y la inseguridad que comenzaba a brotar.

𝐏𝐬𝐲𝐜𝐡𝐞 | 𝐆𝐨𝐣𝐨𝐡𝐢𝐦𝐞Where stories live. Discover now